Aunque estemos en verano los tomates comunes que llegan a los supermercados suelen dejar mucho que desear
Hace tiempo que respondimos a esa duda que a muchos nos corroe por dentro cuando llega el verano y nos preguntamos por qué los tomates del supermercado siguen siendo tan tristes como el resto del año. Y aunque la situación ha mejorado un poco y es posible encontrar buenos tomates incluso en invierno, los más típicos del súper a menudo son decepcionantes. Por suerte podemos aplicar un sencillo método en casa para sacar todo el potencial organoléptico que tienen dentro.
El problema con los tomates de muchos supermercados es que son cadenas que manejan enormes volúmenes de producto, que necesitan una amplia red de distribución y que necesitan un género que aguante bien tanto en los traslados como en almacenes y en las propias tiendas, donde están a merced del manoseo constante de los clientes, no siempre muy delicados.
En los últimos años se ha potenciado el desarrollo de variedades de tomates en los que prima el sabor, aroma y jugosidad, y hoy en día podemos encontrar gran calidad todo el año -pagando más, claro-, pero los tomates más típicos del verano y que usamos más en la cocina diaria son los que más dejan que desear en las grandes cadenas, los de tipo rama y pera. Y ya sabemos que si el tomate no es bueno, tampoco saldrá muy rico el gazpacho o cualquier plato que cocinemos con ellos.
Solo necesitamos un ingrediente que ni cuenta como tal, porque todo el mundo tiene siempre en casa -o si se nos ha gastado, lo tendrán los vecinos-: sal. Nos lo enseña Christopher Kimball, editor experto en gastronomía y fundador de varios medios estadounidenses de cocina.
“Supermarket tomatoes suck, and that's what you use most of the year. They suck because they hace very little flavour”.
“Los tomates del supermecado son malísimos, y son los que usas la mayor parte del año. Son terribles porque tienen muy poco sabor”.
¿Cómo despertar ese sabor? Bueno, no se puede hacer magia y convertir un tomate mediocre, con un número bajo de grados Brix y recolectado demasiado pronto, en una bomba de sabor y aroma, pero sí se puede remediar parcialmente. Porque ya sabemos que la sal siempre mejora muchísimo cualquier tomate en cualquier situación o receta.
Para ello, no tenemos más que cortar en rodajas los tomates, colocarlos sobre un colador encima de un recipiente del tamaño adecuado, y espolvorearlos con sal, mejor si es sal de grano un poco más grueso que la sal fina de mesa. Tras reposar 15 minutos comprobaremos que han perdido volumen, parecen más maduros y tienen un color rojo más intenso y emitirán un ligero aroma que antes no tenían.
En el fondo del recipiente se habrá acumulado agua prácticamente transparente, incolora, que podemos desechar -o aprovechar para cocer pasta- ya que será solo agua salada sin más. Los tomates habrán concentrado su sabor natural y estarán mucho más carnosos. Perfectos para hacer una simple ensalada de tomate o cualquier receta que nos apetezca con ellos.
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