Aunque el aceite de oliva, por sí mismo, es una de las grandes joyas de nuestra despensa, nunca está de más saber cómo podemos aromatizarlo para condimentar diferentes platos. Si eres de los que, nada más entrar en tu restaurante italiano de referencia, pides que te traigan esa aceitera mágica que aporta un plus a la focaccia, las pizzas y los platos de pasta, no te debes perder nada de lo que te hemos preparado a continuación.
Antes de explicarte las diferentes maneras que existen a la hora de aromatizar el aceite, es importante que sepas que se comercializan y que puedes encontrar una amplia variedad de opciones en el mercado. Ahora bien, también es verdad que los que encuentras en supermercados o tiendas gourmet suelen tener un precio bastante elevado. Sobre todo si tenemos en cuenta que es algo que cualquiera puede hacer en su casa sin necesidad de ser un cocinillas.
Qué vamos a necesitar
Lo primero será confirmar que tenemos todo lo necesario para poder aromatizar nuestro aceite con aquello que más nos apetezca. Pero no te asustes, que todo es bastante común (y previsible):
- Aceite: Como venimos comentando, el más indicado es el aceite de oliva virgen, a ser posible de sabor suave (no se suele recomendar usar virgen extra porque es demasiado potente). Si estás a fin de mes y te ves un poco apurado, podrías incluso utilizar uno de girasol, siempre y cuando sea de buena calidad.
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Ingredientes: El siguiente paso será tener localizados aquellos ingredientes que vamos a querer usar. Esto ya depende de los gustos de cada cual, pero los más habituales son especias, frutos secos, hierbas aromáticas, cítricos, trufas o frutos secos. Pero la lista puede ser infinita.
Tarro hermético de cristal: Esto no necesita de mucha explicación, es el típico tarro que utilizamos para hacer encurtidos o simplemente para guardar pistachos o almendras. Lo único que debes confirmar, para no llevarte un disgusto, es que cierra bien y que no se sale nada.
¡Hora de aromatizar!
Existen diferentes formar de aromatizar el aceite. La más sencilla es la que consiste simplemente en la incorporación del ingrediente dentro el aceite, sin más. Pero hay otras recetas para las que es necesario un proceso algo más complejo y dejarlo reposar un tiempo.
Aromatizar en frío: En este caso lo que hacemos es añadir al aceite los ingredientes para después cerrar bien el recipiente y meterlo en la despensa o en un armario durante aproximadamente un mes. Lo más aconsejable es que esté a temperatura ambiente y no reciba mucha luz.
Aromatizar en caliente: Recurrimos a esta modalidad en invierno, cuando la temperatura ambiente es más baja. Y lo que hacemos es calentar el aceite para que la mezcla macere antes. Es importante que no nos pasemos de la raya a la hora de aplicarle calor al aceite, ya que perdería sus propiedades. De ahí que se recomiende hacerlo al baño maría.
En cualquier caso, a la hora de conservarlos, debes tener en cuenta que todos estos aceites se mantienen en perfectas condiciones durante un máximo de cuatro meses, más o menos. Y no está de más que agitemos el recipiente una o dos veces por semana, para que haya alcanzado su máximo sabor cuando queramos usarlo.
Por cierto, si a la hora de consumirlo, te da la sensación de que se ha vuelto un poco turbio, te recomendamos colarlo antes de su uso. Con esto tendríamos solucionado el problema.
Y con esto ya tendríamos un condimento muy recurrente a la hora de preparar un aperitivo o una comida de cualquier tipo. Porque un aceite de ajo y guindilla, de tomillo y orégano, de hierbabuena o de frutos secos (las nueces peladas van muy bien) tienen infinitas posibilidades. Solo hay que saber cuándo elegir cada uno de ellos y eso lo vamos a descubrir probando (y usando el sentido común).
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