Cómo conservar melón en casa según la variedad para que aguante en buen estado durante más tiempo

El melón reivindica un verano más su protagonismo como la fruta reina del verano, a pesar de que la tendencia de los últimos años es un descenso de producción paralelo al menor consumo, mientras que los precios han aumentado. Si nos cuesta más comprar melón, nos interesa más que nunca tratarlo bien y saber cómo almacenarlo correctamente para que no se nos eche a perder antes de tiempo.

Antes de meternos en harina, como siempre, conviene repasar algunos conceptos en torno a esta saludable fruta estival. Decimos que es la fruta estrella del verano, pero a día de hoy podremos encontrar melones en el mercado prácticamente todo el año. Si queremos ahorrar y apostar por la sostenibilidad, además de asegurarnos probablemente un mejor sabor, lo ideal es esperar a la campaña nacional de campo.

Las grandes productoras de melón y sandía de España extienden la temporada con plantaciones en otros países, por lo que siempre hay que leer el origen en la etiqueta; no es raro que ya en junio aún queden melones de Senegal en los supermercados. En nuestro país la temporada arranca alrededor de mayo con los de invernadero de Almería, pero suelen estar a mucho mejor precio los de campo, a medida que la campaña de recolección avanza a partir de finales de junio por la Región de Murcia, Comunidad Valenciana, Castilla La Mancha, etc.

También es buena idea repasar los consejos que sí funcionan para elegir el mejor melón, si bien la mayoría de trucos que se pueden leer por las redes no sirven para nada. Lo fundamental es que tenga buen aspecto general, que pese y sea firme al tacto, sin abolladuras, con un color apropiado según la variedad concreta de fruta.

Finalmente, es muy importante recordar que hay muchas variedades de melones, y nos interesa sobre todo diferenciar dos grandes grupos: no climatéricos (inodorus) y climatéricos (cantalupensis). Porque no se conservan de igual manera.

Melones tipo piel de sapo (inodorus)

El aún más popular y tradicional melón en España es el llamado piel de sapo, conocido curiosamente también en inglés como Santa Claus melon o Christmas melon, porque su conservación permite disfrutarlos hasta Navidad, aunque se hayan cosechado en verano.

Estos melones, generalmente alargados, más grandes y de pulpa pálida, amarillenta o blanca, son frutas no climatéricas. Igual que los cítricos, la uva, las cerezas o el pimiento, estos melones deben ser recolectados en el momento óptimo de su maduración. Si se cogen antes de tiempo, no seguirán madurando una vez se hayan separado de la planta. Un melón verde, soso y duro no pasará a ponerse tierno, jugoso y dulce por mucho que esperemos.

La ventaja de estos melones es que ofrecen una larga conservación, incluso de meses, sin estropearse, siempre que se conserven adecuadamente. Gracias también a la protección de su dura corteza, un melón piel de sapo que no presente daños y permanezca íntegro se puede guardar en la despensa o almacén para las fiestas navideñas.

Así, en casa no tenemos que refrigerar el piel de sapo si nos lo llevamos entero; es suficiente con tenerlo en un lugar fresco, oscuro y lejos de fuentes de calor y olores fuertes, también, si es posible, a salvo de insectos o posibles roedores. Tampoco conviene amontonarlos o colocar peso encima. Si se guardan durante varias semanas, es recomendable revisarlos y girarlos, para que no permanezcan apoyados sobre el mismo lado tanto tiempo.

Una vez abierto, como cualquier melón, sí hay que refrigerarlo. Sabe mejor si está fresco y recién cortado, por eso es mejor trocear solo lo que vayamos a consumir en las siguientes 24 horas. En caso de que sea muy grande, podemos cortarlo por la mitad, tapar el medio melón entero con plástico film bien prieto, y refrigerarlo. También podemos simplemente ir sacando tajadas, siempre tapando la pulpa expuesta al aire y guardándolo en la nevera.

El melón troceado que nos sobre de la comida podemos guardarlo para la cena o el día siguiente en un recipiente limpio, de cierre hermético o con film, en la nevera. Para que no se mate mucho el sabor podemos dejarlo en la zona menos fría del frigorífico, o un espacio intermedio, procurando que no esté expuesto a los cambios de temperatura de abrir la puerta.

El melón se puede congelar pero solo si vamos a hacer granizado, batidos o helados, ya que su textura se verá perjudicada al descongelarse, debido al gran contenido en agua de la pulpa.

Melones tipo galia y cantalupo (cantalupensis)

Son melones más pequeños, esféricos o con forma redondeada, aunque también hay variedades más alargadas. Estos melones presentan una mayor gama de variedades con colores de corteza y pulpa muy dispares, desde carne naranja hasta prácticamente blanca. Suelen ser muy ricos en azúcar y aromáticos, especialmente los cantalupos, más carnosos.

Aunque en los últimos años se están desarrollando nuevas variedades más adaptadas a poscosechas largas, estos melones siguen siendo climatéricos, es decir, continúan madurando tras la recolección debido al etileno. Así, un melón tipo galia seguirá sufriendo cambios bioquímicos aunque se haya cosechado algo verde, hasta alcanzar el desarrollo óptimo de maduración para el consumo.

Dependiendo del productor o distribuidor, y del mercado al que vayan destinado, estos melones pueden almacenarse para controlar esa maduración final mediante los tratamientos poscosecha, y así suministrarlos a los comercios listos para la degustación. Otra opción es comercializarlos aún algo verdes, dejando margen al punto de venta para su exposición antes de que sean adquiridos por los clientes.

Lógicamente, también nosotros como consumidores podemos llevarnos un melón galia, dino o cantalupo algo duro y verde si no tenemos previsto consumirlo inmediatamente. Exactamente como haríamos con plátanos, un aguacate o unos tomates.

Muchos supermercados indican ya si la fruta está madura, pero si tenemos dudas solo tenemos que preguntar. En tiendas de barrio, mercados y fruterías probablemente serán más capaces de orientarnos y darnos un melón a nuestro gusto.

Una vez en casa, si el melón está algo verde o nos gusta muy dulce, bastará con dejarlo a temperatura ambiente sobre la mesa de la cocina, la encimera o la despensa, uno o dos días, según el calor que haga. Preferiblemente lejos de la exposición directa del sol y sin fuentes de calor cercanas.

Cuando esté maduro tenemos que conservarlo en la nevera, como cualquier otra fruta. Al ser climatérico es mejor mantenerlo en un cajón de frutas especial o la zona menos fría, separado de las frutas y verduras que emitan etileno. Así nos puede aguantar varios días, incluso una semana, recordando en todo caso que se irá poniendo más blando y dulce.

Una vez abierto y cortado, las recomendaciones son las mismas que para la conservación de los tipo piel de sapo. Cuanto antes se consuman, mejor; si sobra, las piezas troceadas se deben guardar en un recipiente hermético y el melón cortado o abierto totalmente tapado en su pulpa por plástico film. Y siempre, siempre, refrigerado.

Un recipiente hermético con sistema de extracción de vacío para conservación media y corta nos ayudará a mantener el melón cortado en mejores condiciones durante más tiempo. En cualquier caso, hay que evitar abrir, sacar, cerrar y volver a guardar la fruta ya cortada, pues el continuo choque térmico y exposición al aire aceleran el deterioro.

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