Aunque los consejos para comer frutas y verduras siempre pasan por conservar la piel en la medida de lo posible, hay platos que agradecen su ausencia como es el caso del tomate, que en ciertas preparaciones, una vez pelado resulta mucho más fácil de comer. Así sucede con algunas ensaladas, en las que la textura de la piel no hace posible el disfrute del plato.
Pelar tomates no es tarea agradable. Utilizando un cuchillo se pierde mucha pulpa y también mucho tiempo. La manera más fácil de hacerlo es escaldándolos en agua hirviendo durante unos segundos. Puede parecer una parafernalia excesiva, pero es una labor que se puede organizar perfectamente mientras elaboramos el plato, dedicándonos a otros menesteres mientras el agua llega a punto de ebullición.
Cómo pelar los tomates
Llenamos un cazo profundo con agua y la ponemos a hervir. Colocamos los tomates en la tabla, y aplicamos un corte en cruz sobre la parte inferior. Cuando el agua esté hirviendo, sumergimos un tomate y lo mantenemos de 10 a 20 segundos, sacándolo con la ayuda de una pinza o espumadera.
Hay que ser muy preciso al controlar el tiempo, ya que de lo contrario la parte superficial del tomate quedaría cocinada. Es preferible volver a introducirlos un poco más en el agua a obtener un tomate con la pulpa descompuesta.
Lo pasamos inmediatamente por el chorro de agua fría y advertiremos como la piel que rodea la cruz se retrae. Nos ayudaremos entonces de un cuchillo para retirarla de manera fácil y sencilla.
Mi consejo es hacer este trabajo pieza a pieza, de lo contrario será difícil controlar los tiempos y es posible que algunos ejemplares queden demasiado cocidos.
También es aconsejable efectuar esta labor con suficiente antelación si se desea realizar una ensalada o un plato frío, introduciendo los tomates en la nevera una vez pelados, para que se enfríen adecuadamente.
En Directo al Paladar | Cómo pelar un kiwi en medio minuto En Directo al Paladar | Corta los ajos sin esfuerzo