El pepino es imprescindible en uno de nuestros más queridos platos nacionales: el gazpacho. Pero fuera de esta receta, no es una hortaliza muy consumida en España, donde tiene fama de indigesta. En algunos países de Europa, sin embargo, es una de las verduras más consumidas durante todo el año. Y de ello viven cientos de agricultores almerienses y granadinos, provincias en las que se cultiva el 82,5% del pepino de nuestro país: un total de 775,9 millones de kilos.
De todo el pepino cultivado en los invernaderos españoles, el 92% se destina a la exportación, fundamentalmente a Alemania, Reino Unido y Francia, donde conocen a esta variedad como pepino holandés o español: un tipo de pepino alargado que ni siquiera se vende en las fruterías españolas.
El 92 % del pepino español de invernadero se vende fuera, y es distinto al que comemos aquí
Los pepinos que comemos aquí, más pequeños, se conocen en el mundillo como pepinos “subnormales”. Y si fuera por ellos, explica a Directo al Paladar Juan Carlos Pérez Mesa, profesor de Economía y Empresa de la Universidad de Almería, no habría siquiera negocio.
Fue a raíz de la entrada de España en la Unión Europea cuando los agricultores de la zona se dieron cuenta de que podían competir con Holanda, el gran productor de pepino europeo, al que poco a poco le fueron comiendo la tostada.
“Holanda se encargó de abrir el mercado en el que poco a poco hemos ido penetrando”, reconoce Pérez Mesa. “Almería se impuso en el mercado de invierno, porque lo que hacía Holanda era importar producto de otros países para mantener el consumo de contraestación, entre ello mucho español, pero Almería poco a poco fue enviado directamente, sin intermediarios holandeses, y pudo imponerse en el mercado. Hoy en día cada uno tiene su estación y si hay solapamiento es porque Almería se expande”.
Invernaderos, una historia de éxito
La historia del pepino en las costas de Granada y Almería comenzó hace ya más de medio siglo. Fue en 1967 cuando se construyó el primer invernadero, que permitía mantener durante todo el año una temperatura de entre 20 y 30º C, la ideal para esta hortaliza.
“Lo que hace que no se precise el uso de calefacción o iluminación artificial para el crecimiento de los cultivos, sino únicamente los rayos del sol”, apunta Francisco Góngora, presidente de Hortiespaña.
“En un solo año, el control integrado de los invernaderos pasó del 7 al 80 %”
Los plásticos son feos, pero más amables con el planeta de lo que solemos creer. “Tienen un impacto ambiental mucho menor que la producción al aire libre”, asegura Pérez Mesa. “Es mucho más eficiente en agua, impacto en el terreno y afectación al suelo”.
Los cultivos, no obstante, han mejorado enormemente en calidad y eficiencia, sobre todo desde la conocida como “crisis del pimiento”.
En 2006, se detectaron en Alemania varias partidas de pimiento almeriense que contenían residuos de un fitosanitario ilegal, el isofentos metilo, que provocó una caída en la exportación de un 20 %.
Pero no hay mal que por bien no venga. El suceso, explica Pérez Mesa, empujó a los agricultores a ponerse las pilas, y cambiar por completo el sistema de producción: “En un solo año, el control integrado de los invernaderos pasó del 7 al 80 %. Se redujo el uso de químicos y se impuso la utilización de insectos devoradores de plagas. Se eliminaron las trazas de químicos, que hoy no existen, y se equiparó la calidad a la del pepino holandés, lo que afianzó la exportación”.
Diez años de la crisis del pepino
Gracias a este cambio en las explotaciones, cuando en 2011 estalló la conocida como “crisis del pepino”, los agricultores pudieron demostrar que la bacteria E. Coli que Alemania, decía, provenía de los pepinos españoles, no había salido de aquí.
“Nos quisieron endosar el muerto”, explica Pérez Mesa. “Pero fue un acicate para promocionar el pepino de Almería y reconocer toda la gestión que hubo de trazabilidad. Sabíamos perfectamente que no había salido de aquí.”
El mercado europeo dejará pronto de absorber más pepino
Finalmente, se supo que la bacteria, que provocó la muerte a 53 personas, venía en realidad de una empresa de Baja Sajonia, que nada tenía que ver con los pepinos. La ciudad de Hamburgo llegó a un acuerdo extrajudicial por el que indemnizó a dos empresas españolas con una cifra de entre 400 y 700 mil euros a cada una por acusarlas por error del brote.
Desde entonces, las exportaciones de pepino no han dejado de crecer; tanto que, como asegura Pérez Mesa, el mercado europeo dejará pronto de absorber más pepino. Para seguir creciendo, explica el profesor, hay principalmente dos vías: que se levante en algún momento el veto a las exportaciones a Rusia o se empiece a vender pepino a EEUU y Canadá, dos grandes consumidores.
“El pepino resiste muy bien el transporte sin ningún tipo de merma”, asegura Pérez Mesa. “De hecho hace aproximadamente 20 años se llevaron cinco o seis mil toneladas de pepino a EEUU y Canada, pero la gente no quería asumir riesgos con el cambio euro/dolar, prefería quedarse en la UE y se fue abandonado ese mercado”.
La amenaza del Magreb
Habrá que ver, también, que nos depara el Brexit. De momento las exportaciones de hortalizas van a buen ritmo, pero puede que esto cambie, sobre todo debido a la competencia con los países del Magreb, que están poniendo muchísimo invernadero.
“Marruecos está intentando entrar de manera preferencial a través del puerto de Tanger en el mercado de Reino Unido, porque pueden enviar directamente”, concluye Pérez Mesa. “Se han propuesto convertirse en el principal proveedor de Reino Unido en temas de frutas y hortalizas. Es una amenaza”.
El otro gran problema para los agricultores, explica Pérez Mesa, es la banalización del producto: “Al ser un producto de gran demanda muchas veces se usa en promociones a precios muy reducidos, y esto obliga a bajar los precios de liquidación al agricultor. Con estos precios no pueden mantener estos estándares de calidad tan altos”.
¿La solución? Que todos comamos más pepino. Y para echarles un cable, aquí os dejamos unas cuantas recetas con esta hortaliza.
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