Dicen que la crisis está ya más que superada, pero son muchas las empresas, los comerciantes y emprendedores que tienen que hacer malabares para mantener sus negocios a flote cada mes. No es el caso sin embargo de algunas compañías que además de sobrevivir están aumentando sus beneficios año tras año, y algunas de las más lucrativas pueden ser muy sorprendentes. ¿Quién hubiera dicho que unas yemas de Santa Teresa pudieran facturar 12 millones de euros al año?
Las yemas son uno de los dulces más conocidos de la tradición repostera española. Conocidas también como yemas de Ávila, donde se sitúa su origen, también podemos encontrar elaboraciones similares en otras regiones, como las de Caravaca. Sin duda son las bautizadas en horno a Santa Teresa de Jesús las más famosas y apreciadas, gracias en gran medida a la expansión de la empresa del mismo nombre que ahora también ofrece gazpachos, salsas y hasta hummus. Pero no deja de fascinarme que una compañía construida en torno a las yemas consiga tantos beneficios.
Yemas de Santa Teresa, un petit four de larga tradición
Ya he comentado que hoy en día existen variaciones de las yemas en todo el país, pero está claro que son las abulenses las más conocidas, incluso se consideran ya un símbolo de Ávila y souvenir imprescindible. El secreto del éxito de este goloso petit four se esconde en su sencillez y carácter artesanal, pues se componen básicamente de yema de huevo, azúcar y agua. A mí me recuerdan un poco al tocino de cielo y me resultan algo empalagosas de más, aunque reconozco que un bocadito con el café es una tentación a la que es difícil resistirse.
Dada su simpleza es difícil fijar un origen exacto, como suele pasar con este tipo de dulces. Es muy posible que se remonte a la cocina de tradición árabe y que en los recetarios monacales se diera forma a la receta definitiva, pero las primeras fuentes más conocidas nos llevan ya al siglo XIX. La pastelería Flor de Castilla, por entonces llamada La Dulce Avilesa, elaboraba en 1860 el dulce ya bautizado como Yemas de Santa Teresa. Su popularidad hizo que otros pasteleros la imitaran con el nombre de Yemas de Ávila, pero fue don Isabelo Sánchez, dueño y fundador, quien logró hacerse con la marca registrada original.
De pequeño obrador de dulces a gran empresa gourmet
Desde aquel obrador puramente artesanal la compañía Yemas de Santa Teresa ha ido creciendo y convirtiéndose en una empresa de carácter corporativo y proyección internacional. Sin perder el nombre de su producto más genuino y conocido, las yemas, además mantienen ese homenaje a la santa con la efigie en su logotipo, ya un símbolo muy reconocible por cualquiera y que podemos encontrar en otro tipo de productos.
A pesar de haberse transformado en una gran compañía, aseguran mantener el carácter artesanal de sus productos, cuidando especialmente las queridas yemas. Partiendo de la receta original, han adaptado ligeramente la fórmula para convertir las yemas en un bocado gourmet adaptado al paladar de hoy. Se siguen formando a mano y se mantienen los dos ingredientes originales, yema de huevo y azúcar, sin aditivos. Lo que sí ha cambiado es la ambición de la marca y la gama de productos.
Con echar un vistazo rápido a su tienda online es suficiente para darse cuenta de que Yemas de Santa Teresa ya son mucho más que yemas. Sin olvidar nunca la misma filosofía que nació en aquella pastelería, apostar por productos de calidad y buenos ingredientes, la empresa se ha diversificado para ofrecer al consumidor los productos que más se demandan hoy, incluso adentrándose en otras gastronomías con ejemplos como el hummus. Y otra de sus grandes apuestas ha sido abrir locales de venta y consumo in situ, de las Santa Teresa Shop que se conciben como centros gastronómicos y que ya suman ocho locales entre Ávila y Madrid.
Una facturación millonaria en crecimiento
Las yemas son un dulce conocido que hace las delicias de los más golosos pero, ¿pueden generar una facturación de 12 millones de euros? Las claves del éxito de la compañía están en la imagen de marca que ha ido labrándose en los últimos años, su proyección nacional e internacional y la gran expansión de su línea de productos. Pues, aunque se mantiene el nombre de Yemas de Santa Teresa, la empresa es hoy es mucho más que un mero productor de dulces.
Sus espacios se identifican como locales gourmet de productos delicatessen, donde se puede ir a comprar pero también a consumir, incluso con menús especiales adaptados a la temporada, brunch y otras actividades. En su catálogo tienen ya más de 100 referencias de todo tipo, destacando la variedad de platos preparados salados y productos ya muy populares como el gazpacho o las cremas de verduras. Además las tradicionales yemas se han modernizado, si bien no en su receta original, sí en la presentación de los formatos de venta y en variedades especiales como de ron, anís o chocolate.
Los crecientes beneficios de Yemas Santa Teresa demuestran que el consumidor demanda productos gastronómicos de calidad y de que hay que invertir en crear una buena imagen de marca, sabiendo adaptarse al mercado sin perder el rumbo y sin olvidar la proyección tanto nacional como internacional. Seguro que ni en sus mejores sueños el bueno de don Isabelo Sánchez hubiera imaginado hasta dónde llegarían aquellas yemas que preparaba con tanto mimo hace más de cien años.
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