Los pistachos son muy saludables pero hay un gesto que puede llevarnos a desperdiciar una parte de sus nutrientes
Quizá te hayas dado cuenta de que hay un boom del pistacho que está invadiendo todo casi al nivel de las galletas Lotus. Por suerte, este alimento no es un ultraprocesado y sí es saludable, como todos los frutos secos consumidos al natural o tostados. Y no es nuevo, los pistachos llevan décadas como clásico incluso viejuno del picoteo que ahora recuperamos con la tranquilidad de que tiene muchos beneficios para la salud. Con algunos peros.
El pistacho es sano y más que recomendable siempre que sea, como hemos dicho, mínimamente procesado; nada de fritos, cargados de sal o convertidos en cremas dulces, helados o tartas de queso. También hay que tener en cuenta su contenido calórico y su alta densidad nutricional; en pequeñas cantidades concentran una gran cantidad de grasas saludables, proteínas vegetales, fibra y micronutrientes.
La recomendación de la comunidad científica para la población general suele ser de un consumo de unos 25-30 pistachos al día, un puñado, pudiendo ser mayor en función de nuestras necesidades energéticas y nutricionales. Repetimos, al natural o tostados sin sal. Obviamente, si los tomamos acompañados de una cerveza, copa de vino o refresco con azúcar, y además llevamos a la mesa patatas fritas y unos torreznos, pues muy sano no va a ser ese picoteo.
Lo que resulta menos evidente es una práctica habitual errónea que comete mucha gente: quitar no solo la cáscara, sino también la piel que recubre el fruto. Esa piel, de color púrpura, malva, violáceo o rojizo, es un tegumento o fina membrana que protege la semilla -porque el pistacho en realidad no es un fruto-, y a menudo, como también hacemos con las almendras o avellanas, se desprecia.
No es fácil quitarla por ser tan fina y estar tan adherida al pistacho, pero en los ejemplares tostados sí se suele desprender, de tal modo que a muchos consumidores les parece desagradable y prefieren retirarla con los dedos antes de devorarlo. Sin embargo, al quitar la piel estamos desperdiciando uno de los micronutrientes más valiosos del pistacho, las antocianinas.
Las antocianinas son pigmentos hidrosolubles que, desde el punto de vista químico, pertenecen al grupo de los flavonoides. Nutricionalmente nos interesan por su gran poder antioxidante que protegen de los radicales libres y del envejecimiento celular. Los vegetales con colores muy llamativos, como el violeta, rojo o azul, suelen ser muy ricos en estos compuestos.
Así, desde la asociación American Pistacho Growers recomiendan no quitar la piel del pistacho, porque "tienen características antioxidantes que ayudan a la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) como el cáncer, la diabetes o la hipertensión. Además, distintos estudios han demostrado que las antocianinas disminuyen la proliferación de células de cáncer de colon".
Desde Vitónica señalan que varios diversos estudios apuntan a que los polifenoles del pistacho podrían ser los responsables de sus beneficios para regular la glucosa en sangre, "pudiendo esto ser de ayuda para prevenir y afrontar la diabetes tipo 2, así como también podría ser clave para optimizar la función cognitiva del organismo".
Imágenes | Unsplash/Joanna Kosinska - Brenan Greene
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