Las plantas aromáticas son fundamentales en nuestra cocina, especialmente para dar sabor o aroma sin tener que recurrir a elementos como la sal o las grasas. Las opciones, aunque la cocina europea quizá no sea la reina del baile, son casi infinitas.
Si hablamos de nuestras aromáticas favoritas, plantas como el romero, el tomillo, el orégano, la hierbabuena o la albahaca sobre la que hoy hablaremos se llevan la palma. Hay más opciones, claro.
No podemos dejar de pensar en el estragón, el eneldo, la alcaravea, el cebollino, el cilantro, la propia menta o la ajedrea, pero quizá no las utilicemos tan a menudo. En cualquier caso, las utilicemos frecuentemente o no, hay un hecho claro en la mayoría de plantas aromáticas: cambia muchísimo si se usan en fresco o en seco.
Por eso, nada parece más extraño que utiliza albahaca seca para dar gusto a nuestros platos. A un italiano le parecería un sacrilegio y quizá no les faltase razón porque el sabor y aroma de la albahaca fresca es completamente distinto como sucede cuando hacemos un pesto.
Un motivo de peso para intentar tener en casa alguna planta de albahaca con la que recurrir a cierto autoconsumo. Sobre todo, teniendo en cuenta que en los supermercados y mercadillos se suele vender albahaca —cortada—, pero cuya caducidad es tan efímera como intenso es su aroma.
Es esta la razón que damos para intentar conservar una plantita de albahaca en nuestra casa, pero no sólo conviene saber cuidarla: también hay que saber cómo cortar sus hojas para no matar la planta, delicada donde las haya cuando la tenemos en una maceta.
Exigen un suelo relativamente rico en nutrientes y húmedo —que no encharcado—, además de bastantes horas de luz. No obstante, no son amigas del calor intenso, motivo por el que en los días de verano no conviene achicharrar a la albahaca en la ventana.
Más allá de los consejos de cultivo, lo cierto es que algo tan trivial como cortar las hojas de la albahaca mal puede provocar que la planta acabe muriendo o no ofreciendo más hojas. Lo primero, si partimos de una albahaca que hemos plantado nosotros, es no empezar a cosechar hojas hasta seis u ocho semanas después de la plantación.
A partir de ahí, el secreto está en cortar las hojas superiores, lo que invita a la planta a crecer lateralmente y expandirse. Del mismo modo, no se debe cortar el tallo central, pues nos arriesgamos a inhibir el crecimiento de la planta.
Semillas Batlle - Albahaca GIGANTE Genovesa, Color Verde
Además, el otro truco es que también utilicemos los esquejes y tallos laterales de la albahaca para cocinar, no eligiendo sólo las hojas. Si cogemos las hojas más grandes o realizamos cosechas casi diarias, debilitamos la planta y lo más posible es que acabe muriendo a los pocos días.
Imágenes | iStock
En DAP | Las nueve hierbas aromáticas que no pueden faltar en tu despensa
En DAP | Cómo conservar el perejil fresco: este es el mejor truco
Ver todos los comentarios en https://www.directoalpaladar.com
VER Comentarios