Esta es la mejor forma de conservar frescos y crujientes los espárragos verdes

Si no los vas a consumir en el día, conservarlos correctamente es crucial para que no se echen a perder

Los espárragos verdes están disponibles en los mercados todo el año y son un básico de la despensa para muchos hogares, pero es en primavera cuando más brillan en los mercados. Los trigueros, junto con los codiciados espárragos blancos,  tienen una temporada en el campo muy corta y más nos vale aprovecharla bien para disfrutar de esta fabulosa hortaliza en todo su esplendor. Conservarlos correctamente es crucial para que no se nos echen a perder.

Todo comienza en el mercado comprando espárragos verdes en nuestro comercio de confianza, mirando la fecha de recolección, origen y buenas condiciones de envasado y venta, comprobando que lucen frescos, lozanos y sin daños visibles. Lo ideal sería poder comprobar la base, pues es frecuente que empiecen a estropearse por ahí si no están bien almacenados, acumulando humedad que es foco de cultivo para mohos y otros microorganismos.

Hay que tener cuidado al transportarlos, que no se chafen ni se quiebren, pues, y más si son muy finos, se rompen con facilidad. Ojo también con las yemas o puntas, que son muy sensibles a daños y golpes.

La mejor manera de conservar los espárragos

Si tenemos una gran cosecha de espárragos podemos considerar congelarlos, pero no directamente en crudo. Nuestro congelador doméstico no será tan efectivo como la ultracongelación profesional y quedarían algo perjudicados al descongelarlos. Lo mejor es aplicar un escaldado previo.

Queremos que permanezcan crujientes y firmes el máximo tiempo posible, sin secarse y sin ponerse blandurrios o húmedos, con la piel tersa y lisa y la yema intacta, a salvo del moho. Por tanto, necesitamos aportar un poco de humedad pero sin pasarnos, temperatura fresca que no sea excesivamente fría, y cuidado especialmente las puntas, más delicadas.

El método óptimo de conservación es el mismo que recomendamos usar para las hierbas aromáticas frescas: envueltos en papel de cocina húmedo, dentro de una bolsa de cierre hermético y en el cajón o estante menos frío de la nevera. En este caso, sin cubrir por completo, solo en el cuerpo central, para que los extremos respiren y no se pongan mustios.

Otras técnicas, como analizan en TheKitchn, pueden dar resultados dispares aunque son también válidas si los consumimos antes, como guardarlos directamente en una bolsa de plástico de frutería en el cajón de las verduras, sin cerrar del todo. Un recipiente especial con envase al vacío a corto plazo es otra buena alternativa, aunque no lo es tanto ponerlos en un vaso con agua, ya que fácilmente pueden pudrirse por abajo.

Lo mejor, en cualquier caso, es consumirlos cuantos antes para disfrutarlos lo más frescos que podamos.

Imágenes | Freepik/Racool_studio/

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