Los caquis, independientemente de su variedad, son una de las frutas por antonomasia del otoño y el invierno. Carnosos, jugosos, de color anaranjado y muy dulces, además de con pulpas generalmente blandas, son un bocado de felicidad y sabor que en Navidad resultan exquisitos.
En España tienen justa fama los caquis de la DO Ribera del Xúquer, cultivados en el interior de la provincia de Valencia, pero es un producto que encontramos con relativa facilidad en otras zonas de España.
Originarios de Asia, los caquis son una fruta dual, pues dependiendo de la variedad pueden ser astringentes o dulces, ya que el grado de maduración determinará si el fruto es comestible, que es lo que sucede con los caquis blandos.
Sin embargo, los 'duros', a veces bautizados por el nombre de la variedad como 'persimón' o 'sharoni' son siempre dulces, siendo sólo astringentes las variedades blandas.
Independientemente de eso, la propia textura y complexión del caqui también supone un reto a la hora de cortarlo y pelarlo, lo cual nos puede jugar más de una mala pasada si está especialmente blandurrio.
Por eso, hay un método infalible, sean caquis duros o caquis blandos, para pelarlos sin complicarse la vida y sin acabar teniendo zumo de caqui repartido por las manos, poniendo todo perdido y pringoso.
Lo mejor que podemos hacer para cortar y pelar un caqui es respetar el orden para no liarla. Por eso, lo que conviene es primero cortar la fruta en cuatro cuartos, empezando por la base —no por el pedúnculo— y luego tirar de la piel —si es blando— para no desparramar su carne.
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En caso de que sea un caqui duro, en función de la dureza, también se puede utilizar este mismo método, que nos va a facilitar tanto el cortado como el pelado. Una vez que tengamos cada cuarto pelado podremos trocearlo con más calma y hacerlos en tamaño de bocado.
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