El primer café del día es el verdadero despertador para millones de personas en todo el mundo. Ese aroma característico genera una especie de efecto Pavlov tanto en quienes tomamos el café por puro disfrute y quienes aseguran 'necesitarlo' como el oxígeno para enfrentarse a la jornada. Aunque hay muchos rituales y formas de tomarlo, existe un hábito que todos podemos incorporar a nuestra rutina antes del primer sorbo de la infusión oscura.
Si lo que buscamos es potenciar los efectos de la cafeína para espabilarnos, entonces tendremos que esperar un rato después de levantarnos, pero aquí nos referimos más a una cuestión de salud. O, más concretamente, digestiva. Porque el café a palo seco con el estómago vacío no siempre sienta muy bien al estómago.
Es probable que muchos hayan sentido esos típicos efectos en más de una ocasión: ardor, reflujo, acidez, malestar digestivo, disfagia o gases, náuseas... "El café me da acidez", afirma mucha gente. Y en parte es cierto, pero con muchos matices. Y se puede evitar fácilmente.
Recordemos en primer lugar que el concepto 'acidez', en ciencia, se opone al de 'alcalinidad' y se refiere al nivel de pH en una escala de de 0 a 14. El café es naturalmente ácido, y esa acidez propia le confiere gran parte de su sabor característico. Ojo, no es lo mismo que 'agrio'. Un buen café debe tener su grado de acidez. Ahora bien, ¿la acidez del café provoca acidez digestiva?
No tiene por qué. Para empezar, el grado de alcalinidad depende del tipo de café y su procesamiento (tipo de grano, origen, cosecha, lavado, tueste...) y de la preparación (molido, infusión, agua...). Un grano de mala calidad, oxidado, con mezcla de torrefacto y mal hecho es fácil que nos afecte como una patada en el estómago.
Pero el principal problema radica en nuestro estómago, ya que a menudo el café sienta mal a quienes ya son propensos a sufrir problemas digestivos, ardores y reflujo. Cuando el estómago ya viene cargado de serie con sustancias ácidas bailando a su libre albedrío. Al entrar en contacto con el café, las interacciones se disparan y se genera una mayor sensación de malestar, pero podría ocurrir lo mismo si tomáramos un refresco, yogur o una bebida fermentada.
Cómo evitar la acidez al tomar el primer café
Lo primero es cambiar de hábitos: cenar más temprano comidas menos copiosas ayudará a levantarse con un estómago más sereno sin reflujo. Evita los alimentos muy grasos y muy picantes, el alcohol y la cafeína o teína antes de dormir.
Al levantarte, antes de tomarte ese café, bebe primero un vaso de agua sin más, del grifo o mineral, sin gas y sin añadir remedios que no funcionan como limón o bicarbonato. El agua ayudará a 'asentar' el estómago, a hidratar el cuerpo y a neutralizar los ácidos del estómago, porque el agua tiene un pH 7, es neutro. Además, lo ideal sería esperar al menos una hora desde que te levantas hasta que te tomas el primer café.
Considera cambiar el método de infusión si percibes que el café no te sienta muy bien o te parece muy 'fuerte' -lo primero es abandonar para siempre el café mezcla y el torrefacto-. Un café de filtro suele ser más suave, aunque tenga la misma o más cantidad de cafeína que un expreso o un café de cafetera italiana. Acompaña el café con algún alimento de pH alto -alcalino-, como frutas, cereales integrales y frutos secos, y seguro que también te sienta mejor.
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