Conoce los secretos para lograr las fritas perfectas y disfrutar de ese sabor que encanta a todos
La versatilidad y el sabor delicioso de las patatas fritas las hace un alimento favorito a nivel global. Le gustan a todo el mundo.
En Francia por ejemplo, las "frites" son un acompañamiento clásico con platos como moules-frites (mejillones con papas fritas). Mientras que en Estados Unidos se han vuelto icónicas en la cultura y no pueden faltar en cualquier cadena de comida rápida.
Llamadas "chips" en el Reino Unido, son un componente esencial del famoso fish and chips, un plato tradicional británico. Y en Bélgica, dónde se considera ser el lugar de origen de las papas fritas, se sirven con una gran variedad de salsas, siendo la mayonesa una de las más populares.
Si bien, no hay un número exacto de cuántas patatas fritas se consumen anualmente a nivel mundial. En países como Estados Unidos, el consumo es especialmente alto, con cifras que rondan los 3 a 4 millones de toneladas anuales. Esto incluye tanto las patatas fritas caseras, como las que se compran en restaurantes y establecimientos de comida rápida.
Hacer patatas fritas puede ser relativamente fácil, pero hay algunos secretos que pueden marcar la diferencia en el resultado final. Por ejemplo, es importante elegir la patata correcta. Optar por la variedad de tipo Russet o Idaho, que son ideales para freír dado su alto contenido de almidón.
Cortar las piezas en trozos del mismo tamaño, para que se cocinen de manera pareja. Pueden ser tiras, gajos o rodajas, según tu gusto y preferencia. Importante también, remojar las patatas en agua fría durante al menos 30 minutos e incluso unas horas antes de freírlas. Esto ayuda a eliminar el exceso de almidón y a que queden más crujientes. Muchos chefs usan el truco de mezclar el agua con vinagre, que las deja más crujientes aún.
En sintonía con el paso anterior, es esencial secar bien las piezas con un paño limpio o papel toalla después del remojo. El exceso de agua puede hacer que el aceite salpique y que las patatas no queden crujientes.
Es más, lo mejor es freír en dos etapas. Primero, hacerlo a baja temperatura entre los 160 a 170 °C unos 5 a 7 minutos para cocinarlas por dentro. Retirar, dejar reposar unos minutos y después, freír nuevamente a una temperatura más alta entre 190 a 200 °C hasta que estén doradas y crujientes.
Eso sí, es importante no sobrecargar la freidora. Mejor hacer pequeñas cantidades para evitar que la temperatura del aceite baje demasiado, lo que podría resultar en patatas blandas y muy grasientas. Se recomienda agregar sal justo después de sacar las patatas del aceite caliente para que se adhiera mejor y no absorba humedad. Finalmente, dejar que las patatas fritas escurran en papel de cocina después de freírlas para eliminar el exceso de aceite.
Por lo tanto, aunque la preparación básica de patatas fritas es fácil, hay algunos trucos que pueden llevar tus fritas al siguiente nivel. Sean patatas fritas tradicionales de sartén, patatas fritas en la freidora de aire o en su versión menos aparatosa, patatas fritas al horno, se trata de conseguir unas patatas muy crujientes en su exterior y jugosas y algo cremosas en su interior. Una delicia absoluta.
Imagen | Foto 1: freepik, Foto 2: freepik
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