Pasada ya la época de las brevas, ya avanzado el verano llega una de las frutas más mediterráneas, exquisitas y delicadas, también de temporada muy corta. Los higos, verdes o morados, son toda una delicia ya muy apreciada en la Antigüedad, valorados tanto por su sabor como por sus propiedades medicinales y nutricionales.
Lo consideramos una fruta, aunque, siendo más precisos botánicamente, el higo es una infrutescencia, igual que la piña o las fresas. Al principio es una especie de saco que guarda las flores de la higuera. Una vez fecundadas, se va engrosando, formando el "fruto" carnoso. La fruta, propiamente dicha, son las diminutas semillas. Todas estas peculiaridades se trasladan a sus cualidades gastronómicas y también nutricionales, convirtiendo al higo en una pequeña joya del verano.
Se suelen distinguir tres grandes variedades: verdes, azulados y negros, de color mucho más oscuro. Los higos verdes son los más apreciados por ser habitualmente más jugosos, aromáticos y dulces, con una piel más sencilla de retirar. Sin embargo, en cuanto a sus propiedades todos comparten prácticamente las mismas características, similares también a las de las brevas.
Composición nutricional de los higos frescos
Según los datos recogidos en por la Base de Datos Española de Composición de Alimentos (BEDCA), el higo fresco aporta unas 70 kcal por cada 100 g de producto fresco comestible. Es, por tanto, una fruta algo más calórica que, por ejemplo, la manzana (50 kcal por 100 g), el melocotón (39 kcal por 100 g) o el melón (27 kcal por 100 g), si bien su tamaño es mucho más pequeño.
Como alimento vegetal fresco, también es rico en agua (80,3 g por cada 100 g de ración comestible) y su contenido en grasas es insignificante. Aporta fundamentalmente hidratos de carbono (unos 16 g por cada 100 g), siendo rico en azúcares naturales de la propia fruta, y por tanto una buena fuente de energía. Es además saciante, pues contiene 2,5 g de fibra dietética total, frente al 1 g del melón.
Si el 93% del higo se compone de hidratos de carbono, ese 7% restante corresponde a proteínas vegetales, concretamente aporta 1,2 g de proteína, una cantidad similar al plátano por cada 100 g de peso. Como hemos comentado, las grasas son prácticamente anecdóticas, destacando si acaso apenas un 0,21 g de ácidos grasos poliinsaturados totales.
En cuanto a las vitaminas y minerales, el higo fresco sobresale por su contenido en vitamina A y vitamina C, con algunas leves trazas de vitamina B-6, y una pequeña presencia de aminoácidos esenciales (niacina, tiamina y riboflavina).
Muy interesante es su aporte de minerales. Los higos son una buena fuente vegetal de calcio, con 38 mg por cada 100 g de porción comestible, de potasio (270 mg), fósforo y magnesio, además de pequeñas trazas de selenio y zinc, eso sí, mucho menos relevantes.
Propiedades y beneficios de los higos
Considerando su composición nutricional, el consumo de higo fresco como parte de una dieta equilibrada suma numerosas propiedades beneficiosas, como todos los alimentos vegetales. Aunque también se destaca su poder antioxidante, de protección frente a los radicales libres y otras agresiones externas, el higo es ante todo una gran fuente de energía, fibra y agua.
Su consumo moderado es perfectamente compatible con dietas de adelgazamiento, ya que una ración de unas pocas unidades no suma tantas calorías en fresco, y además nos ayudan a sentirnos saciados, pudiendo ayudar a calmar el antojo de dulce o de picotear alimentos menos recomendables.
Por su contenido en fibra y agua son un buen aliado contra el estreñimiento, pueden ayduar a prevenir ciertas enfermedades como el cáncer de colon y contribuyen al buen funcionamiento del sistema digestivo. Asimismo, es una fruta fácil de comer, de masticar y de digerir, salvo que se sufra gastroenteritis o alguna condición similar.
Son perfectamente adecuados para personas de todas las edades, recomendándose especialmente a deportistas o a quienes practiquen una intensa actividad física. Por supuesto, las personas con patologías concretas, como diabetes o insuficencia renal, tendrán que controlar su consumo y consultar con su médico para adaptar su ingesta a sus necesidades específicas.
Hay que recordar que los higos secos pierden gran cantidad del agua y concentran todos sus nutrientes, multiplicando también las cantidades de azúcares. La versión desecada es mucho más calórica, y también posee mayor cantidad de fibra y minerales. Entonces sí que son un alimento muy energético, ideal para la práctica de deporte intenso.
De esta forma, incorporando los higos frescos a nuestra alimentación en esta época estaremos sumando muchos nutrientes beneficiosos, además de disfrutar de su placer gastronómico. En recetas dulces o saladas, hay muchas formas de combinar esta exquisita fruta.
Foto | Pixabay
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