Arrancas tu jornada aún con el pijama, poco a poco la estancia se va llenando de luz y suenan de fondo los sonidos familiares del vecindario. Pasan las horas alrededor de tu oficina hogareña, y de pronto te rugen las tripas; ha llegado la hora de almorzar y te va a tocar de nuevo improvisar. ¿Necesitas un poco de inspiración para preparar una comida fácil, rápida y que sea realmente apetecible?
Tendremos que esperar todavía un tiempo para comprobar si, realmente, el teletrabajo ha llegado para quedarse. Aunque ha ido ganándose su pequeño hueco, estos últimos meses son muchas las personas que han tenido que ajustarse a una nueva rutina, y ya la cena no es la única comida problemática del día.
Paradójicamente, no son raros los casos en los que se terminan echando más horas trabajando desde casa que acudiendo a la oficina. Cada minuto cuenta y no queremos "malgastar" demasiado tiempo en la pausa del almuerzo, y tampoco suelen haber ganas de ponerse el delantal para complicarse preparando la comida. Ocasionalmente puede ser una distracción amena para los que disfrutan cocinando, pero hacerlo a diario se vuelve una obligación tediosa.
Para hacerlo más llevadero, compartimos a continuación algunas sugerencias que todos podemos aplicar a nuestra rutina laboral en casa, adaptándolas a las circunstancias y gustos personales. Improvisar una ensalada, una tortilla corriente o un bocadillo es relativamente fácil, pero buscamos ideas que suban de nivel la comida, para disfrutar de verdad del almuerzo sin caer demasiado en la monotonía. Y así retomar las obligaciones con energías y ánimos renovados.
Una despensa (mínimamente) bien equipada
No hay otro modo: sin ingredientes de base difícilmente vamos a poder elaborar nada. Hay que procurar tener, al menos, algunos básicos disponibles para usar cualquier día de la semana, combinando despensa, nevera y congelador.
Lo ideal es disponer siempre de algunas verduras frescas refrigeradas (calabacín, pimiento, brócoli, judías verdes, champiñones...), hortalizas esenciales de despensa (cebollas, patatas ajos) y un par de variedades congeladas, mejor si están ya cortadas y listas para usar (espinacas, guisantes, zanahorias...), incluyendo los mezclum de ensalada.. Lo mismo con las frutas, siempre hay que tener unas cuantas en casa, sean frescas o congeladas. Especialmente recomendables son los cítricos (que nunca falte limón), el aguacate y las más versátiles como manzana o pera, que se adaptan muy bien a platos salados, y son fáciles de comer como postre delante del ordenador.
Las conservas también nos vendrán bien, pero merece la pena invertir un poco en las que sean de buena calidad (alcachofas, setas, pimientos asados). Otro básico imprescindible son las conservas de tomate, triturado o troceado, y son muy interesantes los encurtidos (chucrut, kimchi, pepinillos, variantes).
También de lata o bote serán prácticas las legumbres cocidas, algunas marineras (incluyendo semiconservas de nevera como las anchoas) y quizá tetrabricks de caldo lo más naturales posibles. En la nevera nunca puede faltar algo de queso (curados y más frescos), abundantes huevos y proteínas de calidad, bien sea carne y pescado, bien alternativas vegetales como tofu o seitán, que estén listos para usar. La opción congelada aquí también es útil y cómoda, por ejemplo con una bolsa de gambas peladas o lomos de salmón.
Y no hay despensa que se precie sin el fondo de armario de los hidratos: pasta, arroz, cuscús, mijo, quinoa, avena... Frutos secos y semillas también suman, así como todo tipo de especias y aderezos al gusto, siendo especialmente útiles la salsa de soja o tamari, el vinagre de arroz, manzana o Jerez, salsa Worcestershire y asiática de pescado, alguna picante, mostaza y mayonesa. Por supuesto, sal, pimienta y aceite de oliva virgen extra son imprescindibles.
Si además disponemos siempre de rebanadas de buen pan casero o artesanal en el congelador, pan de molde de calidad o algún paquete de tortillas de trigo o maíz, pan negro alemán, knäckebrot crujiente o pan naan, podremos improvisar multitud de recetas rápidas.
Las tortillas más fáciles y sabrosas
Mientras que el huevo cocido y escalfado corona como complemento otros platos, las tortillas son una comida estupenda por sí misma. Y mucho más sencillas que freír un huevo o hacerlos revueltos, que tienen su enjundia y requieren práctica para que salgan realmente ricos y jugosos.
Para una comida rápida preferimos apostar por tortillas tipo francesa o a la italiana, estilo frittata, aún más fácil ya que no hay que molestarse en remover o doblar la mezcla de huevo. Para que salga rica hay que procurar combinar la mezcla de huevo batido con un poco de nata o leche, añadir buen aceite emulsionado o algo de pesto y buenos condimentos. Puede ser vegetariana o con algo de carne o pescado, pero lo que siempre pone la puntilla es un buen toque de queso, en la base y/o en la superficie, dejando que se funda y gratine.
Si no quieres encender el horno la mejor alternativa es la tortilla abierta o vaga, popularizada por el gran Sacha Hormaechea. Aquí tenemos nuestra receta, que se puede personalizar de mil formas con remates de todo tipo, y en la base no tenemos por qué usar necesariamente patata. Con verduras como el calabacín o agregando pimientos quedará estupenda. Pocos ingredientes, pero de primera calidad, son lo único que necesitamos.
La versión vegana de la tortilla también es tremendamente fácil de elaborar, si tenemos harina de garbanzos en la despensa. Podemos hacer una tortilla de patatas, o simplemente tortillas individuales estilo omelette, para combinar con ensalada o unas verduras.
Cremas reconfortantes bien acompañadas
Comiendo en casa pocas cosas hay más hogareñas que sacar la cuchara; además son platos que sientan bien al estómago, sacian sin hinchar, y admiten sobras abundantes para repetir y congelar. Si ya tenemos nuestra crema de verduras lista en la nevera no hay más que recalentarla en el microondas o al fuego -más tedioso pero más reconfortante- y acompañarla bien para que sea una comida más completa.
El componente crujiente no puede faltar. Podemos aprovechar pan algo duro o seco -que sea bueno-, dejando que se empape bien, hasta mezclas de frutos secos, semillas, granola salada o cebolla frita, además de regañás, crackers, picos, nachos o chips caseros. Siempre es buena idea rematar las cremas con piezas de su propia verdura cocida al dente sin triturar. Taquitos de buen jamón ibérico o lascas de bonito de calidad, incluso un salmón ahumado o anchoas picadas, potenciarán enormemente los sabores.
Otro buen acompañante es el huevo, cocido apenas cinco o seis minutos para dejar la yema muy cremosa o casi líquida, estilo ramen, o también escalfado. O bien cocido y convertido en un picadillo a cuchillo mezclado con especias, sésamo, algo de jamón o tomate seco en aceite, y queso, es un aderezo fabuloso. Y un buen remate de las cremas son las tostas de pan gratinadas con abundante queso, al estilo francés.
Un componente extra cremoso también ayuda a elevar estas cremas: yogur, nata líquida, queso cottagge, leche de coco, queso mascarpone, kéfir, hummus, tahina, mantequilla, tofu sedoso, etc. El queso feta y el rulo de cabra desmigado nunca sobran en estas preparaciones, y un punto ácido, amargo o picante justo antes de servir, obra milagros en el paladar.
Si no tenemos la crema preparada hay algunas envasadas comerciales de muy buena calidad, pero en realidad tardaremos muy poco en preparar una tirando de verduras ya listas para cocinar, sean envasadas en fresco o congeladas. Cuando tengamos sobras de verduras asadas, no hay nada más fácil que triturarlas con caldo o agua, bien aderezadas, o partir de un salteado rápido antes de cocerlas en 20 minutos para acelerar el cocinado y darles más sabor.
Cuando dejamos la crema más espesa podemos usarla casi a modo de puré o salsa con la que acompañar el pollo a la plancha, un salteado de legumbres o pescado al horno. Y si son más finas y líquidas, las podemos engordar con arroz de cocción rápida, cuscús instantáneo o fideos. Y no podemos olvidar lo fácil que es montar una crema de legumbres muy nutritiva en apenas 15 minutos, deliciosamente rematada con un aceite intenso también sencillo de improvisar.
Ensaladas que sacien y no sean aburridas
Sobre el arte y ciencia de las ensaladas hemos hablando largo y tendido, abarcando casi todos los ángulos posibles. Los hemos aplicado mayoritariamente al verano, pero todas se adaptan a cualquier época del año, variando ciertos ingredientes. Ahora apetecen platos con algo más de cuerpo, por lo que siempre es buena idea apostar más por ensaladas compuestas y templadas, con elementos cocinados como unas verduras asadas, o aliños más contundentes.
En una ensalada completa nunca puede faltar algo de proteína. Las sobras de carne asada hacen aquí maravillas, aunque nos valen también piezas guisadas jugosas, cocidas o cocinadas al momento a la plancha. Conservas de pescado que no sean siempre atún o bonito nos darán más variedad (salmón, caballa, aguja, boquerones, berberechos...), y nunca hay que perder de vista al versátil huevo, el tofu, las legumbres cocidas y/o salteadas y los frutos secos.
Para no mezclar ingredientes sin ton ni son, intenta seguir un hilo conductor que aporte coherencia y sentido al plato. Por ejemplo, una ensalada Cobb o de inspiración griega combinando arroz, orzo o alguna otra pasta con queso feta, tomate, pepino o berenjena salteada, aceitunas negras y perejil con aliño de yogur, o una ensalada de patata al estilo alemán o a la francesa. Puedes hacer la ensalada de pasta más marinera y mediterránea, con atún de lata, unos mejillones cocidos o gambas y gajos de naranja cortadas a lo vivo, rematando con algún toque picante.
Termina con un remate de sabor y textura (crujiente o cremosa) para que sea más atractiva y sabrosa; piñones tostados, granola crujiente salada, semillas, cebolla frita, chips de ajo, ralladura de limón, rodajas de guindilla, hummus o tahina, huevas o suceáneo, mojama rallada, hierbas frescas, rabanitos crudos, queso cottage o burrata, cebolla caramelizada, etc. El perejil o las hojas de salvia fritas son una delicia, por no hablar de crostones de pan de hogaza pasados por la sartén.
Tostas, bruschettas y tostadas
Los angloparlantes suelen llamarlas open faced sandwich, y al parecer se pusieron de moda hace unos años por las redes. No es más que una versión más elegante o instagrameable del sándwich y el bocadillo, pero, en el fondo, las tostas son mucho más adecuadas para un almuerzo desde casa. Al fin y al cabo, el bocata está más diseñado para llevar y comer sobre la marcha en cualquier parte.
Una buena tosta, brusccheta o, simplemente, tostada, es un lienzo en blanco con el que podemos incluir más ingredientes de relleno -o topping- que pan, por lo que también puede ser más nutritiva que el bocadillo. Contar con una buena base sabrosa es esencial, con pan de calidad que aguante lo que le echen y permita comerlas sin crear demasiado caos. Y podemos prescindir del pan usando láminas de verduras como el boniato.
Para que sea una comida completa intentaremos incluir buena variedad de nutrientes, con abundantes verduras o vegetales, proteínas animales o vegetales, y grasas saludables. Podemos untar el pan con aguacate machacado, labneh o queso crema, yogur espeso con mostaza y algo de mayonesa, hummus u otro dip, sobrasada o un paté vegetal improvisado con verduras cocinadas convertidas en crema. O, sencillamente, buen aceite de oliva virgen extra.
Quedan estupendas con sobras de pollo asado o deshebrado, también con la carne del pulled pork o jamón asado. Además de las conservas de pescado, podemos usar ahumados -trucha, bacalao, salmón-, huevo y, por supuesto, jamón serrano o ibérico o algún embutido de calidad que no sea excesivamente graso, y siempre de forma ocasional. Además de hojas y brotes verdes y hortalizas crudas, quedan deliciosas con verduras asadas y a la plancha, o unos tomates salteados; también con encurtidos y escabeches.
Si nos ponemos a cocinar un poco más merece la pena montarlas con salmón a la parrilla, vieiras o pollo o unos langostinos a la plancha, y podemos añadir un poco de mayonesa o bechamel y gratinarlas, o simplemente un buen queso que nos guste, para tomarlas calientes.
Fiesta de crêpes (y sus semejantes)
Las crêpes saladas son tan rematadamente fáciles de preparar, que casi parece mentira que no las preparemos más a menudo. Con una batidora corriente o unas varillas se hace la masa en un santiamén, y salen ricas aunque vayamos con prisa y no la dejemos reposar más que unos pocos minutos. Puedes hacer demás y dejarla en la nevera para el día siguiente o la cena, así no te tienes que preocupar de que sobren crêpes cocinados y se resequen.
Una vez coges la práctica de la masa en una sartén a tu gusto te salen solos, y puedes dejarlos más finitos o más gruesos, servirlos casi como tortitas o blinis más pequeños, o hacerlos bien grandes para rellenar formando triángulos o rollitos. Incluso se pueden convertir en una magnífica base de sucedáneo de quesadillas, y tenemos la versión vegana y sin gluten.
Dale más chispa a la masa con especias o hierbas picadas, y rellénalos con lo que tengas: pisto, salsa boloñesa, jamón y queso, bechamel ligera, ensalada de atún y mayonesa, salmón y queso crema, jamón ibérico y queso manchego, tomate y mozzarella, pimientos asados, baba ganoush, guacamole, ajetes y gambas, pollo asado y cebolla caramelizada, ensalada de perdices en escabeche, provolone y pollo cocido...
Si tenemos gofrera o un molde para estas masas, podemos darle uso con una versión salada, rematándolos con salsa de tomate, verduras, jamón y queso. Quienes sigan una dieta keto o prefieran reducir los hidratos, pueden probar la versión de los chaffles o gofres de queso.
Pollo exprés que no sea una suela de zapato
La carne de pollo es la más común en las neveras españolas y de medio mundo. Es barato y accesible, también sencillo de preparar y apto para toda la familia. Hacer un pollo asado requiere planificación y tiempo, pero un paquete de pechugas, muslitos o contramuslos siempre viene bien como fondo de nevera. También se cocina muy rápido, poniéndolo como candidato perfecto para preparar un almuerzo exprés en apenas media ahora; el problema viene cuando queremos que sepa a algo.
Si no nos hemos acordado de dejarlo en salmuera o marinarlo correctamente con yogur, vamos a necesitar darle alegría con algo más que un triste filete de pechuga a la plancha. A la hora de comprarlo, escoge preferiblemente contramuslos con piel y hueso, que nos darán muchísimo más sabor y jugosidad. La pechuga con piel es otra excelente opción, que probablemente tendrás que pedir directamente así en carnicería. También tienen más calorías, pero ese no es el tema que nos ocupa hoy. Si realmente rehúyes de la piel, al menos que sean contramuslos sin deshuesar.
No tienes más que coger una buena sartén, echar un chorro de aceite de oliva virgen extra -o mantequilla, ocasionalmente-, y dorar a fuego medio-fuerte el pollo salpimentado comenzando por el lado de la piel. Hazlo bien por la otra cara y añade un par de dientes de ajo sin pelar, una rama de romero o tomillo, y deja que se agarre un poco al fondo. Retira el pollo, desglasa la sartén con vino o caldo, un poco de vinagre o zumo de limón y rasca ese fondo con la espátula. Añade mostaza, nata líquida, leche de coco o yogur, y sazona con especias.
Sirve esta salsa exprés sobre el pollo y acompáñalo con un salteado de verduras o cocinadas al vapor en microondas, puré de patatas y/o una guarnición de granos. El arroz vaporizado tarda entre poco y nada en cocerse, y el cuscús aún menos, pues normalmente viene ya precocido. Las bolsas de verduras para hacer en microondas te dan una guarnición saludable sin esfuerzo en menos de cinco minutos.
Otra opción sería una adaptación de esta receta con pimientos: dorar primero el pollo, siempre a fuego más bien fuerte y dejando que se agarre un poco al fondo para rascar la "sustancia" después; retíralo y prepara en el mismo recipiente la verdura deseada. Reincorpora la carne y termina glaseando con algún líquido. Casi siempre es buena idea cubrir con queso rallado y llevar la cazuela a gratinar unos instantes al horno.
Postres casi instantáneos para endulzar la jornada
Finalizamos esta selección de ideas para comer bien con un pequeño apartado para el postre, porque la jornada laboral se lleva mejor con una pequeña alegría más golosa que nos endulce la gris rutina. Un yogur natural y/o fruta de temporada siempre son la opción más sencilla y saludable; pero hay que admitir que, a veces, necesitamos algo extra.
En realidad no hace falta mucho más para convertir esos productos en algo más apetecible y aparente. Simplemente aromatizando el lácteo con vainilla, canela o ralladura de naranja o miel, y enriqueciéndolo con un poco de mascarpone o queso crema, ya le daremos mejor consistencia. Podemos servirlo montando capas con piezas de fruta picada -o frutos del bosque enteros que no hay ni que trocear-, añadiendo algo crujiente como frutos secos o copos de avena. Con un fondo de compota o mermelada casera nos quedarán vasitos más vistosos.
Para darle más alegría y variedad podemos cambiar el yogur de siempre por uno de cabra o de oveja, skyr o griego auténtico -hay que leer las etiquetas, o sustituirlo por labneh casero, queso cottage o una crema de tofu silken o sedoso, que no es más que el tofu muy blando triturado y que se puede mezclar con miel, sirope casero de dátiles o algo de edulcorante. De forma ocasional, un poco de nata montada sin azucarar no hace tanto daño.
El formato cuenco o bowl es aún más sencillo y luce bien, especialmente si escogemos un cuenco bonito, que siempre suma puntos. Podemos triturarlo todo al estilo smoothie bowl o poner la base cremosa coronándola con frutas frescas y secas, y quizá algo de chocolate negro picado o rallado, un toque de canela molida, coco, etc. Los puddings, cremas y mousses falsas, que apenas necesitan triturar y mezclar los ingredientes, son asimismo excelentes opciones dulces para el día a día.
- Pudding de chocolate negro con aguacate y tahini
- Pudding de chía y mango con yogur griego
- Vasitos de plátano y dulce de leche sin horno
- Vasitos de yogur griego, queso y mermelada de higos
- Vasitos de tarta de queso con salsa de fresas
- Mousse de yogur con frutos rojos
- Mousse de fresas y queso fresco
- Pudding de chocolate vegano
Fotos | Unsplash - Pixabay
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