Un toque dulzón hace maravillas en una salsa vinagreta para realzar el sabor de ensaladas y verduras
Hay muchas, muchísimas formas de hacer una vinagreta casera. Si nunca has preparado una como mandan los cánones, empieza practicando con la técnica elemental de cómo hacer la vinagreta perfecta y después anímate a experimentar con tus propias versiones o variantes. Es muy simple, pero al mismo tiempo cualquier ingrediente de más -o de menos- y la proporción errónea pueden acabar en desastre.
La vinagreta francesa básica se compone de vinagre, aceite y sal, y la fórmula ideal se basa en la regla de uno por tres que nos enseñó Julia Child: una parte de vinagre por tres partes de aceite. Esa proporción de 1:3 se puede adaptar a las cantidades que queramos, por ejemplo dos cucharadas de vinagre y seis cucharadas de aceite. A partir de ahí, se abre un universo de posibilidades.
Los añadidos habituales son la típica mostaza, hierbas frescas, pasta de anchoas, cebolla muy picada o ajo, zumo y/o ralladura de limón, pimientas, copos de chile, etc. Pero si tu vinagreta te sale demasiado insulsa, ácida o amarga, puedes suavizarla con un ingrediente que seguro ya tienes en la despensa, la miel.
No en vano una de las recetas más populares es la vinagreta de mostaza y miel, combinación ganadora que casa con prácticamente todo. La miel, idealmente de una variedad más clara y fluida, combina de maravilla con los aromas de un buen aceite de oliva virgen extra, equilibra por contraste el vinagre y da mucho más sabor a los ingredientes vegetales, además contribuye a aportar consistencia homogénea y aporta brillo a la salsa, y ayuda a que la ensalada aguante fresca más tiempo.
Es también muy útil cuando hacemos vinagretas más exóticas con un aceite de nuez, de sésamo o aceite de pipas de calabaza, mucho más intensos, y ayuda a equilibrar el conjunto cuando el vinagre es demasiado fuerte o nos hemos pasado con las cantidades. No es tan recomendable, eso sí, en vinagretas con vinagres dulzones como un balsámico o afrutado.
Si prefieres una opción vegana o quieres seguir experimentando con otros sabores, puedes usar un sirope vegetal como el sirope de arce, de frutas como la manzana o la pera, de ágave, de dátil o miel de caña, con su toque más tostado y acaramelado. Y no hay que echar mucha cantidad, solo un pequeño toque que redondee el conjunto y no enmascare los sabores de la vinagreta. Tampoco queremos una ensalada empalagosa.
Imágenes | Unsplash/Travis Yewell - freepik
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