La sobrepesca no es la única amenaza para la biodiversidad de nuestros Océanos. Por mucho que las autoridades controlen las capturas y garanticen una pesca sostenible, existe un peligro aún mayor para el futuro de la industria: el cambio climático.
Científicos de la Universidad de California en Irvine (UCI) aseguran que la pesca en todo el mundo será de media un 20 por ciento menos productiva en el año 2300, pero en el Atlántico norte y el Pacífico occidental la reducción de las capturas podría recortarse en un 60 % y un 50 %, respectivamente.
Tres siglos pueden resultar muy lejanos, pero la reducción de los bancos de peces será progresiva e irá en consonancia con un crecimiento de la población. En definitiva, habrá mucho menos pescado para mucha más gente. El calentamiento global afecta de forma mucho más tardía al océano que a la superficie terrestre, pero, por esto precisamente, es mucho más difícil de frenar: puede que en tres siglos (si aún no nos hemos matado entre nosotros) logremos reducir las emisiones de efecto invernadero, pero padezcamos las consecuencias de nuestra irresponsabilidad pasada.
En el estudio, publicado esta semana en Science, los climatólogos de la UCI resumen los resultados de simulaciones por ordenador que muestran un mundo sometido a casi tres siglos más de calentamiento global desenfrenado. Este sombrío futuro se caracterizará por un aumento de 9,6 grados centígrados en la temperatura media del aire de la superficie, casi diez veces el calentamiento que hemos visto hasta este momento.
Este calentamiento climático prolongado alterará drásticamente los patrones de viento, aumentará la temperatura de la superficie del océano y derretirá casi todo el hielo marino en las regiones polares. Y, lógicamente, todo esto tendrá consecuencias funestas para la fauna marina.
Los peces del norte no tendrán qué comer
“Estas condiciones provocarán cambios en el crecimiento del fitoplancton y la circulación oceánica alrededor de la Antártida, con el efecto neto de transferir nutrientes de la capa superior del océano a sus profundidades”, asegura el autor principal J. Keith Moore, profesor de ciencia de sistemas terrestres de UCI, en la nota de presentación del estudio. “Los ecosistemas marinos de todo el norte se verán cada vez más privados de nutrientes, lo que provocará una menor producción primaria (fotosíntesis) del fitoplancton, que forma la base de las cadenas alimentarias oceánicas”.
Hoy en día, asegura el científico, los nutrientes son llevados a la superficie alrededor de la Antártida, pero luego se mueven hacia el norte y finalmente fluyen hacia las latitudes bajas, apoyando al plancton y las poblaciones de peces que allí habitan. Pero el calentamiento global hará que todo esto cambie.
“Sin el hielo flotante, que bloquea gran parte de la luz hoy [en la Antartida], se aumenta la fotosíntesis”, explica Moore. “Esto combinado con unas temperaturas oceánicas más cálidas durante todo el año, conducirá a una temporada y tasas de crecimiento más largas y rápidas del plancton. Los vientos más fuertes impulsarán el afloramiento creciente, trayendo nutrientes a la superficie, lo que resultará en mayores concentraciones de nutrientes y más crecimiento de plancton cerca de la Antártida”.
Con el aumento del crecimiento de fitoplancton alrededor de la Antártida, la transferencia de nutrientes hacia el norte se reducirá en gran medida y, con ella, toda la cadena. En definitiva, los nutrientes quedarán atrapados en el Polo Sur. A medida que estos elementos se agoten en el norte, las poblaciones de fitoplancton disminuirán y la escasez reverberará a lo largo de la cadena alimentaria, afectando en última instancia a los peces que los humanos capturan y comen.
Un cálculo enormemente complejo, pero necesario
Al calcular el declive de la alimentación de los peces, los científicos han podido averiguar también cuánto se reducirá la captura de pesca a lo largo del tiempo. Algo que en ningún caso ha sido sencillo, dado que los recursos informáticos que requieren este tipo de modelos son especialmente costosos.
Se necesitaron meses de cálculos usando miles de CPU para simular el clima y el comportamiento de los océanos hasta 2300. Pero, como explica Moore, realizar los estudios climáticos solo hasta el final de nuestro siglo actual, como es común entre científicos y legisladores, es insuficiente dada la cantidad de tiempo que se necesita para que el océano absorba y responda al calor que queda atrapado por la atmósfera de la Tierra hoy en día.
“El clima se está calentando rápidamente ahora, pero en el océano, la mayor parte de ese calor agregado sigue siendo correcto en la superficie. Se necesitan siglos para que ese calor llegue al océano profundo, cambiando la circulación y eliminando el hielo marino, que es una parte importante de este proceso”, explica Moore.
“Esto es lo que sucederá si no frenamos el calentamiento global, y es bastante catastrófico para los océanos”, concluye el investigador. “Todavía hay tiempo para evitar la mayor parte de este calentamiento y llegar a un clima estable para fines de este siglo, pero para lograrlo, tenemos que reducir de forma agresiva nuestro uso de combustibles fósiles y las emisiones de contaminantes de gases de efecto invernadero”.
Imágenes | Pixabay
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