Recuerdo muy bien la primera vez que vi semillas de amapola, fue hace ya muchos años, yo era una niña y estaba pasando el verano con mi familia en Suiza. Un día, en una de esas maravillosas panaderías de pueblo que se encuentran por allá, me encapriché de un panecillo cubierto de curiosos puntitos negros. “Mohnsamen“, me dijo la dependienta; “Son semillas de amapola“, tradujo mi padre. Más tarde me señalaron unas bonitas flores de color rojo que había en un jardín, “Eso son amapolas, las semillas las tienen dentro“, mientras yo disfrutaba de mi rico panecillo.
Poco tiempo después me empecé a dar cuenta de que la presencia de las semillas de amapola en nuestro país cada vez era algo más común. Ya no sólo se encuentran en tiendas especializadas y herbolarios, podemos verlas en comercios más habituales, e incluso poco a poco se vez más productos de panadería que las incluyen entre sus ingredientes. En Directo al Paladar han aparecido en varias recetas, y seguro que muchos de vosotros también las incluís ya en vuestras preparaciones.
La planta de la amapola, su flor y sus semillas
Son dos las especies de amapola más comunes, y de ambas se usan sus semillas para diferentes usos. La más extendida es la llamada amapola silvestre (Papaver rhoeas), de característico color rojo vivo escarlata y que crece de forma natural, en muchas ocasiones acompañando los cultivos de cereales. La otra variedad es la conocida como adormidera (Papaver somniferum), de colores pálidos, también llamada planta del opio, por el alto contenido en alcaloides que posee su fruto, usado en la industria farmacéutica.
Pero las semillas de ambas variedades son inofensivas para el consumo humano. Se localizan dentro de las cápsulas centrales de las flores y se extraen una vez la planta se ha secado. A simple vista parecen diminutos granos de arena de color negro, pero observadas más de cerca se distingue una superficie irregular granulada, y los tonos varían entre grises, pardos y azules. También existen las semillas de amapola blanca, aunque su uso es menos frecuente.
En cuanto a sus propiedades, el consumo de estas semillas resulta además saludable por su contenido en ácidos grasos insaturados, antioxidantes y calcio. Las infusiones realizadas con estas semillas pueden tener un efecto relajante en momentos de ansiedad, e incluso facilitar la expectoración en casos de tos y resfriados.
Las semillas de amapola en la cocina
Quizá el uso más común que se da a estas semillas en todo el mundo sea como ingrediente en panadería, normalmente como parte de las conocidas mezclas de cereales y semillas que cada vez abundan más recubriendo diferentes productos, como los típicos bagels. Es muy habitual su presencia en la panadería centroeuropea, así como en sus recetarios de dulces y postres, destacando especialmente en este campo la tradición de muchas regiones de Europa del Este. En países de Oriente también es un ingrediente común, incorporándose de forma habitual también a platos salados.
Una manera muy sencilla de emplear estas semillas es simplemente añadiendo un par de cucharadas a la masa de un bizcocho o unas galletas. Si no se está acostumbrado a su sabor, lo mejor es empezar aportando un toque ligero para posteriormente ir probando nuevas combinaciones. Al principio puede sorprender la textura, pero personalmente me encanta ese punto crujiente y aromático que da a los productos horneados. Los auténticos entusiastas se pueden mezclar con mantequilla derretida, miel o azúcar hasta crear una pasta untuosa con la que rellenar bollos o pastas.
En preparaciones saladas también ofrecen mucho juego en la cocina. Por ejemplo, las podemos añadir a los cereales de desayuno, espolvorear directamente sobre ensaladas o incorporarlas a una vinagreta, siendo recomendable en estos casos tostarlas ligeramente primero para que adquieran un mejor aroma. Las semillas de amapola no sólo nos permiten crear nuevos sabores y texturas sino que además crean efectos visualmente muy atractivos gracias a sus características.
Fotos | PBednarz, Asiatic League
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En Directo al Paladar | Las semillas: sus propiedades nutricionales y cómo incorporarlas a los platos