Níspero de temporada: características, propiedades y usos en la cocina de la primera fruta de primavera

Avanzada la primavera, los mercados comienzan su particular transición hacia las frutas de hueso que tantas alegrías nos darán durante los meses de verano. El níspero suele ser la avanzadilla que ya nos avisa de que toca despedirse de los cítricos y aprovechar nuevos manjares de temporada mucho más breve, pues, si nos despistamos, desaparecerán tan rápido como llegaron.

A menudo haciendo pareja con los albaricoques, una fruta de tamaño similar pero más dulce y quizá mucho más popular, los nísperos llegan casi de golpe a las fruterías, colmando los árboles con su bonito color naranja y avisando de que la recolección no puede esperar mucho. Con una poscosecha corta, el níspero es sin embargo un producto ideal para elaborar todo tipo de conservas.

Origen y devenir del níspero

Como mencionamos al reivindicar la níspola en invierno, el níspero pertenece a la vasta familia de las rosáceas. Hablamos más concretamente del llamado níspero japonés (Eriobotrya japonica), aunque en realidad su origen hay que rastrearlo en China, desde donde se extendería a Japón y otras zonas del sudeste asiático. En estas regiones sigue siendo hoy un alimento muy popular.

Además de sus dulces frutos, el níspero ha sido muy valorado desde hace siglos como planta ornamental, y así se difundió su cultivo en Occidente, llegando a Europa hacia el siglo XVIII. El nisperero se adaptó fácilmente a las condiciones climáticas de toda la zona mediterránea, pasando posteriormente a más regiones europeas, donde es valorado como árbol de jardín. Hoy en día se cultiva en gran parte del mundo, destacando las zonas más cálidas del continente americano.

Por su facilidad de cultivo y agradecido desarrollo, el níspero comenzó a plantar de forma intensiva a mediados del siglo XX, buscando potenciar la cosecha del fruto. En España destacan los cultivos de todo el litoral mediterráneo, asociado en muchas ocasiones a plantaciones de cítricos y a otros frutales de hueso, como el albaricoque, la ciruela o el melocotón.

El particular clima de la Costa Tropical andaluza suele situar en esta región la cosecha más temprana del níspero en nuestro país, aunque la tradición está más asentada en el levante, concretamente en la zona alicantina. Destaca en la provincia el níspero de Callosa d`En Sarrià, con Denominación de Origen, y cuya producción puede retrasarse, según la campaña, hasta casi rozar el verano.

Descripción, características y principales variedades

El nisperero o árbol del níspero es un árbol de hoja perenne que puede llegar incluso a los 17-18 metros de altura, con una copa redondeada y ramas no muy gruesas que crecen habitualmente en vertical, dándole un aspecto elegante, potenciado por el tronco dilíndrico recto y las estilizadas hojas.

Estas son alargadas, de entre 10 y 30 cm de longitud, color verde oscuro y ligeamente elípticas, con el margen suavemente aserrado. Son muy apreciadas las flores blancas, cupulares, con pétalos que se agrupan oblongos en torno al núcleo formado por numersos estambres y estilos.

El níspero japonés florece con la llegada del frío, ya a finales del otoño o entrado el invierno, y los frutos empiezan a madurar cuando arranca la primavera, según hayan sido las condiciones de temperatura y humedad en cada campaña.

Los fruto en sí mismos son de pequeño tamaño, no superando normalmente los cinco o seis cm de largo, con forma ovoide o globosa, a medio camino entre un albaricoque y una pequeña pera. Cuando ha madurado, el níspero adquiere un color naranja amarillento, algo apagado, con una piel fina y lisa, fácil de retirar, que se torna más oscura y con manchas a medida que madura.

La pulpa es algo más pálida, jugosa, tierna y blanda, más crujiente cuando el fruto aún está algo verde, muy melosa si se deja madurar más tiempo, volviéndose más dulce. No resulta tan carnoso como otras frutas de hueso precisamente por estos, que ocupan gran parte del corazón interior. Cada níspero alberga unos cuatro huesos con forma de semilla alargada y oscura.

Dentro del níspero japonés se distinguen diferentes variedades óptimas para la producción de sus frutos, aunque en España destacan fundamentalmente dos. El Algerie o Argelino es el más temprano, de gran productividad y algo más amarillento, ligeramente ácido, mientras que el Tanaka se recolecta más tarde y presenta frutos más grandes y dulces.

El llamado Golden nugget, más extendido en Andalucía, es un níspero más oscuro y de forma muy redondeada, con una pulpa más jugosa y ligeramente ácida. Por su parte, el conocido como Peluche resulta más llamativo a la vista por su tamaño y forma alargada, más carnoso en la pulpa pero no tan dulce ni aromático.

Propiedades y beneficios del níspero

Como buena fruta de hueso, el níspero destaca en su consumo fresco por el bajo contenido calórico, su aporte de fibra y agua, y algunas vitaminas y minerales.

Con unas 53 kcal por cada 100 g de porción comestible, incluyendo la piel, prácticamente no tiene grasas ni proteínas, siendo sus principales componentes el agua (85,6 g) y los hidratos de carbono. En concreto, siempre tomando como referencia los datos de la BEDCA, en 100 g de níspero fresco encontramos unos 12,1 g de carbohidratos y un 1,7 g de fibra dietética total.

En cuanto a las vitaminas, no es de las frutas más ricas, pero tampoco hay que desdeñar su aporte. Destaca particularmente en su contenido de vitamina A (equivalentes de retinol de actividades de retinos y carotenoides), liposoluble, y folatos. Es además una buena fuente de potasio, con 266 mg por cada 100 g, fósforo y, en menor medida, magnesio y calcio.

Sus beneficios nutricionales podemos enmarcarlos, por tanto, dentro del consumo diario de frutas frescas, siendo muy recomendable para dar variedad a las cinco raciones recomendadas al día. Al ser de pequeño tamaño y muy rico en agua, fibra y pectina, es un bocado saciante perfecto para tomar a cualquier hora cómodamente, y puede ser un buen aliado para dietas de control de peso como tentempié entre horas.

El notable aporte de vitamina A proporciona beneficios para el mantenimiento de una buena salud visual y el buen estado de la piel, el cabello o las uñas, y ayuda a fortalecer los huesos y el correcto funcionamiento del sistema inmunológico.

Cómo elegirlos, degustarlos y sacarles partido en la cocina

Los nísperos se consideran frutos no climatéricos, es decir, que prácticamente no siguen madurando después de su recolección. Esto dificulta la poscosecha, ya que deben cogerse del árbol en su punto óptimo y consumirse cuanto antes para disfrutarlos en su esplendor, dulces y jugosos, antes de que se echen a perder.

Por tanto, a la hora de comprarlos, conviene elegir nísperos de color uniforme y homogéneo, evitando el verde que sería indigesto, tiernos pero no excesivamente blandos al tacto, salvo que se quieran consumir inmediatamente o usar para cocinar con ellos. Como siempre, conviene escoger ejemplares sin golpes, cortes o magulladuras, que no emitan olores extraños, y que conserven el rabito o pedúnculo.

Si aún están firmes, se pueden dejar a temperatura ambiente en una zona fresca de la cocina, lejos de manzanas y otras frutas que despidan etileno; en el caso de los nísperos muy maduros es mejor mantenerlos en la parte menos fría de la nevera, en el cajón o zona especial para frutas y vegetales, sobre una almohadilla que permita la circulación de aire y evite la acumulación de humedad.

Para consumirlos al natural solo hay que lavarlos con agua, frotando la piel con suavidad antes de secarla bien. Aunque comestible, la piel es poco agradable al paladar y tiene una textura algo dura. Para retirarla, normalmente sale fácilmente al tirar hacia abajo desde el pedúnculo superior. Los huesos hay que descartarlos.

Si hemos acumulado una gran cantidad de nísperos que hay que consumir cuanto antes, podemos aprovecharlos para cocinar tanto recetas dulces como saladas. Son muy ricos en pectina, lo que los hace perfectos para elaborar conservas como mermeladas, compotas, chutneys y también salsas para acompañar carnes o quesos.

Recetas e ideas para cocinar con nísperos

Para hacer mermelada de nísperos con frutos maduros podemos emplear una proporción de unos 600 g de azúcar por cada kilo de frutos ya pelados y sin hueso, o reducir incluso ese nivel de dulce para hacer una compota. Otra opción es pelarlos, cortarlos por la mitad para retirar el hueso, y envasarlos cocidos en almíbar.

Podemos jugar con ellos en sustitución de cualquier otra fruta de hueso en recetas como un batido, smoothie, granizado o helado, y son estupendos para elaborar salsas agridulces como un chutney. Con nísperos podemos hacer igualmente postres como gelatinas, un pudin, flan, bizcochos y pasteles como una tarta tatin, solos o combinados con otras frutas como el albaricoque y las fresas.

Hacen muy buena pareja con el queso, los frutos secos y las carnes asadas, así como con hojas verdes con un toque amargo, como la rúcula o la escarola. Una forma fácil de consumirlos en recetas es pelados y troceados dentro de una ensalada primaveral.

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