Todavía irremediablemente asociado a la cultura del fast food estadounidense, el kétchup poco a poco se ha ido ganando su hueco como un condimento que también puede ser de calidad respetable. Todo depende de su calidad y del uso que le demos, pues hay muchas más formas de aprovechar esta salsa más allá de embadurnar las patatas fritas o acompañar la hamburguesa.
Con su característico sabor agridulce y la intensa combinación de especias y aromas, es fácil adivinar por qué el kétchup ha conquistado medio mundo. Más dulzón que agrio, de textura melosa y algo caramelizada, ese elevado contenido en azúcares evidencia que no es precisamente la más saludable de las salsas. Sin embargo, usado con moderación, puede potenciar el sabor de muchos platos y recetas.
Resulta curioso pensar que el kétchup original no había ni rastro del tomate y que llegó a Estados Unidos como condimento procedente de China. En su composición primigenia se solía elaborar, entre otros ingredientes, con setas, ostras, mejillones, huevo o nueces.
La mala fama de esta salsa viene ligada a su imagen como icono de la comida basura de Estados Unidos, siempre presente en las mesas de los diner y que tantas veces hemos visto en el cine o televisión añadirlo a prácticamente cualquier plato. Y todos hemos oído anécdotas de turistas americanos que piden kétchup para aderezar su plato de paella o la tortilla de patatas, aunque luego nosotros practiquemos guarrindongadas similares.
Gustos aparte, un buen kétchup no es más que un condimento más que podemos tener en la despensa o nevera para combinar con otros elementos en la elaboración de recetas. Como la salsa Worcestershire, la de soja, la mostaza o la sriracha, el kétchup puede ser un ingrediente más con el que jugar en la cocina.
Salsa barbacoa casera
Siempre podemos también comprarla ya hecha, pero si no solemos consumirla a menudo o preferimos elaborarla casera, a nuestro gusto, una buena salsa barbacoa mejorará enormemente con el inestimable toque del kétchup. Después ya podemos jugar con la receta e ir ajustando los sabores sobre la marcha, pues hay quien la prefiere más dulce mientras que otros disfrutarán más con un aderezo picante o más ahumado.
Y si hemos comprado una versión comercial que nos resulta demasiado fuerte, rebajarla con algo de kétchup es un buen truco que siempre funciona.
Glaseados de pasteles de carne
El meatloaf es una comida familiar muy popular en Estados Unidos, con variantes también entre los británicos, aunque allí son más aficionados a los pasteles con masa tipo pie. El problema de estas preparaciones es que corren el riesgo de resecarse demasiado por fuera, y es por ello que el kétchup ayuda a glasear y dar jugosidad durante y después del horneado.
También podemos aplicarlo a recetas frías con carne picada, como un rollo de carne relleno de jamón y queso, o un fiambre de carne picada y mortadela.
Vinagretas y aliños
La salsa vinagreta francesa básica se elabora con aceite de oliva virgen extra, buen vinagre, sal, hierbas aromáticas, y mostaza opcional. Sobre esta base podemos hacer variaciones y multitud de innovaciones más o menos creativas, como por ejemplo con naranja o con mantequilla negra.
Y casi cualquier receta de un aliño se beneficiará de un pequeño toque de kétchup en su emulsión. Este aderezo, con su cremosa textura, sabor umami y matices dulces, aporta matices deliciosos que pueden transformar una aburrida ensalada en un plato lleno de sabor.
Albóndigas y hamburguesas
Coronar la carne de una hamburguesa -o untar el panecillo- con kétchup no es ninguna innovación, pero de Gordon Ramsay aprendimos el truco que echar esta salsa en la mezcla de la carne picada. Es un recurso que funciona realmente bien con cualquier receta similar, como cualquiera de las recetas de albóndigas más de nuestro gusto o unos filetes rusos.
El kétchup se integra así en la mezcla de la masa, dándole jugosidad, sabor y aromas, ayudando a cohesionar los ingredientes. Siempre sin excesos, es un buen as en la manga para evitar resultados demasiado secos, y también se puede aplicar a recetas vegetarianas y veganas, con legumbres o soja texturizada.
Una receta con la que lucirnos si tenemos invitados para poner en práctica esta idea son los aros de cebolla rellenos de cheeseburger. Absolutamente adictivos.
Salsa rosa y variantes para un cóctel o salpicón
Recibir una ración de patatas bravas bañadas en salsa rosa deprime un poco, pero este condimento, bien hecho y con el acompañamiento adecuado, se merece un monumento. Ligera no es, pero hay que reconocer sus virtudes gastronómicas cuando se utiliza con cabeza.
El kétchup es parte imprescindible de su composición, y podemos usarla simplemente para mojar gambas y langostinos, o para elaborar ensaladas, cócteles y salpicones, tanto para servir de aperitivo en vasitos como para compartir en raciones, o para preparar pequeños canapés y cucharitas.
Además nuestro aderezo de tomate puede aderezar este tipo de platos fríos independizándose de la mayonesa; el marisco le va de miedo, aunque nada nos impide ir más allá con alguna versión de pollo o incluso con legumbres.
Salsas para pasta
Casi peor que las bravas con salsa rosa son los platos de mala pasta recocida nadando en kétchup -aunque cada uno es libre de comerla como quiera-. Sin embargo, eso no quita que este aderezo pueda ser un ingrediente sorprendente en la creación de recetas de salsas para pasta, eso sí, más elaboradas.
Para abrir un poco la mente a este respecto es mejor dejar Italia y dirigirnos hacia Asia, donde la fusión de culturas culinarias con las cocinas occidentales nos deja ideas curiosas. En Japón, por ejemplo, son grandes aficionados al kétchup, y lo han incorporado a recetas de aire muy hogareño como son los sabrosos espaguetis napolitana. Merece la pena probarlos.
Arroz frito o salteado
Siguiendo la inspiración asiática, los salteados, woks o platos de arroz frito "con cosas" se pueden enriquecer fácilmente añadiendo kétchup al fondo de la sartén. Usándolo como si fuera el concentrado de tomate que empleamos para enriqucer tantas salsas y guisos, esta salsa se funde con los demás ingredientes y aporta mucho sabor y jugosidad, además de un toque de color.
Podemos ponerlo en práctica en recetas como un arroz al curry para guarnición, el típico arroz tres delicias o cualquier plato de arroz frito. Tampoco desentonaría en absoluto en platos como el jambalaya, que además tiene un fondo de tomate.
Tortillas
Los huevos fritos con kétchup son muy comfort food, y es que este alimento también hace muy buenas migas con la salsa de tomate agridulce. Pero proponemos ir un paso más allá retomando la inspiración japonesa, donde una receta muy querida es el omurice, otro ejemplo de fusión cultural.
También extendido a otras zonas de Asia como Taiwán o Corea, se trata de una tortilla francesa (omelette) que envuelve un relleno de arroz frito (rice). Por su carácter humilde y popular, existen multitud de variantes según el gusto de cada casa, pero lo habitual es que se corone con una cantidad razonable de kétchup.
Podemos ignorar el relleno de arroz -aunque nos confirma el punto anterior- y simplemente servir nuestra tortilla francesa con un toque de nuestro kétchup favorito. Otro truco consiste en batir los huevos con un poco de la salsa, para darle más sabor, color y jugosidad al cuajado.
Por supuesto, el kétchup combina muy bien con huevos duros, pochados, pasados por agua, a la plancha, al horno o revueltos. Y por mucho que sea casi pecado mencionarlo, también la tortilla de patatas está muy rica con un toque razonable de kétchup de calidad. Pero mejor no pedirlo en un bar.
Currywurst y otros platos con salchicha
Los perritos calientes no tienen aquí la misma popularidad de la que hacen gala en Estados Unidos, pero indudablemente también son otro de los destinos más conocidos del kétchup. En nuestro país parece que se reduce la combinación a esos tristes menús infantiles donde el kétchup va a la par con el tomate frito industrial, y, sin embargo, es una pareja de ingredientes que merece la pena reivindicar. Siempre que sean de calidad, faltaría más.
Podemos usar nuestro kétchup casero o marca favorita para dar sabor a preparaciones más elaboradas como los sausage rolls británicos o estos otros rollitos de hojaldre con crema de pimientos, añadiendo el aderezo a la mezcla del relleno. Recordándonos a los corn dogs estadounidenses, pero más fáciles, tenemos las atractivas banderillas de salchicha, para servir con el kétchup o incorporándolo al interior.
Y tampoco podía faltar en este recopilatorio el ya icónico currywurst alemán, con su curiosa** salsa de tomate y curry**. En nuestra receta proponemos hacer la base de tomate totalmente casera, pero si usamos kétchup decente o lo incorporamos a la base para enriquecerla, también nos quedará bien sabroso.
Como siempre, la calidad de todos los ingredientes implicados en este tipo de recetas de fast food resulta esencial. Porque la comida rápida, de vez en cuando, también puede ser más que digna y sabrosa.
Fotos | iStock - Unsplash - Jonathan Lin
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