¿Daño? ¿Bocadillos? ¿Manera? Si todas estas preguntas te están asolando la cabeza de repente, sigue leyendo porque sí, hay una manera de hacerse daño comiendo bocadillos y te vamos a explicar cómo evitarlo.
Este problema es bastante posible que un señor de Estados Unidos, aficionado al pan de sándwich y al pan de molde, no le pase. También es bastante posible que si en vuestra vida lo único que ponéis hoy sándwich mixto y sándwich club, donde este pan apenas tiene dureza, no sintáis ningún problema a la hora de comerlo.
Distinta cuestión es intentar echarle mano a un bocadillo, sobre todo cuando nos pasamos de frenada y hacemos bocadillos con ese pan duro que lleva dos días en la panera y que empieza a convertirse en una especie de iceberg panero que lo único que va a hacer es amenazar a nuestra boca.
Los dientes, sobre todos los incisivos, que son los que dan la cara cuando echamos mano (mejor dicho mordisco) a un bocadillo son los primeros en sufrir las consecuencias de elegir un pan demasiado duro o demasiado seco para hacer bocadillos.
Puede que esto parezca un juego de niños para aquellos que son relativamente jóvenes. Pero, a partir de una edad, la realidad es que comerse bocadillos sobre todo si tenemos prótesis dentales o ciertos problemas en nuestros dientes, se puede llegar a convertir en un drama.
No es extraño que sean muchas las personas que van troceando desmigando a poquitos cada bocadillo para poder comérselo, pues no quieren rechazar este pequeño placer cotidiano, pero es evidente que llevarlo entero a la boca puede suponer un conflicto. Encima, más allá del conflicto, incluso puede llegar a dolernos.
Un pan demasiado duro, seco o crujiente puede causar pequeñas heridas en el paladar. ©Freepik.
Sin embargo, aunque nuestros dientes sean fuertes, hay una parte dentro de nuestra boca que es especialmente sensible y sobre todo si nos dedicamos a meter elementos duros o cortantes en ella: el paladar por este motivo, nuestra única recomendación para comer bocadillos, tengáis 20 años o tengáis 80, es que tengáis cuidado en cómo introducirlo en la boca.
Parece una chorrada, pero sobre todo si tostamos un pan y lo hacemos todavía más seco y más duro, es posible que esos pequeños piquitos que se suceden en las típicas barras, baguette o chapata, se vuelvan aún más duras y nos puedan dañar el paladar.
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Por este motivo, lo que os recomendamos es que deis la vuelta al bocadillo. Algo tan sencillo que hará que la parte más blanda y menos áspera del pan esté en contacto con el paladar, mientras que la parte más dura y cortante será la que entra en contacto con la lengua, que es un músculo bastante más poderoso y menos sensible a este tipo de contrastes de lo que es el paladar
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