A principios de mes Mercadona anunciaba el relanzamiento de uno de sus productos más populares desde hace años, las albóndigas precocinadas en lata en sus sus variedades, en salsa y de pollo. Con la idea de adaptarse más al gusto del cliente (los "jefes", como siempre dice la compañía), se ha renovado la receta para mejorar la calidad y hacerlas más ligeras, buscando un acabado más sabroso inspirado en la cocina tradicional.
Con el auge de los precocinados ultracongelados y, cada vez más, frescos o semicocinados de cuarta y quinta gama, cada vez más presentes en los lineales de comercios de alimentación, tiene casi algo de encanto nostálgico comprobar que el formato de bote o lata de conserva metálica sigue presente y que además se mantiene como uno de los más vendidos entre los consumidores, que no tengan tiempo de preparar en casa unas albóndigas artesanas de verdad.
La compañía asegura que vende más de 11.000 unidades al día en toda España de sus latas de albóndigas en salsa, unas cifras nada desdeñables para un producto que casi parece pasado de moda pero que, hay que reconocer, te puede salvar más de un apuro. Su fama queda patente cuando la empresa se ha tomado la molestia de adaptar su fórmula más a las tendencias actuales de alimentación más sana y "natural", por lo que había curiosidad por hacer una cata.
La lata de conserva fue una revolución que solucionaba el grave problema de la conservación de alimentos, dando paso a la comida industrial. Hoy en día confiamos en la cercanía de cualquier comercio o a la seguridad de nuestra nevera, pero la ficción postapocalíptica nos recuerda que, en caso de emergencia, no hay nada como las casi indestructibles latas de comida para sobrevivir.
Si el formato se ha ido abandonando es porque los otros sistemas de conservación mencionados ofrecen resultados más atractivos; hay que admitir que, por muy prácticas que sean las latas, la comida que sale de ellas no es la más apetitosa del mundo. Para mantenerse como éxito de ventas algo tienen que tener unas albóndigas que incluso en la propia Mercadona podemos encontrar refrigeradas o ultracongeladas.
Presentación y formato
El formato del producto no tiene mucho misterio, pues es una lata metálica como otra cualquiera de esta gama de alimentos. Se trata de un bote cilíndrico corriente, con una etiqueta de papel en su cuerpo central, que se de abre en la parte superior mediante una anilla. Se agradece que se estén abandonando los botes que requieren el uso de peligrosos abrelatas, y la hemos podido abrir sin problemas.
Cada unidad tiene un peso neto de 420 g que nos ha costado 1,40 euros, por lo que salen a 3,334 euros el kilo. Se supone que en cada lata se ofrecen dos porciones, para dos comidas o para compartir entre dos personas en un menú más completo, o para una única ración de alguien con buen apetito.
Ingredientes, composición nutricional y fabricante de las albóndigas
Tanto estas albóndigas como las de pollo están elaboradas para Mercadona, bajo su marca blanca Hacendado, por el mismo proveedor, Totaler Industrias Frigoríficas del Louro, en O Porriño (Pontevedra, Galicia). Frigolouro es el centro donde la marca Coren, que aparece en la propia etiqueta con su característico logo, procesa la carne de cerdo de sus productos y elabora más de medio centenar de referencias de conservas.
El resto de información que presenta la etiqueta, en su parte trasera, corresponde al obligado listado de ingredientes y su composición nutricional, además de ofrecer detalles de preparación. La denominación comercial legal del producto es "Albóndigas en salsa", pues no hay más misterio ni juegos confusos de publicidad. Es lo que es, y no engaña.
Esta es la lista completa de ingredientes, en orden de mayor a menor cantidad:
Albóndigas (carne de cerdo y vacuno, agua, pan rallado sin gluten [harina de arroz, dextrosa, fibra vegetal y emulgente E-471], proteína de soja, huevo, almidón, sal, perejil, ajo y especias).
Salsa (agua, tomate, azúcar, almidón, cebolla, pimiento rojo, sal aroma y especias) y guisantes.
Están certificadas como producto sin gluten y sin lactosa, siendo por tanto aptas para alérgicos e intolerantes de estas sustancias.
En general los ingredientes son los mismos que podríamos encontrar en una cocina profesional colectiva (tcentros sanitarios, residencias...) o incluso en la casera, quitando un par de aditivos comunes al pan sin gluten industrial. Lo que más nos chirría es que tengan que recurrir a la proteína de soja en lugar de usar solo carne animal, aunque es una práctica habitual en la comida preparada, como ya vimos en las gyozas de pollo.
VALORES MEDIOS NUTRICIONALES | POR 100 G | POR PORCIÓN DE 210 G |
---|---|---|
Valor energético | 138 kcal | 291 kcal |
Grasas | 8,8 g | 18,5 g |
de las cuales saturadas | 2,9 g | 6,1 g |
Hidratos de carbono | 5,3 g | 11,1 g |
de los cuales azúcares | 2,2 g | 4,6 g |
Proteínas | 9,0 g | 18,9 g |
Fibra alimentaria | 1,0 g | 2,1 g |
Sal | 1,18 g | 2,5 g |
Lo más criticable podría ser la falta de detalle del tipo de carne en concreto que se ha usado (nada que no esperásemos, por otro lado), y la cantidad de azúcar que ya sospechábamos podría llevar la salsa de tomate. Aún así, se ha reducido tanto el azúcar como la grasa que tenían originalmente estas albóndigas en su formato original. En cuanto a la sal, podría llevar menos, pues se acerca a los 1,25 g por cada 100 g considerados como excesivos en los platos cocidados.
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Las probamos: mínima complicación, sabor aceptable
Como casi todos los precocinados enlatados, estas albóndigas se podrían comer tal cual simplemente abriendo el bote sin más, pero obviamente resultarán mucho más apetecibles si las calentamos y las servimos como una comida más decente en su cazuela o plato.
El fabricante indica que se pueden calentar en un recipiente apto para microondas -jamás introduzcas una lata metálica en este aparato-: para ello hay que programar dos minutos a máxima potencia, remover y volver a calentar el mismo tiempo y así repartir el calor más homogéneamente.
La otra opción, que ha sido nuestra elegida, es la placa, que nos da un resultado algo más aparente como cocina casera de pega. La consistencia del contenido al verterlo en frío no es la más apetitosa, pero gana mucho al calentarlo en una cazuela, y va emitiendo un aroma más agradable. A fuego medio estará listo en unos 5-6 minutos, removiendo con suavidad.
¿Y están buenas? No son para tirar cohetes ni te harán llorar de emoción, pero podrían servírtelas en un menú del día de bar corriente de barrio o en cualquier cafetería de carretera y tampoco te ibas a extrañar. Tienen ese regustillo de la comida enlatada difícil de olvidar sin ser del todo malo, y aunque las albóndigas parecen menos industriales que otros precocinados, sí son algo mazacotes de más en su interior, de ahí que se refuerce la salsa.
Nos hubiera gustado encontrar más guisantes y menos salsa, que además se nota excesivamente dulce para nuestro gusto, lo cual quiere decir que seguramente gustará a la mayoría acostumbrada a este tipo de productos de comerciales. Recomendamos tomarlas con arroz blanco para aprovechar la salsa y dividir cada lata en dos raciones, quedando así un menú más equilibrado si lo acompañamos con una ensalada ligera.
En definitiva, las albóndigas en salsa de Mercadona son un producto más que aceptable para recurrir a él ocasionalmente y quizá como recurso de emergencia. Quien haya vivido en una casa de campo aislada con frecuentes cortes de luz sabrá lo que se agradece tener latas de comida en la despensa.
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