Hace un par de meses, cuando estuve visitando Alimentaria Barcelona 2014, tuve la oportunidad de poder cenar en un agradable bar cerca de la Avenida Paral·lel --Bar Calders, por si tenéis curiosidad-- cuya mayor virtud, además de una buena y extensa selección de cervezas, era una cocina tan sencilla como deliciosa hecha a partir de conservas de calidad.
Recuerdo especialmente una melva con una escalibada que estaba estaba deliciosa, pero en general todo lo que pedimos estaba muy bueno, lo que, unido al tomate frito ecológico espectacular que probé en mi visita a la fábrica de Caldo Aneto, me ha hecho reflexionar sobre lo bien que se puede comer utilizando latas y conservas de calidad.
La importancia de las conservas de calidad
Es importante resaltar este último añadido, porque es el que marca la diferencia. La calidad en una conserva es crucial para que tenga sentido desde el punto de vista culinario. Gracias a esa calidad pueden existir locales que basen su menú en ellas, como el mencionado Bar Calders en Barcelona o el igualmente recomendado La Conservera en Valencia, que hace de las conservas de pescado portuguesas su bandera.
Eso no quiere decir que no tenga en casa algunas latas de atún barato o tomate frito que me saquen de un apuro en algún momento, pero si lo que quiero es comer bien sin complicarme demasiado, entonces recurro a esas conservas de calidad.
Por ejemplo, no es lo mismo unos macarrones con atún de lata y tomate frito de brik, que esos mismos macarrones con, por ejemplo, un bonito del mar Cantábrico en aceite de oliva de Olasagasti y el mencionado tomate frito ecológico. Digo Olasagasti como podría decir otros bonitos del norte da calidad, simplemente es que a esta pequeña conservera la conocí en Alimentaria y he tenido una muestra para comprobar la diferencia.
Para redondear la fiesta, con la salsa de tomate y el bonito que quedó, y añadiendo un buen pan y unas olivitas, me preparé un bocadillo para almorzar al día siguiente que me supo a gloria bendita.
El problema del precio
¡Pero es que las conservas de calidad son muy caras! Es cierto, muchas veces hasta dos o tres veces más caras que una conserva normal, o incluso más, pero si ese coste extra supone pasar de simplemente ingerir alimentos a disfrutar de hacerlo, o nos permite ahorrar algo de tiempo en la cocina sin renunciar al sabor y la calidad, creo que merece la pena el esfuerzo.
Desde luego, sigo siendo fiel defensor de hacer las cosas nosotros en casa. Rara vez compro caldo envasado y me gusta más el tomate frito casero --aunque hay alguno en conserva muy rico y a buen precio-- pero siempre viene bien tener conservas en casa para las emergencias, sabiendo que se puede comer muy bien utilizando latas y conservas de calidad.
Hay ahí fuera hay un montón de conservas de calidad que, unidas a un poco de imaginación, como la que pone Falsarius Chef en su blog, pueden hacernos cambiar completamente el significado de la expresión "comer de lata", convirtiendo un acto de supervivencia en una placentera comida.
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