Lo vemos nombrar en muchas recetas japonesas, ya que el mirin es un ingrediente fundamental en muchas preparaciones de la cocina nipona, del cual, si buscamos una equivalencia con los usos occidentales, podríamos decir que es algo así como nuestro vino de cocina, aunque algo más dulce y con una base muy diferente.
El mirin es un tipo de sake, dulce, con poco porcentaje de alcohol, y de color ámbar, que se utiliza únicamente para cocinar. Se elabora con sake destilado (shochu) mezclado con arroz glutinoso cocido y hongo koji. Esta mezcla, una vez reposada y prensada se filtra, obteniendo el mirin. Hay dos tipos de mirin muy diferenciados, el mirin-fuhmi, en realidad un preparado sintético con una concentración alcohólica del 1%, y el hon-mirin, el que se prepara de una forma natural y que tiene un 14 % de alcohol.
Además de utilizarse en muchas salsas (quizá las más conocidas sean las salsas yakitori y yuan), podemos verla en recetas de carnes y pescados formando parte del adobos y aderezos, o junto a los huevos y la soja en los ingredientes de la tortilla japonesa, aunque no suele usarse en sopas como la de miso. No os extrañe si cuando vayáis a comprarlo lo encontráis en envases muy grandes, ya que se utiliza con profusión en múltiples recetas, haciendo insuficientes los tamaños más pequeños. En mi última compra en una tienda de productos asiáticos, volví a casa con una botella de 1800 ml, pues no la había más pequeña.
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