La gama de ensaladas de bolsa envasadas se ha multiplicado en los últimos años, productos de cuarta gama que entran en el grupo de los llamados buenos procesados. Aunque es más sostenible y económico comprar las lechugas y demás hortalizas de hoja al natural y sin envasar, es un formato muy cómodo para preparar platos saludables al instante. A pesar de todo, no tienen una vida eterna y también tienden a estropearse en pocos días.
Detrás de la cuarta gama hay un gran engranaje de compañías que invierten en distintos departamentos de I+D, desarrollando y aplicando tecnologías desde las semillas hasta el envasado, buscando obtener el producto óptimo que mejor se adapte a este formato de comercialización. No es nada fácil, pues los vegetales deben presentarse cortados, limpios, desinfectados y muy frescos, luciendo apetecibles para el consumidor.
El problema es que precisamente estos alimentos son muy frágiles y sensibles, y tienen una vi útil corta. Los tratamientos que se aplican y el envasado en atmósferas protectoras alargan un poco su conservación, pero pueden estropearse ya incluso en el lineal del supermercado, antes de superar su fecha de consumo preferente.
Lo ideal, como suelen indicar los propios fabricantes, es consumirlas cuanto antes y de golpe una vez abierto el envase, pero somos muchos los que estiramos estas bolsas varios días. Hay algunos trucos que podemos aplicar para que se conserven frescas durante más tiempo.
1. Antes de comprar, elige bien
Todo empieza en el momento de la compra, no solo escogiendo la marca y la variedad que nos resulte más apetecible. Merece la pena deternse un momento a revisar todas las fechas de caducidad o consumo preferente para buscar la más tardía o menos próxima, así como comprobar visualmente que la ensalada luce bien. También es buena idea escoger una bolsa que no esté primera en la fila, pero tampoco al final del todo, demasiado cerca de la fuente de frío.
Por respeto al resto de consumidores, si vamos a manosear mucho, lo mejor es desinfectarlas primero con gel hidroalcohólico y/o usar guantes desechables de los que tienen en la sección de frutería, y no estrujar demasiado las bolsas para no dañarlas.
2. Respeta la cadena de frío
No es un congelado ni carne o pescado crudo; aún así, conviene no exponer estos productos a cambios bruscos de temperatura ni a tiempos prolongados fuera de la refrigeración. Échalas al carro o cesta al final de la compra y colócalas junto a otros productos que estén fríos. En verano, mejor lleva una bolsa de refrigerados, y no las expongas a la luz solar o fuentes de calor.
3. Consúmelas cuanto antes
Por mucho que tengan una fecha de consumo amplia, es preferible comprarlas solo si sabes que las vas a abrir ese mismo día o al siguiente. Cuanto más frescas estén, menos riesgo hay de que se estropeen. Como siempre, ir a la compra con una cierta idea de los menús de la semana o de la organización de las comidas en casa, ayuda a no desperdiciar comida.
4. El truco del papel de cocina
El gran enemigo de los alimentos frescos, más aún de los vegetales crudos, es la humedad. Las hojas se ponen mustias, blandurrias y rápidamente pueden desarrollar moho, además de malos olores o sabor incomestible.
La humedad puede aparecer incluso en la bolsa cerrada por condensación. Para evitarlo, un truco sencillo es colocar dentro una o dos hojas de papel absorbente de cocina, incluso nada más llegar a casa, antes de consumirla.
5. Pásalas a otro recipiente mejor
Combinado con el truco anterior está el recurso fácil de pasarlas a otro recipiente que ofrezca una mejor conservación, una vez abierto el envase. Un táper de calidad, limpio y desinfectado, con cierre hermético, ya es un buen apaño, pero mejor aún si tiene un sistema de envasado al vacío, como este que probamos en Directo al Paladar.
Algunos envases están diseñados específicamente para conservar de forma óptima las hojas verdes y hortalizas semejantes, ajustando la humedad, evitando encharcamientos y con filtros de carbono.
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6. Consérvalas en la zona correcta de la nevera
Las ensaladas de bolsa necesitan frío, pero en su justa medida. Mucho cuidado en colocarlas en una zona demasiado interior de la nevera, pues podrían enfriarse tanto que incluso llegaran a congelarse o desarrollar escarcha.
Si es posible, deposítalas, en sus envases, dentro del cajón especial de frutas y verduras, que ofrece el ambiente y la temperatura más adecuadas para los productos vegetales. En cualquier caso, evita también exponerlas a las constantes aperturas de la nevera, y nada de colocarlas junto a manzanas u otros alimentos que desprendan etileno (uva, tomate, plátano, ciruelas) u olores fuertes.
7. Prioriza los vegetales más resistentes
Si eres indeciso a la hora de escoger, póntelo más fácil comprando las ensaladas que incluyan una gran parte de hojas más duras, gruesas y resistentes, que habitualmente son de color verde más oscuro. Las espinacas y la rúcula son dos grandes ejemplos, especialmente esta última. Los germinados, las flores y las lechugas más finas suelen estropearse antes.
Fotos | iStock - Marco Verch - Fruitnet
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