Siete pistas que te deben hacer desconfiar del estado de un huevo: de un clara roja a manchas verdes (y cuándo son seguros)

El huevo es un alimento muy nutritivo del que aún colean mitos en torno a su consumo, pues ya sabemos que no eleva el colesterol y aporta muchos beneficios. Para que sean saludables, eso sí, deben ser seguros, y es que los huevos crudos son muy sensibles y pueden estropearse con facilidad. Hay signos que nos pueden indicar que un huevo está en mal estado; ante la duda, mejor no jugársela.

La cáscara del huevo es muy porosa, lo que viene genial para darles sabor a trufa si los conservamos con este hongo cerca, pero también abre las puertas a que penetren bacterias en su interior. Algunas son muy peligrosas, como las del género Salmonella, una de las principales causantes de intoxicaciones alimentarias, especialmente en verano y al consumir huevo crudo o mal cocinado.

Antes de la puesta el huevo se envuelve con un líquido viscoso que forma una cutícula fina que actúa de barrera protectora. Los cambios de temperatura bruscos provocan que se pierda esa protección, por eso se venden a temperatura ambiente pero en casa debemos refrigerarlos, y nunca en la puerta de la nevera. Por el mismo motivo tampoco se deben lavar, salvo justo antes de usarlos.

Cuándo desechar un huevo

No merece la pena poner en riesgo la salud consumiendo un huevo potencialmente contaminado o peligroso. Estos signos y pistas nos alertan de posibles riesgos:

  • Cáscara rota. Siempre se debe desechar, aunque la grieta sea mínima. Si además ha salido huevo crudo y manchado el envase, este se debe tirar y tenemos que comprobar que no ha entrado en contacto con los demás. Es imprescindible lavarse muy bien las manos después de manipularlo y antes de tocar nada.

  • Fecha de caducidad o consumo expirada. Los huevos no son yogures ni especias, si la fecha de caducidad ya se ha pasado, lo mejor es desecharlos. Se calculan unos 28 días de vida útil y segura del huevo desde su puesta; a partir de ahí comienzan los riesgos.

  • Clara roja. Hace unos días se viralizó la imagen compartida en Facebook por la británica Beena Sarangdhar, quien se llevó una desagradable sorpresa al abrir los huevos de su desayuno. Una clara cruda teñida de rojo es un signo claro de contaminación por bacterias Pseudomonas, y bajo ningún concepto se deben consumir, ni cocinar. Aunque es raro encontrárselo, no es el primer caso conocido por redes.

  • Clara verde, iriscente o rosada. Cualquier matiz de color extraño, incluso con toques de apariencia fluorescente, indican igualmente contaminación por bacterias peligrosas para el ser humano. Tienen el aspecto de un pigmento soluble en agua que suele teñir únicamente la clara, y puede dejar manchas en el recipiente, que hay que lavar y desinfectar tras tirar el huevo.

  • Manchas negras o verdes. Si estos colores aparecen con un aspecto de manchas o puntos dispersos en cualquier parte interna del huevo, hay que tirarlos, pues también son un signo de contaminación por bacterias o por hongos.

  • Olores extraños. La nariz no suele engañar; si el huevo crudo o ya cocinado huele raro, normalmente nos indica que no es buena idea comérselo.

  • Flota. Si sumerges un huevo crudo en agua y flota como una boya, saliendo parte a la superficie, nos indica que es viejo y probablemente esté caducado. Los huevos van resecándose conforme pasan los días, el agua de la clara se evapora, esta ocupa menos sitio y la cámara de aire aumenta.

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Huevos que sí son seguros

En otras ocasiones podemos encontrar algo extraño que nos llame la atención en los huevos, pero que no son síntoma de que se haya echado a perder. En estos casos, sí podemos consumir el huevo.

  • Cáscaras de colores. No todos los huevos son enteramente blancos o morenos, y ni un color ni otro indican nada sobre el sabor o calidad del huevo. Este color solo depende de la raza de la gallina.

  • Cáscaras con plumas, tierra o suciedad. Si está intacta, sin grietas, esta suciedad no supone ningún problema. Podemos limpiarla con cuidado en seco, usando un cepillo o papel de cocina, y lavarla con agua fría justo antes de abrirlo, pero extremando las precauciones para que esa cáscara no entre en contacto con el interior. Conviene cascarlos en un recipiente o superficie diferente a donde echemos los huevos crudos.

  • Yema de color pálido o muy intenso. Mientas mantenga el tono amarillento, no hay problema. Una yema más o menos colorida solo responde a la dieta de la gallina.

  • Manchitas rojas o pardas. Cuando lo que nos aparece en el huevo crudo son diminutas manchas de color rojo, habitualmente en la yema, estamos ante restos de sangre que se suelen producir por pequeñas hemorragias que aparecen durante la ovulación de la gallina. Se van oscureciendo con el paso de los días, por lo que a menudo las vemos con un color pardo o marrón. Se pueden consumir sin problemas.

  • Manchas de carne. Son más frecuentes en la clara y pueden tener un tamaño de hasta 3 mm. Como explica Miguel Ángel Lurueña, en ocasiones surgen por la descamación de algunos tejidos de la gallina o por partículas de calcio.

  • Clara de huevo turbia. Solo es un signo de la frescura del huevo. Recién puesto tiene una clara más densa, que se va evaporando a medida que envejece y se vuelve más transparente y líquida.

  • Clara de huevo con dos texturas. Es otro indicador de esa frescura; incialmente la clara presenta dos partes bien diferenciadas, una más líquida y otra más viscosa. Cuando van pasando los días la clara gelatinosa se vuelve líquida, hasta formar una textura homogénea y más transparente.

  • Yema cocida gris o verdosa. Simplemente nos indica que el huevo se ha cocido mucho tiempo. Suele aparecer como un color oscuro, verde o gris, que recubre el perímetro externo de la yema. Es una reacción química de los sulfuros que expulsan las proteínas del huevo degradadas ante una cocción prolongada. No tienen ningún riesgo ni sabor extraño.

Fotos | Unsplash - iStock - Beena Sarangdhar - HolyHypodermics - Marco Verch - Isabelle Hurbain-Palatin
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