El café se puede adquirir bajo diferentes formatos y presentaciones, según nuestras necesidades, gustos y presupuesto. Cápsulas aparte, quizá te hayas fijado en que muchas bolsas lucen un curioso agujero, si bien no todas lo llevan. Su presencia no es arbitraria y responde a una utilidad muy concreta que convierte estos envases en las mejores opciones para comprar y guardar el café.
Nunca debemos olvidar que el café es un producto extremadamente sensible cuya calidad se puede ver afectada por multitud de factores, incluso mucho antes de preparar la infusión en sí misma. Hasta que llega a nuestra taza en forma líquida, el grano pasa por distintos procesos en una cadena productiva desde el propio cultivo del cafeto; si una de esas fases falla, las demás pueden irse al garete.
Como consumidores, obviamente, no controlamos las primeras etapas; solo podemos escoger qué tipo de café comprar y a quién, dejándonos guiar por el especialista cualificado que nos garantice la trazabilidad y calidad del café que pueda ofrecernos para comprar, con el tueste más reciente posible, y recién molido, en su caso.
Sabemos que el café de especialidad es caro -o quizá deberíamos decir que el café genérico de multinacionales es demasiado barato-, y lo último que querríamos es desperdiciarlo. Ahí entra en juego el envase, al que también conviene prestar atención incluso al comprar café de supermercado. A pesar de que no es un producto perecedero, pues no caduca, sí pierde cualidades organolépticas y nutricionales.
Por qué los paquetes con válvula son los mejores
El agujero o círculo que mencionábamos al principio no es más que una válvula incoporada a un tipo concreto de envase y que juega un papel fundamental a la hora de envasar y conservar el café, ya sea en grano o molido.
Esta válvula de despresurización se puede ver tanto en paquetes sellados herméticamente, los más comunes en tostaderos artesanales o tiendas especializadas con venta a granel, como en los envasados al vacío, de uso principalmente industrial.
La función no es llenar o vaciar el paquete, pues no es realmente un agujero. Una vez se ha llenado el envase, este se cierra mediante un sellado térmico o hermético, casi siempre provisto con autocierre para poder abrirlo y cerrarlo en casa sin tener que recurrir a otros envases secundarios. Aunque el café no estará tan protegido del exterior como en un envase al vacío, podremos tenerlo hasta tres meses -sin abrir- muy fresco y con mínima pérdida de aromas.
Entonces, ¿para qué sirve la válvula? Muy sencillo: para proteger el café de sí mismo.
Una vez tostados, los granos de café comienzan a liberar gas, dióxido de carbono, de forma imperceptible para el ser humano, pero que puede perjudicar a la calidad del mismo. Si el paquete estuviera completamente cerrado y sellado herméticamente, ese CO2 se quedaría dentro, afectando al propio café y acelerando su degradación.
Y ahí entra en juego la dichosa válvula, gracias a su ingenioso mecanismo de único sentido. A través de su apertura el gas liberado se expulsa al exterior, pero impide que nada penetre desde la atmósfera al interior. Es una vía de salida única que a la vez hace de barrera del aire o sustancias volátiles externas.
Consuelo Gran Aroma - Café en grano italiano - 2 x 1kg
Lavazza Café en Grano, Qualità Oro Perfect Symphony, Café Espresso 100% Arábica Redondo y Aromático, Paquete de 500 g
La única pega de este tipo de envases es que son más caros, y no todos los tostadores o comercios de especialidad invierten en ellos. Si puedes elegir, opta por comprar café sellado herméticamente con válvula y guárdalo en una despensa fresca y lejos de olores agresivos. Si la bolsa carece de válvula, procura consumirlo lo más pronto posible, y, una vez abierta, pasa el café a un recipiente hermético.
En DAP | ¿Cuánta cafeína tiene mi café? Depende de cómo lo prepares En DAP | Café con leche: cómo hacerlo para que quede perfecto
