¿El tamaño importa? En qué debemos fijarnos a la hora de elegir un tomate

¿El tamaño importa? En qué debemos fijarnos a la hora de elegir un tomate
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Lo de que el tamaño importa adquiere otra dimensión en el mundo de la cocina y en el de la alimentación. Hay quien se vuelve loco cuando tiene delante un espeto de sardinas pequeñas pero sale corriendo del chiringuito al ver unas de grandes dimensiones (que las hay). Y lo mismo pasa con los aguacates y otros muchos alimentos, cuyo sabor y textura cambian en función del tamaño de la pieza en cuestión.

Pues bien, parece ser que los tomates no van a ser la excepción. Y es que hay quien piensa que el tamaño de los mismos puede influir en su calidad y que los tomates pequeños, a priori, son mejores que los grandes. Aunque ya sabes que eso de "los mejores tomates" siempre dependerá de la elaboración a la que vayan a ser destinados, ya que no vamos a necesitar lo mismo para un gazpacho que para una salsa de tomate casera o para una ensalada murciana. ¡Vamos al lío!

¿Cómo reconocer un buen tomate?

Si queremos ponernos las cosas fáciles, lo suyo es que nos planteemos hacer la cata entre el mes de agosto y mediados de octubre (noviembre a lo sumo). En ese momento, los tomates que han sido plantados en mayo están en plenitud, y es la mejor época para tomar buena cuenta de su dulzor, acidez, textura, olor y, por supuesto, sabor.

Una vez elegida la fecha adecuada en el calendario, ya podemos establecer una serie de pistas que nos ayudarán a identificar si un tomate es o no de calidad.

  • La piel: Tiene que ser suave y ligeramente brillante, pero tampoco en exceso. Lo ideal es que no tenga ningún punto negro o melladura. Esto último es muy importante porque cualquier punto negro, por pequeño que sea, puede ser un claro indicio de que el tomate está podrido por dentro.

  • La parte posterior: Es lo primero que hay que mirar siempre, ya que es la zona por donde empiezan a madurar. De ahí que siempre se recomiende colocarlos boca abajo, para que no pierdan humedad y tarden más en estropearse.

Tomates
  • La textura: Es importante comprobar la textura para saber que está en su punto correcto de maduración, ni demasiado pasado ni demasiado verde. Lo suyo es cogerlo con la mano y apretarlo con mucho cuidado. Si vemos que está blando ya sabemos que está demasiado maduro, y si la consistencia es buena pero hay zonas algo más blandas, también debemos evitar comprar ese tomate porque en dos días será incomible. Si están demasiado consistentes tampoco son una buena opción porque eso quiere decir que aún están verdes o que han madurado en cámaras.

  • El peso: Un tomate maduro y sabroso tiene que pesar, su consistencia debe ser mucho mayor a la de un tomate de mala calidad. En estos casos, aunque tengamos que desembolsar una cantidad mayor de dinero, generalmente merecerá la pena. En otros productos a lo mejor no se aprecia tanto, pero en el tomate la diferencia de calidad cambia radicalmente la experiencia.

  • El olor: Por último, será clave el momento de arrimar la nariz a la pieza. Ya que siempre te vamos a recomendar que directamente te olvides de aquellos tomates que no huelen (en invierno es la tónica habitual). Así que escoge sólo tomates con un olor dulce y fresco. Lo ideal es que te enfoques en la parte central, que es la que estaba en contacto con la rama (de donde proviene todo el aroma).

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Como habrás observado, el tema del tamaño no aparece por ninguna parte. Y esto es así porque, a pesar de que se suele decir que los tomates grandotes no son tan sabrosos como los de tamaño medio, no hay ninguna evidencia que demuestre que la calidad del tomate varía al ser más grande o más pequeño.

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