Todo sobre el kiwi, la saludable fruta con nombre de pájaro que hoy disfrutamos con acento asturiano

El kiwi es una fruta muy particular pero sobradamente conocida ya en nuestras mesas desde hace décadas. Aunque la seguimos asociando con Nueva Zelanda, gran productor y exportador mundial -incluso sus habitantes reciben el apodo de kiwis-, hace tiempo que podemos disfrutar de excelentes kiwis nacionales gracias al cultivo asturiano, y el invierno es el mejor momento para consumirlos.

Realmente su origen hay que buscarlo en regiones orientales de Asia, donde se sabe que en China se lleva cultivando desde hace numerosos siglos como alimento muy popular. A las tierras de El Señor de los Anillos llegó en la primera década del siglo XX, donde fue bautizado con el epíteto por el que se conoce hoy, por su semejanza con la pequeña ave no voladora del mismo nombre.

De hecho, es habitual que en Nueva Zelanda usen el término kiwifruit para referirse al alimento y distinguirlo así del animal, aunque lo que ha trascendido mundialmente, fuera de China, como "kiwi", con ligeras variaciones idiomáticas.

El origen de la "grosella china"

Fue la neozelandesa Mary Isabel Fraser, profesora y directora del Wanganui Girls' College, quien introdujo en su país las primeras semillas de kiwi tras un viaje por China. Las por entonces llamadas "grosellas chinas" (gooseberry) se plantaron en 1906 y en 1910 se recolectó ya la primera cosecha, aunque no debía ser especialmente sabrosa.

Hubo que esperar unos pocos años más para que el horticultor Hayward Wright lograra desarrollar la primera variedad del fruto más semejante a lo que consumimos hoy en todo el mundo. Estableciendo la plantación en la región de Avondale, a finales de la década de 1920 ya se degustaron los primeros kiwis que destacaron entre la población por su gran tamaño, su curioso aspecto y su intenso color verde, con un sabor dulce que pronto se hizo muy popular.

Además era una fruta fácil de comer y que se conservaba relativamente bien, por lo que el negocio crecería rápidamente a lo largo de las décadas siguientes. En 1952 llegaron las primeras cajas a Europa; en el mercado de Covent Garden de Londres fueron todo un éxito y pronto comenzó una demanda creciente de la novedosa fruta, extendiéndose por todo el mundo.

Por su gran tamaño y color ya la fruta poco tenía de "grosella" y el nombre empezaba a ser un problema. Descartada la denominación china original de yáng táo, tampoco era beneficioso mantener las conexiones con el país asiático en pleno clima de la Guerra Fría. La compañía Turners and Grower trató de imponer el nombre de melonette, pero no funcionaba.

Finalmente, en 1959, en una reunión de la propia empresa se sugirió utilizar el apodo de kiwifruit para designar su producto de cara al mercado estadounidense, por su semejanza con el ave anteriormente mencionada. "Kiwi" era una palabra simpática, fácil de recordar, divertida y original, libre de cualquier connotación política. Fue un total acierto.

En los años siguientes la producción y exportación de kiwis de Nueva Zelanda no dejó de crecer y crear marca en medio planeta, hasta el punto de que en España es una fruta corriente de cualquier supermercado y una de las más populares entre todas las edades.

Características y variedades

El kiwi es una fruta que poco se parece a cualquier otra de nuestra despensa. Su variedad más común, el kiwi verde o Hayward -bautizado en honor de aquel horticultor que lo desarrolló-, ha dado lugar a otras derivadas con distintas características en cuanto a adaptaciones del cultivo, sabor o tamaño, aunque muy semejantes entre sí.

Se trata del fruto del árbol del mismo nombre, una especie trepadora de la familia de las Actinidiáceas, no muy grande. Cuando está maduro presenta un tamaño de unos 6 cm y forma ovalada, con la característica piel exterior parduzca. Rugosa y cubierta de una especie de pelillos, aunque no es comestible sí es agradecida a la hora de cortar cada ejemplar para acceder al interior.

La pulpa madura es verde, con un corazón blanco rodeado de diminutas semillas negras, todo completamente comestible. De sabor ligeramente ácido, el fruto es muy dulce cuando responde a un ejemplar de calidad y correctamente madurado. Su textura es muy suave y fácil de masticar, poco o nada fibrosa, con gran cantidad de agua.

Además existen en el mercado actual variedades de kiwi dorado comercializado como Gold o SunGold, mucho más dulce y jugoso, y también se ven ya kiwis rojos y kiwis enanos.

En Europa comenzaron a cultivarse kiwis en Francia e Italia en la segunda mitad del siglo XX, comenzando tímidamente las primeras plantaciones en España diez años más tarde. Es en Asturias donde ha experimentado un gran crecimiento, especialmente en la última década. El kiwi asturiano responde bien a las características de la cornisa cantábrica, concentrándose la mayor parte de la producción en el Bajo Nalón.

Esta fruta nacional está aparada con el sello Alimentos del Paraíso de Asturias, y sus productores se agrupan en la Asociación Asturiana de Profesionales del Kiwi, que ya supera la veintena de miembros. La cosecha empieza cuando llegan los primeros fríos, a finales del otoño, y es en pleno invierno cuando el kiwi asturiano está en su mejor momento de la temporada.

Propiedades nutricionales y beneficios

Como todas las frutas, el kiwi es un alimento muy saludable que podemos disfrutar a diario y que hace la competencia a los cítricos en esta época. Es muy rico en vitamina C, más que el limón o la naranja, aunque puede variar según el tipo concreto de fruto.

En cualquier caso, los kiwis son una gran fuente de vitaminas antioxidantes, ácido fólico y minerales esenciales, destacando su aporte de potasio, calcio y magnesio. También aporta una gran cantidad de fibra, es muy hidratante y bajo en calorías, según el punto de maduración que depende un poco del punto de maduración de la fruta.

Según la base de datos BEDCA, por cada 100 g de porción comestible el kiwi porta unas 52 kcal, apenas tiene grasa y proporciona 1,9 g de fibra, 1,1 de proteínas vegetales y 10,6 g de carbohidratos.

Entre sus beneficios encontramos propiedades para ayudar a regular el tránsito intestinal, su acción antioxidante y antiinflamatoria, y es un aliado para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Es saciante y favorece también una correcta digestión sin ser muy pesado, por lo que es un buen aliado de dietas de adelgazamiento. Incluso parece haber evidencias científicas de que puede favorecer el descanso en adultos con dificultades para dormir.

Cómo elegirlo, conservarlo y sacarle partido en la cocina

A la hora de comprar kiwis en esta época, si queremos asegurarnos de apostar por el producto nacional, hay que comprobar bien el etiquetado para certificar su origen.

Es una fruta que se comercializa ya en su estado óptimo de maduración, cuando ya ha desarrollado su azúcar natural, por lo que no conviene esperar a que estén demasiado blandos. Un buen kiwi no presenta daños externos, ofrece un tacto firme pero no excesivamente duro, con una ligera resistencia al manipularlo.

Un kiwi en buen estado se puede conservar unas dos semanas a temperatura ambiente, alejado de fuentes de calor, luz directa o de otras frutas y vegetales que puedan acelerar su maduración -hay que mantener lejos a las manzanas-. Eso sí, conviene vigilarlos cada día y "airelarlos", para que no estén demasiado tiempo asentados en la misma posición. Si mantienen el rabito o parte de la rama, mucho mejor.

Se pueden refrigerar sin problemas, en cajones óptimos para la fruta, también separados de olores o alimentos que puedan afectarles. Si no se abren, la conservación puede alargarse incluso hasta un mes. Para degustarlo es conveniente dejarlo atemperar un poco, aunque un punto de frío resulta muy agradable.

A la hora de comerlo podemos lavarlo, abrirlo en dos mitades y tomarlo directamente con una cuchara, o extraer con la misma herramienta toda la pulpa. También es fácil retirar la piel cortándola para sacar el fruto completo y cortarlo en láminas finas, que lucen muy bonitas, o picarlo a voluntad.

Por su textura y al carecer de semillas duras o huesos que haya que retirar es estupendo para la elaboración de smoothies y batidos, cremas, purés, helados o granizados. En crudo añade sabor y vitaminas a casi cualquier plato: ensaladas, currys, yogur, cereales o avena, salteados, ceviches y tartares, rollitos y wraps fríos, fajitas, etc.

Aunque al cocinarlo pierde su color tan atractivo, es apto para hacer salsas y aliños, si bien luce mejor caramelizándolo o en forma de mermelada o compota. Además se puede incorporar a migas de bizcochos y galletas, o postres de cuchara.

También es posible deshidratarlo y desecarlo, convirtiéndose en un gran snack de larga conservación o ingrediente para añadir a un muesli o granola casera.

Ideas de recetas para preparar con kiwi

La curiosa forma del kiwi y lo fácil que se manipula su carne y su piel convierten a esta fruta en un recurso divertido para presentarlo de formas atractivas a los niños, como vimos en los simpáticos monstruos de Frankenstein hace unos meses. Pelados por completo se pueden presentar como pequeños cuencos comestibles para rellenar, por ejemplo con queso mascarpone o yogur y crujiente de manzana.

Si nos encontramos con exceso de kiwis en casa o queremos aprovechar buenos precios de temporada, la mermelada casera de kiwi es muy fácil de preparar y nos dará muchas alegrías en desayunos y meriendas de todo el año; además combina deliciosamente bien con quesos y carnes asadas, como el pollo al horno.

Combina bien con cuaquier fruta, incluyendo las tropicales y frutos rojos y bayas de todo tipo, por lo que es perfecta para coronar cuencos de yogur, un pudding de chía, porridge o gachas de avena, y para elaborar ensaladas tanto macedonias dulces como saladas, por ejemplo con queso y atún o bonito en conserva.

Y, tal y como comentábamos previamente, el kiwi se presta de maravilla a triturarlo para elaborar batidos, smoothies y su versión más densa en formato bowl para tomar con cuchara, o, sencillamente, para coronar bebidas refrescantes.

Fotos | Unsplash - Pixabay
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