El truco definitivo para no llorar cortando cebolla (que utiliza hasta Arguiñano)

No eres especialmente sensible por llorar a la hora de pelar y picar una cebolla. Tampoco es necesario que os sintáis solos porque llorar mientras cortas una cebolla es tan habitual como llorar con la muerte de Chanquete.

Sin embargo, las lágrimas a la hora de cortar cebolla se pueden evitar o, cuanto menos, minimizar. Algunas veces pasa por la forma en la que cortamos la cebolla, otras pasa por nuestro instrumental e incluso interfiere la temperatura, pero ninguna de estas teorías es 100% efectiva.

Lo que sí es efectivo, e incluso Karlos Arguiñano ha pasado por este aro alguna vez, es recurrir a un utensilio que jamás habrías pensado en meter dentro de la cocina. Y si lo habías pensado es que eres un poco raro, para que nos vamos a engañar.

Queda claro que milongas como usar una cerilla, utilizar un poco de pan, mojar el cuchillo en vinagre o sacar la lengua al cortar poco o nada tienen que hacer a la hora de pelar, cortar y picar una cebolla para que no acabemos llorando como una plañidera.

La culpa la tienen, como es lógico, los químicos que están presentes en las cebollas. Cuando las cortamos, liberan una sustancia química derivada del azufre que se llama syn-Propanethial S-oxide y que, cuando entra en contacto con la superficie ocular, reacciona y produce esa irritación y lagrimeo que tanto conocemos.

Básicamente es una reacción química que, en cierto modo, podemos reducir con algunas técnicas que sí funcionan. Una de ellas es refrigerar las cebollas o meterlas en el congelador media hora antes de cortarlas, pues esto ralentiza estas reacciones enzimáticas.

Como estas sustancias son bastante volátiles, otra de las teorías a las que se suelen referir los profesionales es a cortar las cebollas cerca de un ventilador que proyecte estos volátiles lejos de nosotros, aunque no es la panacea.

También es evidente que un cuchillo bien afilado nos va a facilitar la tarea, pues durante el corte procura que no se dispersen tantas sustancias, pero cuanto más queramos picar una cebolla, más vamos a multiplicar estas secreciones.

Lo cierto es que la única forma de que picar una cebolla no se convierta en un sufrimiento es utilizar gafas de buceo, que es lo que nos enseñó también Karlos Arguiñano, aunque es fundamental que tapen también la nariz y los ojos.

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Esto se debe a que, igualmente, si esas secreciones llegan a la nariz van a generar una respuesta lagrimal de la misma manera que si estuviéramos picando la cebolla de forma normal. Quizá no sea muy estético y quizá no piquemos tanta cebolla, pero al menos es una alternativa para sufrir menos de lo habitual.

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