El tupinambo, también conocido como alcachofa de Jerusalén o topinambur, es un tubérculo que fue introducido en Europa en el siglo XVII y rápidamente se extendió por diversas partes del mundo. Aunque en España su uso es menos conocido que en otros países.
Se trata de una planta vivaz, originaria de América del Norte y fue cultivado por los nativos americanos mucho antes de la llegada de los europeos. Su nombre proviene de la tribu tupinambá que habitaba Brasil.
Este tubérculo proviene de una planta llamada Helianthus tuberosus, que pertenece a la misma familia que los girasoles.
A la vista, tienen una forma irregular, algo similar a un jengibre, con una piel marrón o amarilla. Pueden variar en tamaño, desde pequeños hasta más grandes. Se encuentra de varios colores marrón pálido, blanco, púrpura y rojo.
En boca, el sabor del tupinambo es algo dulce y terroso, con un ligero toque a nuez. Tiene un sabor muy similar al de la alcachofa, pero ligeramente más dulce. Su textura es crujiente en crudo, y tierna cuando se cocina.
La cosecha del tupinambo es un proceso interesante. Generalmente se realiza desde finales de otoño hasta principios de primavera, dependiendo del clima. Las heladas pueden mejorar su sabor, ya que ayudan a convertir los almidones en azúcares, haciendo que los tubérculos sean más dulces.
Antes de cosechar, es importante asegurarse de que las plantas estén completamente desarrolladas. Las plantas pueden crecer bastante altas, y sus flores amarillas son bastante distintivas, estas se agrupan por racimos y dan unos frutos secos parecidos a las pipas de girasol. Sus hojas son simples, ovales, dentadas y de tacto áspero.
En su recolección, se utilizan herramientas como palas o azadas para excavar cuidadosamente los tubérculos del suelo para evitar dañarlas, ya que son bastante frágiles. Curiosamente, el tupinambo puede ser invasivo si no se controla adecuadamente y puede seguir creciendo si se deja en el suelo. Es una planta resistente y fácil de cultivar, y una opción popular para los agricultores.
En la cocina, es dúctil. Se puede cocinar de diversas maneras: hervido, asado, al vapor e incluso frito. Es excelente en purés, sopas o como guarnición. También se puede comer crudo en ensaladas sea rallado o en rodajas finas. Su textura crujiente aporta un buen contraste al bocado. Mismo, se puede transformar en salsas o cremas dada su capacidad de aportar cremosidad.
Propiedades y beneficios
Nutricionalmente, el tupinambo aporta cada 100 g: 73 kcal, 2 g de proteína y 14 mg de calcio. Con un bajo nivel de grasas y rico en fibra, su consumo puede ayudar a la digestión. Además, es una buena fuente de inulina, un tipo de fibra soluble que puede ser beneficiosa para la salud intestinal y el control del azúcar en sangre.
El tupinambo es rico en vitaminas del grupo B, como B1, B3 y B5, y minerales como el hierro, potasio y magnesio, que son esenciales para diversas funciones del organismo. Proporciona energía dado su contenido de carbohidratos complejos, lo que lo convierte en un alimento ideal para quienes necesitan fuerza a lo largo del día como deportistas. Incluir este tubérculo en las recetas, puede ser una forma deliciosa y saludable de disfrutar de sus múltiples beneficios.
En la cocina
El uso del tupinambo en la cocina fue desapareciendo al ser sustituido por la patata, pero su sabor y textura es incomparable. De todas maneras, en Francia sigue siendo un ingrediente en muchos preparados tradicionales y es posible verla en los mercados de agricultores.
A la hora de cocinar este tubérculo, hay que lavarlo bien para quitar cualquier tierra con cepillo y agua fría. No es necesario pelarlo, ya que la piel es comestible. Vale combinarlo con otros vegetales y hierbas para potenciar su sabor. Puede ocupar el lugar de las patatas en tortillas, guisos y sopas por ejemplo.
Al igual que los chips de plátano fritos, el mismo método se puede emplear con el tupinambo para un snack crujiente. O bien para preparar unos ñoquis deliciosos. Una vez que el tubérculo tenga la forma de puré, se debe mezclar con harina y huevo hasta formar una masa suave. Luego, formar los ñoquis y cocinar en agua hirviendo hasta que floten. Terminar con salsa de tomate o pesto, y queso rallado por encima a gusto.
Otras ideas para potenciar el sabor del tupinambo es el puré por ejemplo, con mantequilla, crema de leche, sal y pimienta. Liso y sedoso, complementa de maravilla una milanesa a la napolitana o una milanesa de calabaza, para los comensales vegetarianos. También, se puede asar en el horno con aceite de oliva, sal, pimienta y hierbas durante 25 a 30 minutos. Una vez que las piezas estén doradas, retirar del horno y acompañar de un cuenco de hummus o salsa alioli para untar.
Imagen | Foto 1: bhofack2, Foto 2: Liudmila Chernetska, Foto 3: bonchan
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