El lunes tuve ocasión de presenciar algo que no sé si calificar de extravagante, curioso o simplemente sorprendente: un concierto con instrumentos vegetales en el centenario del Mercado de San Miguel. Una peculiar orquesta de Viena llamada Vegetable Orchestra, ofreció un concierto en el que los instrumentos estaban elaborados con hortalizas.
Con zanahorias, nabos, pimientos y calabazas, ahuecados sabiamente con taladros y cuchillos, los músicos que forman parte de esta orquesta de Austria fabricaron instrumentos de todo tipo, aunque fundamentalmente eran de viento y de percusión.
Con motivo del centenario del precioso mercado madrileño de San Miguel, se celebró un concierto o recital privado en el que los curiosos músicos, interpretaron melodías de jazz, música experimental instrumental o incluso sonido cercano a la música techno.
En cuanto al sonido, os diré que la percusión y sonidos graves provenían de las calabazas utilizadas como caja de resonancia, había un xilófono hecho con zanahorias de distintos calibres y los instrumentos de viento elaborados con puerros y nabos ahuecados sonaban como flautas, silbatos y trompetas.
Para el concierto, los músicos necesitaron unos 70 kg de hortalizas frescas, (por lo visto las secas dan peor sonido) que adquirieron en el propio mercado y tallaron durante casi tres horas. Tras la expectación de los asistentes, la orquesta se sienta en su lugar entre las columnas del mercado y comienza a tocar sus creaciones vegetales...
Por la tarde se realizó la prueba de sonido, solamente interrumpida por los intentos del público madrileño que quería entrar al recinto del mercado, ya que en muchos medios se había anunciado el concierto como accesible a todos y no como evento privado.
Cada uno de los músicos utiliza diversos instrumentos ya que son todos polifacéticos ya que cada uno de ellos cambia varias veces de registro. Unos tocan una especie de trompeta, pero luego arrugan hojas de coles o lechugas para hacer sonidos con su crepitar.
Otros usan una berenjena como maraca mientras el compañero toca una especie de banjo hecho con una calabaza pequeña. Mientras las calabazas marcan el ritmo, los solistas soplan silbatos de zanahoria, flautas de puerro o saxos con sordina elaborada con un pimiento morrón.
A la hora prevista, las ocho de la tarde, comenzó el concierto para alegría de los invitados. Finalmente, también se abrieron las puertas y se permitió a algunos de los vecinos y turistas que esperaban fuera pasar a la zona posterior del mercado donde pudieron disfrutar del sonido del concierto aunque con menos visibilidad.
Indudablemente, ofrecer un concierto con instrumentos vegetales en el centenario del Mercado de San Miguel ha sido una forma muy original de celebrar cien años de funcionamiento. Os aseguro que el sonido era increíble y que me gustó mucho presenciarlo. Lo malo, pensar que esos instrumentos son pasajeros y que tras el concierto habrán de ser tirados a la basura, pero el arte a veces es así, efímero.
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