Imágenes como la de una refrescante jarra de limonada o un granizado de limón son icónicas del verano, pero resultan algo contradictorias. El limón es una fruta cítrica típicamente mediterránea y su temporada arranca en otoño, siendo el invierno el punto álgido de su cosecha. Esto se traduce en que los limones que encontramos en verano probablemente estén más caros y no serán tan sabrosos, así que más nos vale conservarlos como oro en paño.
La inflación no es la única culpable de que la fruta esté muy cara; a veces se nos olvida que cada producto tiene una temporada óptima, y pretender comprarla todo el año implica rascarse un poco más el bolsillo. Los últimos limones de España se cogieron hace meses, y si llegan a los lineales es porque se importan de otros países, o porque se han mantenido en cámara.
Hay algunas excepciones; los más afortunados tendrán limoneros al alcance de su mano donde todavía podrán encontrar frutas rezagadas entre las verdes hojas, pero los demás tendremos que apañarnos con los cítricos que llegan a los comercios, y procurar no desperdiciar ni una gota de su zumo.
Cómo conservar los limones en casa
Un limón de temporada, fresco y lozano, aguantará muchos días a temperatura ambiente en el frutero cuando las temperaturas sean suaves o bajas, las típicas de otoño o invierno, lejos de manzanas y otros productos que puedan acelerar su maduración.
En verano, sin embargo, salvo que no haga mucho calor en casa o vayamos a consumirlos en pocas horas, es mejor refrigerarlos. Las cámaras profesionales mantienen una humedad mínima del 90 % y una temperatura entre 10 y 12º C, para evitar los daños por frío, ralentizar la maduración y conservar la fruta jugosa.
Nuestra nevera debería enfriar por debajo de ese rango, así que tendremos que guardar los limones en la parte menos fría, preferiblemente cajones específicos de frutas, mejor si están bien aislados del resto del frigorífico. Si estos cajones también estuvieran muy fríos, podemos considerar la puerta del electrodoméstico. De nuevo evitaremos que compartan espacio con otras frutas o verduras climatéricas.
Y para que aguanten más de unos pocos días sin secarse demasiado, podemos aplicar algunos trucos que aporten humedad. Es tan sencillo como humedecer cada limón y envolverlo en plástico film para depositarlos en un recipiente de cierre hermético o bolsa zip, o directamente colocarlos en un táper con un poco de agua.
Tampoco hay que olvidarse de los limones durante demasiado tiempo, pues podrían pudrirse; es recomendable revisarlos cada día y desechar los que muestren signos de un mal estado o posibles marcas de moho o pobredumbre.
Si tenemos el limón cortado podemos aplicar este truco del aguacate, colocando la mitad expuesta sumergida en agua, durante un par de días, o emplear algún utensilio especial para su conservación, como las campanas de silicona reutilizables que encontramos en Ikea y otras tiendas, o dispositivos aún más específicos.
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En cualquier caso, lo mejos es utilizarlos cuanto antes y esperar a que estén de temporada para disfrutarlos en su esplendor, y a mejor precio.
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