Los raíles de las ventanas son uno de esos lugares que parecen diseñados para acumular suciedad. Polvo, pelos, restos de insectos y, arenilla del exterior son algunos de esos elementos. Limpiarlos puede parecer una tarea titánica, de esas que sigues postergando hasta que el desastre se vuelve ineludible.
Es fácil caer en el mito de que para limpiar estos rincones necesitas un arsenal de productos químicos y herramientas imposibles. Sin embargo, la simplicidad suele ser la mejor aliada en las tareas domésticas.
Una toallita húmeda, de las que probablemente ya tienes en casa, puede ser más efectiva de lo que crees. Este método rápido y sencillo no solo te ahorra tiempo, sino también el estrés de lidiar con soluciones más engorrosas.
La clave está en la versatilidad de las toallitas. Diseñadas para atrapar suciedad y eliminar bacterias, su textura y humedad las convierten en la herramienta perfecta para llegar a esos recovecos que desafían a cualquier aspiradora. Pero, antes de entrar en detalles, conviene recordar que la limpieza regular de los raíles no es solo una cuestión estética: también ayuda a mantener el correcto funcionamiento de las ventanas.
Un método simple
El proceso no puede ser más sencillo. Primero, retira el polvo superficial con un paño seco o un pequeño cepillo. Esto evita que la toallita acabe saturada de suciedad en el primer intento. Una vez despejada la zona, utiliza la toallita húmeda para limpiar los raíles, prestando especial atención a las esquinas y las acumulaciones más rebeldes.
Si encuentras residuos especialmente resistentes, puedes ayudarte con un cuchillo sin filo o un palillo envuelto en la toallita para alcanzar los espacios más estrechos.
El gran secreto del éxito de este método radica en la humedad de las toallitas, que ayuda a disolver la suciedad mientras la textura captura las partículas de forma efectiva (ciertamente, ello no va a favor del medio ambiente). Además, al ser desechables, evitas la tediosa tarea de lavar trapos después de terminar la limpieza. Todo en cuestión de minutos y sin necesidad de productos adicionales.
No obstante, aunque este método es rápido y práctico, no está exento de limitaciones. Las toallitas húmedas no son la solución más ecológica si se usan en exceso, ya que su composición y embalaje generan residuos difíciles de reciclar. Por eso, es importante reservarlas para limpiezas puntuales o espacios complicados y combinarlas con métodos más sostenibles siempre que sea posible.
Otra desventaja a considerar es que, en casos de suciedad acumulada durante meses (o años, seamos realistas), puede que necesites algo más que una toallita. En estos casos, conviene realizar una limpieza a fondo con agua, jabón y herramientas específicas antes de adoptar este método como mantenimiento regular.
Foto | Liliana Drew
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