Este electrodoméstico hay que repasarlo tanto por dentro como por fuera y dejar todos los restos de comida y grasas fuera de sus paredes y rejillas
Son útiles, pero las freidoras de aire también requieren de un mantenimiento para prolongar su vida útil y ofrecer las mejores condiciones gastronómicas dentro de sus posibilidades.
La higiene en uno de estos electrodomésticos es tan importante como en el resto, pues los restos de comida también pueden acumularse pero sobre todo pueden generar mohos, bacterias, microorganismos y gérmenes al quedar atrapados en su interior.
De sobras es conocido el poder de esta multitud de especímenes con vida propia dentro de un electrodoméstico dedicado a la cocina, así que a pocos hay que convencer para darse cuenta de la necesidad de intervenir a fondo en su limpieza.
Pues bien, el primer paso es tener en cuenta cómo es cada una de las freidoras de aire, ya que existen muchísimos modelos en el mercado y cada uno tiene sus particularidades.
Sucede en muchos modelos que gran parte de la suciedad se acumula en la zona de la resistencia, donde apenas se echa un vistazo y quedando poco visible la grasa a una ojeada rápida del electrodoméstico.
Para una limpieza a fondo, lo primero es desenchufar bien la máquina de la toma de corriente, y acto seguido dotarse de un producto desengrasante que ayude a ablandar la comida y la grasa pegadas a sus paredes, como por ejemplo el desengrasante El Milagrito.
Hay que seguir los consejos de aplicación de este producto, como puede ser el tiempo de reposo para que haga efecto, para seguir con un enérgico cepillado de las zonas donde se acumula más grasa.
Con este accesorio conseguiremos retirar poco a poco la grasa pegada en las zonas más inaccesibles. Acto seguido hay que aplicar, en la misma zona, un producto jabonoso y, con la grasa ya despegada de sus paredes, hay que ir aclarando el jabón usado.
Con una bayeta (se le puede poner un poco más de jabón) también hay que repasar los accesorios y la parte exterior, donde está acumulada la misma grasa de la estancia, y las huellas de los diferentes usos.
Para rematar la faena, hay que limpiar también, con una bayeta húmeda (rociada si se quiere con desengrasante) el espacio que ocupa la freidora en la cocina con el fin de limpiar también el hueco que esta ocupa.
Este proceso hay que repetirlo cada dos semanas si la freidora de aire tiene un uso intensivo, y al menos una vez al mes si este accesorio no es una parte tan crucial de la cocina casera.
Foto | Joana Costa
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