Este arte tiene algunos secretos y trucos que es muy útil conocer para almacenarla de la forma más eficiente posible
Muchos son los que deciden comprar de más y mantener el congelador a rebosar por lo que pueda pasar: que suban los precios, que se agoten las existencias o que ya no puedan salir a hacerse con un par de bistecs.
Pues bien, la organización y disposición de la carne en el congelador no es una materia evidente, y tiene algunos secretos y trucos que es muy útil conocer para almacenarla de la forma más eficiente posible y, una vez se vaya a descongelar, consumirla con el mayor acierto.
Uno de los secretos de la congelación reside, en primer lugar, en la subdivisión en paquetes que se vayan a consumir. Al fin y al cabo no es lo mismo una familia de dos que de cinco.
Por ello, hay que sobreponerse a los paquetes de carne envasada y, de algún modo, rehacerlos para que se adapten y se ajusten a las necesidades de cada hogar.
Así, basta con abrir los envases recién comprados, y redistribuirlos en otros paquetes con las porciones justas: pues después es muy difícil separar los trozos de carne congelada, y más vale hacerlo en bloques.
Bolsas medianas
Para ello, basta con dotarse de bolsas de congelación alimentarias, o bien de papel film. En el primer caso, es importante que las bolsas sean de un tamaño racional para ahorrar también en este extremo.
Normalmente, el tamaño más acertado es el mediano, a no ser que se esté congelando para uno solo, y entonces haya que elegir las más pequeñas, o para una familia numerosa, y sea mejor congelar a lo grande.
Las bolsas demasiado grandes (sin justificar) acaban ocupando más espacio y no son sostenibles desde el punto de vista medioambiental. Además, es recomendable comprar bolsas reutilizables para ahorrar y no generar tanto impacto.
En cuanto al film, es una solución que no se puede reutilizar y es menos ecológica pero queda totalmente ajustada a la medida de cada paquete. En este caso, hay que asegurarse de darle varias capas y que no queden rincones de la pieza de carne al descubierto.
En el caso de congelar la carne en bolsas, es importante poner el producto en el interior y aplanarlo para extraer todo el aire del envase. De este modo, quedarán mucho mejor organizadas en el congelador, y más finas.
Este sistema nos permitirá hacer montones apilables de paquetes cuya medida hay que diseñar en función de la forma de los cajones del congelador para poder aprovechar todo su espacio.
Por ejemplo, hay que tener en cuenta que quepan atravesados a lo ancho, y así podremos poner varias pilas, aprovechando toda su profundidad.
Además, hay que asegurarse que el cierre zip queda bien bloqueado, pues de lo contrario aparecerá escarcha en el interior del paquete, degradando el producto congelado.
No hay que olvidar etiquetar cada uno de los envases con la fecha de congelación, pues nada dura eternamente congelado y tenerlo bien señalizado nos permitirá, por ejemplo, consumir primero las referencias más antiguas, dejando siempre las más nuevas al fondo.
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Como último consejo de congelación y almacenaje de la carne, cabe recordar la importancia de descongelarla en la nevera, dándole a la pieza suficiente tiempo para volver a su estado natural.
Foto | Freepik
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