Aunque lo usamos a diario, rara vez reparamos en la higiene que demanda
Siempre decimos aquello de que no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia. Lo cierto, más allá de la frase hecha, es que la cocina es una de las estancias de la casa que más suciedad acumula, por mucho que lo intentemos remediar.
Tanto es así que es posible que algunos lugares pasen desapercibidos y rara vez acaben siendo objeto de estropajos y bayetas. Todos tenemos identificados cuáles son esos lugares que más suciedad almacenan y que, debido a ese uso, más habitualmente tenemos que repasar.
Sin embargo, hay un lugar que todos olvidamos limpiar y que es uno de los más sucios de la cocina. Rara vez va a pasarse por alto que haya que darle un buen fregado a la encimera. Tampoco vamos a obviar que limpiar los fuegos –sean de gas, de inducción o sean vitrocerámica– van a ser evidentes y los solemos tener en buen estado de revista.
Incluso, en otros casos, nos debe preocupar bastante el estado de la pila y del lavaplatos, dos elementos fundamentales para controlar la higiene de la casa. Además, es conveniente que tengamos claro que no es simplemente una cuestión de brillo o de limpieza exterior.
Lo primordial con todas estas tareas, sobre todo en superficies donde se manipulan alimentos o que están en contacto con ellos, es que estén debidamente higienizadas para evitar la proliferación de bacterias, patógenos y otro tipo de sustancias, como los mohos.
Por eso, determinadas partes de la cocina siempre suelen estar, como popularmente se conoce, como los chorros del oro. Otras, insistimos, pasan muy desapercibidas y rara es la vez que nos centramos en ella.
Esto es lo que precisamente lo que pasa con nuestro protagonista de hoy: el cubertero, que es ese lugar que todos olvidamos limpiar y que es uno de los más sucios de la cocina.
Lo habitual es que esté dentro de un cajón, de ahí que el concepto de cajón de los cubiertos lo usemos a menudo como sinónimo del cubertero, aunque no es del todo correcto. Generalmente elaborados en plástico y con varios compartimentos para guardar cucharas, cuchillos y tenedores, el cubertero es uno de esos elementos en los que rara vez reparamos al pensar en fregar.
Eso hace que en él, tanto por el uso como por la ausencia de limpieza, se puedan acumular bacterias y patógenos en grandes cantidades. Especialmente si cometemos el error de no secar bien nuestros cubiertos tras lavarlos o sacarlos del lavavajillas. Por este motivo, lo conveniente también sería que cada semana o cada dos semanas limpiásemos el cubertero.
Los motivos son evidentes, pues allí estamos poniendo a diario nuestras manos –no siempre limpias– y depositando todo tipo de elementos que luego nos vamos a llevar a la boca.
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