La búsqueda de la belleza y el equilibrio suele guiar nuestros sentidos: ya desde épocas prehistóricas los seres humanos decoraban las paredes de sus cuevas, esculpían esculturas en hueso y montaban collares para tener bien cerca algo bonito.
¿Qué tendrán que ver las esculturas prehistóricas de Venus con las rejillas de ventilación de las cocinas? Pues bien, el equilibrio, la estética y el hecho de estar a gusto en un espacio responden a la misma necesidad de perseguir la armonía a nuestro alrededor.
En el caso de las rejillas de cocina, son puntos de ruido visual muy discordantes, especialmente en cocinas donde prima el orden y la armonía. Aparte, claro está, de una cuestión de higiene y salubridad en el espacio donde se cocina.
La gran capacidad de las rejillas de ventilación de las cocinas de acumular suciedad y polvo y la poca frecuencia con la que se limpian son responsables de esta situación.
Aparte, mantener estos espacios sucios los convierte en plazas perfectas de estacionamiento de mohos, bacterias, polen, ácaros y plagas de insectos con sus huevos, y desactivan por completo su función original que es la de ser espacios libres de obstáculos para que circule el aire y la sala quede bien ventilada.
Que el hogar respire con total tranquilidad también depende, pues, del correcto mantenimiento de estas rejillas y, aviso a navegantes, no es una tarea nada difícil tal y como se puede prever de antemano.
Saber cómo se extraen
Para limpiar estos espacios lo primero que hay que hacer es extraerlas: estas piezas suelen estar fijadas a presión o bien con un par de tornillos. Basta con tenerlos localizados para sacar la pieza, tradicionalmente de plástico.
En este punto, dependiendo de la suciedad que acumule la pieza, es bueno dotarse de unos guantes para proteger la piel. En primer lugar, es importante pasar un cepillo por encima de la superficie para eliminar todo el polvo y los ácaros que haya acumulado. Si se tiene alergia, es importante ponerse una mascarilla.
Una vez hecho este paso, la suciedad más difícil de sacar es la grasa incrustada en su superficie hija de todos los guisos que se han ido ejecutando durante semanas.
Lo ideal para desincrustar esta grasa vieja es dejar la pieza en remojo con agua caliente y rociada con un desengrasante comercial durante unos 20 minutos. Es necesario tener en cuenta el material del que está hecha la pieza para comprar un producto adecuado.
Después del remojo hay que frotar con una esponja y la suciedad desaparecerá poco a poco. Para actuar sobre los rincones más estrechos se puede usar el cepillo o bien hacerlo con un bastoncillo de los oídos.
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Finalmente, hay que lavar la pieza con agua y con jabón, como un utensilio cualquiera. También se puede rematar la faena metiéndola en el lavavajillas antes de recolocarla en su emplazamiento, y pasar un paño alrededor del conducto.
Fotos | Steve Pancrate/Unsplash, Vadim Babenko/Unsplash y Karolina Grabowska.
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