El paso del tiempo hace que acumulemos en los armarios y cajones infinidad de accesorios sin demasiada utilidad ni recorrido
Sometida a numerosas y agresivas ofertas comerciales y descuentos en las grandes tiendas de decoración, nuestra cocina es un trastero de gadgets de diferentes momentos de la vida en los que hemos sucumbido a la tentación de comprar.
En algunos momentos la compra ha sido acertada y totalmente práctica y orientada a la realidad, mientras que en otras situaciones simplemente nos hemos dejado llevar por el impulso y la creación de una necesidad por parte del marketing.
Es por ello, que en sus cajones y armarios acumulan numerosos objetos que realmente no necesitamos ni estamos usando, y que es mejor desechar para ampliar nuestra comodidad y capacidad de almacenamiento, dando paso a otros objetos que sí que sean realmente útiles.
Así, a las puertas del verano y de grandes ratos de tiempo libre, una buena idea es hacer un recopilatorio de todo aquello que es importante tirar, sin piedad, despidiéndose con gratitud de los servicios prestados a lo Marie Kondo.
Platos picados
Los platos picados son un clásico de la alacena: entre ellos, con cantos que han saltado y grietas que amenazan con partir la pieza. En dos son algunas de estas marcas visibles que piden a gritos pasar a mejor vida.
Platos aislados
Si bien es tendencia poner la mesa con diferentes tipos de estilos y piezas, en todos los hogares existe un plato marginado que jamás sale del armario porque realmente no tiene nada que ver con el resto. Sería bueno deshacerse de él para lograr una mayor paz mental.
Platos rayados
Las vajillas económicas que se han impuesto en los últimos años en la mayoría de hogares españoles de la mano de las grandes marcas de decoración han hecho que en muchos hogares haya platos que ya se ven visiblemente rayados y echados a perder. Estas piezas no reportan ninguna satisfacción y embrutecen la estética de nuestra cocina, así que una buena idea es tirarlas.
Platos de la independencia
Aquellos platos que nos dieron nuestras madres o hermanos de cuando nos independizamos tendrán un alto valor simbólico o sentimental, pero realmente ya no pintan nada en una vida adulta totalmente en marcha. Sin embargo, hay que quedarse con el recuerdo y el bonito gesto por parte de nuestros allegados, pero el plato puede ir circulando hacia la salida para mejorar nuestra vida presente.
Vasos de Nocilla
¿En qué hogar español no hay un recipiente de Nocilla convertido en vaso? Tanto los que son de vidrio liso como los que vienen decorados, con motivos infantiles, pese a que no haya incluso ningún niño en casa han pasado por las estanterías de todos los españoles. Estos vasos son cómodos para un momento dado y no sabe mal cuando se rompen, pero claramente vienen a amontonarse a la cristalería que con tanto esmero elegimos en su momento.
Vasos casi opacos
La acción del lavavajillas esencialmente agresiva en algunos vasos de los más económicos. Los que ya sean quedado turbios y presentan rayaduras visibles es mejor tirarlos porque quedan totalmente aislados y no se estarán usando cotidianamente.
Vasos de una juerga
Aquella juerga que acabó con una ronda de chupitos y algunos vasos en el bolso debe terminar. Su recuerdo es lo más evocador y darles un espacio destacado en el armario no tiene ningún sentido, ya que se trata normalmente de recipientes que no son de uso diario y que tampoco podemos sacar cuando vienen invitados por su deshonroso origen.
Cucharillas que han caido en tu bolso
Como en el caso de los vasos, puede pasar que en casa se reúnan cucharillas de las que no conocemos el origen. Procede de vajillas que no tenemos y que quizás han caído en el bolso o en el cochecito de forma involuntaria (o no tan involuntaria) cuando alimentábamos a un bebé. En este caso son piezas que no poseen ni un valor sentimental ni respiran un aire de conjunto, por lo que es mejor prescindir de ellas.
Cubiertos con mango bailón
Sentados en una mesa, aún no le toca el maldito cuchillo con una empuñadura de madera que baila. La otra variable es el cuchillo que ha perdido la punta y que realmente no sirve para lo que está diseñado. También, el cuchillo que ya no corta, porque se ha desafilado sin remedio o sus dientes se quedan pequeños ante los bistecs y sepias que tiene que enfrentar. En todos estos casos el dilema se responde solo.
Velas de cumpleaños
En la página de gadgets que dejan de tener usos en la cocina, las velas de cumpleaños tienen un lugar destacado. Hay cocinas en las que se acumulan cifras de años y años de toda la familia medio derretidas en un rincón. Para intentar mantener la dignidad de quien renueva una vuelta al sol, es mejor ir desechando estas velas y que cada cumpleaños, como mínimo, se pueda estrenar este pequeño objeto.
Sin uso claro
Hay vasos, cubiertos y algunos utensilios que tenemos en los armarios y en la cajonera de cubiertos, pero que realmente no sabemos usar. De hecho, jamás les hemos dado una utilidad. Sobre todo, es algo que sucede con los artilugios relacionados con el vino y el corte. Estos no tienen más remedio que largarse por infrautilización.
Con todo, es importante decir que todos estos elementos hay que desecharlos correctamente para darles un valor en la cadena de economía circular, y no simplemente tirarlos a la basura sin más. Así, también estaremos contribuyendo a la regeneración del planeta.
Foto | Deborah Hudson/Pixabay y Joana Costa
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