Cada vez que se habla de la comida del futuro, acabo abriendo una botella de vino y tomándome una copa con un poco de queso para que se me pase la ansiedad y para disfrutar de lo que ahora tenemos con todos mis sentidos. ¿Beicon o carne artificial? ¿Insectos? ¿Plancton? ¿De verdad que, con la cultura adquirida, vamos a comer estas porquerías? Ya estoy con mi copa de Ribera de Duero en la mano.
Nos encontramos con Marc Engman, director de Diseño de Ikea y le hacemos algunas preguntas rápidas sobre más de diez nuevas colecciones de la marca, y una sola sobre comida. Después de que en 2016 su responsable de comida, anunciara la posibilidad de que la marca de muebles abra restaurantes de fast food en las ciudades sólo para ofrecer sus especialidades culinarias, la pregunta era obligada: ¿Sigue la empresa con planes de abrir restaurantes de comida rápida? Y sí, según Engman, "Eso va pasar. Estamos trabajando en ello. Sobre todo en la parte de distribuidor al por menor para hacerlo posible". ¿Cuándo? "Hablamos de años, pero no llegará a una década. Será antes".
Conversamos con el "jefazo" de Ikea a pocos metros de la cata del nuevo perrito vegetariano de Ikea que anunciaban para 2019, pero que ya está en España. Este perrito es una propuesta que llegó en su día desde Space 10. ¿Pero qué es Space 10? Un lugar, un laboratorio, situado en Copenhague, en el que se investiga con las tendencias y se juega con el futuro. Hacemos una visita a sus oficinas y echamos un vistazo al futuro. Parece que no todo está perdido.
"La razón de ser de Space 10 es trabajar pensando en todos los problemas actuales y futuros, pensando en el mundo entero, no sólo en el 10 % de la población que es la más rica", sostiene Simon Caspersen, su Director de Comunicación. Actualmente abordan trabajos para el problema del espacio limitado, la soledad de las ciudades, la falta de recursos naturales (agua, alimentos, energía)... ¿Su apuesta para la alimentación del futuro? Buscar fórmulas más sostenibles. Crear el producto cerca del consumidor y ahorrar hasta un 90% de agua. De ahí nacen tres proyectos. Una piscifactoría en circuito cerrado, las cosechas hidropónicas y la búsqueda de una espirulina comestible.
¿Cómo es una piscifactoria en circuito cerrado?
El equipo de Space 10 ha creado este producto, que ahora mismo está en una versión beta. Se trata de una piscifactoría con plantas en la cuál todo sucede dentro de un circuito cerrado. Los peces comen plantas y las plantas se nutren del agua y los excrementos de los peces para crecer. Ya hay otros sistemas de circuito cerrado como la fábrica de L´Oréal de Madrid, que resulta ser estanca y que no consume agua del exterior. Todo el agua que se usa, se vuelve a reciclar dentro. En la industria, la sostenibilidad pasa por este tipo de circuitos cerrados.
En sus sistemas hidropónicos ahorran hasta un 70 % de agua y las verduras crecen hasta 2 y 3 veces más rápido
Otra dirección para el estudio del futuro de la alimentación son las plantaciones hidropónicas. Que explicado rápido es algo así como nuestros experimentos de lentejas de la infancia (en un pequeño algodón crecían nuestras semillas de lenteja), pero a lo grande. Crean huertos sobre un lecho mínimo que pueden desarrollarse con muy poca agua. En este sentido es importante saber que no todos los cultivos son sostenibles. Por ejemplo, medio kilo de aguacates puede necesitar hasta 300 litros de agua, según nos explica Caspersen. Así que es importante elegir productos sostenibles en el uso del agua.
En sus sistemas hidropónicos, ahorran hasta un 70 % de agua según con qué productos y las verduras crecen hasta 2 y 3 veces más rápido, nos cuentan.
De hecho, Ikea ya es socio de Aerofarms (junto a otros grandes como Goldman Sachs): una empresa especializada en creación de plataciones aéreas. Y ha invertido cerca de 40 millones de dólares en ello.
Espirulina: el superalimento que no hay quién coma
La triste noticia es que no es la única vía de estudio. La espirulina, que es uno de los superalimentos de los que más se habla como futuro de la alimentación, también está en su objetivo de trabajo. El problema es que sabe a rayos y por más vueltas que le demos de momento, la forma de comerla es envasada en píldoras y sin saborear. Así que el objetivo, más allá de que sea o no fácil y económico elaborar espirulina, pasa por que pueda disfrutar comiéndola. Y en eso, por desgracia, no hay grandes avances. Aunque en Space 10 hay varios tanques de espirulina, mejor no probarla.
Por último descubrimos allí otro proyecto: Lokal, un espacio experimental que se abrió en Londres (a penas unos días), al más puro estilo Black Mirror, en el que la gente se hacía su propia ensalada sacada de los cultivos hidropónicos. Y con el buen gusto de Ikea, todo parece más atractivo de lo que es, aunque sobrevuele la amenaza de la hambruna futura.
Nos despedimos de Space 10 (tras una jornada de aprendizaje intensísima), probamos un taco de pescado realizado únicamente con productos de su piscifactoría y la verdad es que estaba delicioso: perca, eneldo, mole hecho con guisantes y otras hierbas, salidas de los cultivos hidropónicos de su laboratorio. Al fondo, un tanque de espirulina, que no quiero ni intentar probar.
Al menos, durante una tarde entera, escuchamos de hablar del futuro de la comida. No es desolador ni está lleno de insectos crujientes en nuestra ensalada. Podemos imaginar una tarde en la calle Gran Vía, parando a tomar una sabrosa ensalada hidróponica en un Lokal de Ikea... Y no creemos que falte mucho. Esperemos que tengan también un buen vino.
Imágenes | Ikea/María Llanos