Hace ya dos años —cómo pasa el tiempo— os presentaba Bobble, una botella con filtro incorporado que acababa de comercializarse en Estados Unidos. En España lleva también un tiempo en las tiendas, y aprovechando que en mi visita a Alimentaria 2012 me ofrecieron una, he estado probándola estos días para daros a conocer mis impresiones.
En la mano, tiene el tamaño de una botella de agua pequeña (su capacidad es de 385 ml.), con forma de guitarra para poderla coger firmemente. Es completamente transparente e incorpora un filtro con bebedor, en un color llamativo —en mi caso, un violeta muy mono— aunque hay muchos otros.
Pero más allá de su diseño, que es realmente atractivo, lo importante es saber si realmente funciona el filtro, y el agua que sale de la botella sabe mejor que la del grifo, que es de lo que se trata realmente.
Prueba de sabor
El agua de Valencia —la del grifo, no el cóctel— es realmente dura. Tiene bastante cal, y diría que también una buena cantidad cloro. Directamente del grifo es un poco desagradable de beber, aunque dejada reposar en una botella de vidrio mejora sensiblemente.
Sin embargo, sí que se nota la diferencia de sabor del agua filtrada por la botella Bobble, o mejor dicho, la ausencia de sabor. Es más ligera, se aprecia menos la cal y sobre todo, el cloro, amén de que desaparece ese regusto final tan desagradable que deja el agua del grifo.
Como no podía ser de otra manera, y para hacer una prueba sin estar condicionado por saber lo que estaba bebiendo, realicé una cata ciega con mis amigos. En tres vasos, serví uno con el agua filtrada, y dos con agua del grifo, una reposada y otra sin reposar, pero solo les pedí que identificaran cada vaso como agua del grifo, o de la botella.
La gran mayoría acertaron, sobre todo porque, aunque en un principio dudaban si el agua era una u otra, tras probar el agua filtrada, el resto les sabían mucho peor, prueba inequívoca de su mejor sabor. Es un poco como cuando ves una televisión con más resolución, al principio no notas mucho la diferencia, pero cuando vuelves a la vieja, la imagen te parece sensiblemente peor.
Impresiones generales
Además de comprobar si el sabor del agua mejoraba, había otros aspectos de la botella Bobble que me interesaba comprobar, como la facilidad para beber de la botella, la durabilidad de los materiales, la evolución del filtro, etc.
En el apartado de usabilidad, la botella Bobble tiene puntos a mejorar. Por ejemplo, el plástico es un poco rígido, por lo que cuando vamos a apretar para que salga el agua, hay que hacer bastante más fuerza que en otras botellas similares —como los botellines de hacer deporte—. Además, esa fuerza extra acaba dejando unas marcas en la botella, como pequeños pliegues, que aunque no se ven mucho, deslucen un poco.
En esa línea, también hay que reseñar que la cantidad de agua que sale cuando bebemos es menor de lo que se espera, por lo que si la cogemos con sed, surge en nosotros un pequeño sentimiento de frustración. Nada grave, pero lo suficiente como para no recomendarla si nuestra intención es que nos acompañe mientras hacemos deporte.
La limpieza y durabilidad del plástico, en cambio, si que me ha convencido. Tras más de un mes de duración, sigue estando transparente, sin haberse decolorado incluso estando expuesto al sol. Tan solo afean un poco su aspecto las pequeñas estrías que he mencionado antes.
Por lo que respecta al filtro, aún no la he usado lo suficiente como para haber puesto a prueba su eficacia a largo plazo. Es la botella que dejo en la cama por la noche, así que en poco más de dos meses la habré rellenado no más de 60 veces, muy lejos de los 300 que afirma durar. Hasta ahora, sigue funcionando como el primer día, de hecho, la cata la realizamos tras esos 50 usos.
Sin duda, y a pesar de las pequeñas pegas, la botella con filtro incorporado Bobble es una buena opción si vives allí donde el agua del grifo tiene mal sabor. Su precio y el de los filtros es razonable, unos 11 euros la botella, 13 la de 500 ml, y un poco más la jarra. Los filtros, desde 8,50 euros. Además, presenta un diseño colorido, obra del artista Karim Rahid, y tanto los filtros como las jarras se pueden adquirir en grandes superficies.
Más información | Bobble
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