Además, le vas a reducir el contenido alcohólico casi sin darte cuenta
La sangría es, si de España hablamos, una de las bebidas por antonomasia del verano. Es cierto que el no menos hispánico tinto de verano le empieza a comer la tostada, pero la realidad es que plantear ciertas fiestas sin una sangría se hace extraño.
No seremos nosotros los que induzcamos a su consumo, pero siempre desde la moderación se puede disfrutar de algún vasito sin complicaciones. Diferente cantar está en la forma de tunear las sangrías, pues cada maestrillo tiene su librillo y, en este caso, en mi librillo hay una forma de prescindir del azúcar.
Habitualmente, una sangría tiene vino, un montón de frutas cortadas, algún refresco y, generalmente, azúcar. Desconozco en qué momento empezamos a añadir azúcar a las sangrías, pero es algo habitual que, a mí, no me convence en absoluto.
No solo ya porque desvirtúe el sabor, que también, sino porque se suele añadir mal el azúcar y acaba generando un barrillo en el fondo de los recipientes que no es nada agradable.
Tampoco entiendo el concurso del azúcar porque la fruta de por sí ya aporta bastante dulzor. A menos de que se echen frutas insípidas a la sangría, que tampoco tendría sentido. Tampoco creo que haga falta echar azúcar porque ya metemos también refrescos de limón o de naranja que suelen contribuir a aumentar el sabor goloso de la sangría.
Por eso, tengo una fórmula sencilla, magistral y barata de tunear una sangría doméstica cuando tengo que hacerla para un regimiento, como suele ser habitual para este tipo de preparaciones.
Además, permite reducir el contenido alcohólico de la sangría con muy poco esfuerzo, lo cual es de agradar cuando hablamos de una receta peligrosamente tentadora en los días de verano, donde es fácil que por el calor nos acabemos bebiendo más vasos de los debidos.
En este caso, lo que yo hago para prescindir del azúcar, eliminando además el incómodo trance de que el azúcar no se disuelva bien –algo muy frecuente–, es añadir mosto a la sangría.
Puede ser mosto blanco o mosto tinto, que los hay de los dos tipos, pero no añadáis zumo de uva, pues realmente no son lo mismo. El mosto, como es evidente, tiene parte del azúcar natural que tienen las uvas y tiene menos azúcar que los zumos de uva convencionales, lo que permite diluir la sangría, añadir menos azúcar y hacer más cantidad con menos esfuerzo.
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