Cómo se fotografían las hamburguesas que ves en los anuncios (y que no te podrías comer)

En el mundo de la publicidad todo es maravilloso. La gente es guapa, joven y atlética, los cielos son azules, los cochen brillan relucientes y las calles lucen impecables. La comida, por supuesto, también es perfecta, quizá demasiado. Todos sabemos que se maquilla la realidad para mostrar una perfección irreal, pero que solemos aceptar. El caso de las hamburguesas es especialmente curioso cuando descubrimos cómo se fotografían las que vemos en los anuncios. Muy apetitosas, pero poco recomendables para comer.

Yo no soy muy asidua a los restaurantes de comida rápida pero sí me gusta fijarme en los carteles publicitarios de las grandes cadenas. Y he podido comprobar que la hamburguesa que recibes poco o nada tiene que ver a esa suculenta pieza que tan bien lucía en la foto. A veces el choque con la realidad es tan fuerte que puedes llevarte una decepción, aunque en general sabemos que sería ingenuo esperar una réplica de la imagen promocional. Pero sí es interesante indagar un poco en los trucos que usan los profesionales para crear esas hamburguesas de ensueño de los anuncios.

La dificultad de fotografíar una hamburguesa

Ahora que está de moda compartir fotos de comida en las redes sociales todos sabemos que no es fácil capturar instantáneas de verdadera calidad. Y mucho menos improvisadas en el momento, sin cuidar la composición o con una mala iluminación. El que además se haya aventurado a compartir una receta en un blog, habrá comprobado que si hay profesionales de la fotografía gastronómica es porque no resulta un trabajo nada sencillo. Hay platos que se prestan más a la captura, y otros, como las hambgurguesas, que complican mucho la tarea del fotógrafo.

El problema con las hamburguesas, perritos calientes y bocadillos es que están formados por capas de diferentes ingredientes con naturalezas distintas, creando una estructura endeble y delicada. Las salsas, quesos fundidos y demás provocan derramamientos de líquidos y sustancias viscosas que no ayudan precisamente a la estética de la composición. Aunque a veces una imagen con chorreteos puede ser más apetecible, pero en publicidad se intenta evitar.

En la fotografía queremos que se vea todo, y que lo haga con equilibrio y armonía, manteniendo cada ingrediente su identidad propia y apetecible. Cuando combinas pan tierno, salsas, ingredientes crudos cortados, otros cocinados y calientes... no es nada fácil crear la fotografía perfecta. La cosa se complica más teniendo en cuenta que el trabajo detrás de la cámara es largo y meticuloso, hay que dedicar un buen tiempo a perseguir la imagen buscada. Y la comida no permanece inalterable, por eso hay algunos trucos.

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El retrato de la hamburguesa perfecta, pero incomible

Cualquier hamburguesa estándar empieza por el panecillo. No importa el tipo de pan que se utilice, tiene que estar absolutamente perfecto. El trabajo del estilista comienza buscando entre decenas de panes distintos hasta dar con el mejor, ese perfectamente redondo, sin arrugas, sin golpes, esponjoso y con todas sus semillas. Ya sabréis que este primer paso no es nada sencillo, pues los panecillos tiernos son muy delicados, y no suele haber dos iguales.

Si se encuentra el panecillo perfecto, con su corona abonbada sin defectos y un color dorado uniforme, puede que haga falta añadir algunas semillas de sésamo extra; se pegan unas cuantas más con pegamento usando pinzas de precisión, y listo. Además, estos panes suelen venir precortados, provocando que los bordes de la parte superior sobresalgan. No es bonito para la foto, así que toca recortarlos con unas tijeras. El pan se puede tostar un poco o dejarlo tal cual, siempre manejándolo con delicadeza extrema.

Antes de formar la hamburguesa se habrá planificado la estructura y orden de los ingredientes. Depende del cliente o de lo que se quiera resaltar, pero lo habitual es empezar con la carne directamente sobre el pan o sobre lechuga, y el queso se coloca sobre ella. Es importante que la hamburguesa esté fría para que el queso no empiece a derretirse demasiado rápido; primero se monta y luego ya habrá tiempo de dar el acabado final.

En cuanto a la carne, para que parezca bien jugosa y recién hecha, es habitual darle un toque oscuro en los bordes con café diluido o alguna tinta del color adecuado. El brillo que nos hace salivar se aplica también a posteriori, con algún aceite que no siempre es comestible, incluso se utiliza betún o algún barniz. En ocasiones la carne solo está “cocinada” por fuera o en la capa comestible, dejando lo que no se ve crudo, incomible.

El resto de ingredientes deben complementar la hamburguesa sin quitar protagonismo a la carne y sin crear una torre absurda que se derrumbe. Además deben sobresalir, tienen que ser visibles de forma equilibrada. Por eso se suelen colocar alrededor del borde, usando alfileres o chinchetas para sujetarlos si hay peligro de caerse. La lechuga se desliza con facilidad y un truco muy común es “pegarla” con puré de patatas o algún preparado industrial.

En cuanto al queso, se quiere dar la apariencia de hamburguesa recién hecha, así que debe estar ligeramente fundido, pero sin manchar o deformarse. Hay varios métodos comunes para lograrlo: calentar una espátula de metal para darle un poco de calor, aplicar vapor caliente con un secador o con un decapador de pintura, etc. Además es habitual pintarlo con algún aceite no comestible para alargar ese aspecto brillante y apetecible. En ocasiones se recurre directamente al plástico.

Los toques finales de salsa, kétchup y demás sustancias viscosas se aplican al final, solo en las partes que se van a ver. No siempre son las mismas que luego se ofrecen en los restaurantes, porque se busca la mejor textura y el mejor color, para el cual no se escatima en colorantes. Para no crear un desastre caótico de salsa que gotea siempre se suele añadir con una jeringuilla o similar. Finalmente, se aplican los detalles finales mediante edición digital.

Trucos que podemos aplicar en casa

Estos recursos típicos utilizados de forma habitual en la publicidad hacen que la comida de las fotos sea incomestible. Además, las hamburguesas soportan largas sesiones bajo los focos, a temperaturas poco recomendables para mantener la seguridad alimentaria. No sería buena idea tratar de comerse nada que haya servido como modelo para un anuncio de publicidad.

Sin embargo, sí podemos aplicar en casa algunos trucos de profesional para hacer más apetitosas nuestras fotos de hamburguesas. Como ya vimos en el vídeo que compartió McDonald’s hace un tiempo, se pueden usar los mismos ingredientes que se van a servir pero hacer que luzcan mejor. Si un plato de hamburguesería no tiene buena pinta suele ser por la propia logística del restaurante: hay que trabajar rápido y no hay tiempo para buscar el pan perfecto o la lechuga impoluta.

En casa podemos tomarnos la molestia de preparar los mejores ingredientes y montar las hamburguesas con mimo. Si queremos hacer una buena fotografía, hay que buscar el mejor ángulo y montar todo en base a ese punto de vista único. Es decir, la hamburguesa se debe inclinar un poco para que resalten los ingredientes del relleno, y estos se deben colocar sobresaliendo por un lado. Un consejo: elegir un tomate grande en lugar de montar varias rodajas. Para que luzca mejor se puede aplicar un corte en la parte que no se va a ver, así lo podemos abrir y aumentar su diámetro de cara a la foto.

No queremos exponer nuestra comida demasiado tiempo a la temperatura ambiente o a la luz, así que es mejor tener montado todo el equipo fotográfico y el posible atrezzo antes de formar la hamburguesa. Y después ya nos la podemos comer a nuestro gusto, añadiendo más salsa o derritiendo el queso como lo haríamos normalmente. Puede que no sea lo más fotogénico, pero sin duda sí que es lo más sabroso.

Sabemos que las fotos de los anuncios no se corresponden con la realidad pero nos dejamos atraer por ellas. ¿O preferimos una publicidad que refleje al 100% la realidad? No puedo evitar pensar en esos bares algo cutres que mantienen unas horribles fotos de platos combinados como reclamo -o advertencia-, normalmente descoloridas para rizar el rizo. Son auténticas pero nada apetecibles. En el otro extremo vemos anuncios que buscan tanta perfección que terminan siendo totalmente irreales. ¿No se podría llegar a un punto intermedio?

Fotos | iStock, Burger King, McDonald's
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