Desde que comenzaron las primeras investigaciones sobre la modificación genética de distintos tipos de cultivos, la controversia que rodea su regulación no ha dejado de crecer. En todo el mundo se suceden los debates entre los partidarios de estas técnicas y los detractores, una polémica que no parece tener un fin próximo.
Sin embargo, el uso de transgénicos es una realidad desde hace años. Sus defensores argumentan que son cada vez más necesarios en un planeta cada vez más poblado, y que además no se ha demostrado que tengan efectos negativos sobre la salud. A pesar de todo, se trata todavía de prácticas demasiado recientes, y muchos colectivos ven con desconfianza los efectos que puedan tener estos cultivos tanto en la salud humana como en el propio medio natural.
Por el momento, organismos e instituciones europeas trabajan en la regulación de estos llamados cultivos MG (Modificados Genéticamente, GM en inglés), y está establecido que el límite máximo de contaminación permitido para que una planta no sea considerada como transgénica es del 0,9%.
Un trabajo de investigación impulsado desde el Instituto de Biotecnología de la Universidad de Cambridge ha presentado recientemente un método basado en la bioluminescencia para detectar fácilmente si un cultivo contiene elementos modificados genéticamente. La prueba consiste en extraer ADN de la planta y someterla a una reacción química cuyo resultado determina si contiene genes modificados.
Se trata de un método novedoso porque permite testar los cultivos directamente en los campos sin necesidad de llevar muestras a laboratorios específicos, facilitando así la tarea de controlar las plantaciones y verificar que cumplen las normativas vigentes.
Vía | BBC Mundo
Más información | BioMed Central (Inglés)
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