La crisis en la cesta de la compra hace que volvamos al cocido. Lentejas, garbanzos y demás legumbres relegadas durante estos últimos años a como mucho un día a la semana, entran ahora con fuerza de nuevo en nuestras cocinas, lo que se traduce en que a pesar de nuestra situación económica haya una vuelta a una alimentación “aparentemente” más saludable.
Y es que el pasado día 7 de este mes se presentaron los datos del Panel de Consumo Alimentario 2012 y según él, en la cesta de la compra del año pasado lo que más abundaban eran alimentos propios de comida de puchero como legumbres, patatas, zanahorias, arroz y pastas. Dato por otra parte normal viendo los precios de muchos alimentos, y es que lo que no es de recibo en los momentos en los que estamos es que nuestro carrito del supermercado se traduzca en un batiburrillo de producto precocinados, como nos adelantaba nuestro compañero Minue hace unos meses.
Para la elaboración de estos datos se realiza un estudio entre las compras de miles de hogares, entrevistas telefónicas y encuestas on line. Así el Panel de Consumo Alimentario del 2012 refleja un aumento de la carne de pollo y pavo, de frutas como el melón, la sandía, naranjas y plátanos, pero una fuerte disminución en otro tipo de carnes como vacuno, cordero y cerdo, pero sobre todo de pescado tanto fresco como en conserva.
El contrapunto lo dan las respuestas acerca de lo que comemos cuando salimos de restaurante, en donde olvidamos el pollo y nos decantamos por quesos y carnes de caza pero eso sí, aumentando espectacularmente el agua del grifo en vez de la mineral, a la hora de acompañar nuestras viandas.
Y aunque el aumento del cocido en los hogares es evidente, también varios análisis determinan que en estas épocas de apretarse el cinturón parte de la población come peor, no solo en cantidad sino en calidad. Es como si se hubiese extendido la idea de que comer bien sale más caro, olvidando nuestra tan saludable dieta mediterránea al disminuir el consumo de pescado, determinadas hortalizas y aceite de oliva entre otros alimentos por lo disparatado de sus precios, decantándose por productos más baratos con excesiva cantidad de grasas y azúcares, más calóricos y saciantes que quitan el hambre rápido y momentáneamente.
Así que volvamos a los platos de cuchara adaptándolos a los medios de cocción actuales y a comer como nuestros bisabuelos, en donde los alimentos funcionales no salían de los lineales frigoríficos, sino de los árboles y de los huertos. Eso sí, pidamos a nuestros políticos que aunque comamos potajes no nos dejen llegar al extremo de la famosa escena de las lentejas en “Las bicicletas son para el verano”, en donde cada miembro de la familia robaba a escondidas una cucharada de la olla y al final no quedaba nada para la comida.
Imagen | Salvatore D,alia Más información | MAGRAMA En Directo al Paladar | El carro de la compra inteligente gracias a Kinect En Directo al Paladar | El supermercado del futuro