En un mundo cada vez más globalizado el intercambio de influencias entre unas culturas y otras es imparable, también en la cocina. En la década de 1980 se multiplicaron los típicos y clónicos restaurantes chinos, que nos ofrecen una imagen de su gastronomía bastante alejada de la realidad de aquel país. Pero China cada vez está ganando más protagonismo en occidente y poco a poco conocemos mejor su auténtica cocina. También allí existe la comida rápida y los puestos callejeros, como podemos observar a través de esta serie de fotografías.
Se trata del trabajo de la artista Anja Hitzenberger, titulado Chinese Fast Food (comida rápida china). Son imágenes captadas durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín, durante los cuales se instaló un espacio para comidas temporal junto al estadio. La serie nos muestra una colección de puestos muy llamativos, tanto por la comida que ofrecen como por la estética que los rodea.
La autora, de origen austriaco, declara sentirse atraída por aspectos como la cultura gastronómica y el consumismo actual, así como la forma que tiene cada sociedad de enfrentarse a la comida y los alimentos. Durante una estancia de dos meses en la capital china, pudo entrar en contacto de una manera más directa con la realidad culinaria del país asiático, que mantiene su identidad gastronómica pese a la presencia cada vez mayor de las franquicias internacionales más típicas de occidente.
Estos puestos de comida rápida muestran productos muy diferentes de lo que podemos entender nosotros como fast food, ofreciendo supuestas especialidades de distintas regiones de China. Sin embargo, como señala la propia autora, la mayoría distan mucho de ser una imagen fidedigna de la auténtica comida china, siendo más bien su propia versión de comida rápida, de calidad cuestionable y poco saludable.
Lo que más llama la atención de esta serie de fotografías es la fuerza de los colores de cada puesto, chillones y muy recargados, algunos con imágenes de personajes de dibujos algo infantiles que no parecen tener mucho sentido. Se produce un curioso contraste entre esa saturación visual y la actitud de los vendedores, que en general muestran apatía, aburrimiento y aparentemente ningún entusiasmo.
Creo que los puestos callejeros que ofrecen comida para llevar son una parte esencial de la realidad gastronómica de una cultura, pues reflejan en muchos casos lo que la gente de a pie come habitualmente en su día a día. Según señala Hitzenberger al hablar de su trabajo sobre este peculiar Fast Food en China, en este caso más bien se trata de un reflejo de cómo el concepto de comida rápida continúa su imparable expansión. Los platos que se pueden ver en las imágenes son, desde luego, llamativos, pero no del todo apetecibles.
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