A pesar de que en nuestro país no son algo tan común, de vez en cuando salen en los medios noticias curiosas sobre verduras o frutas que baten récords de tamaño y peso. Aquí nos gustan más los platos preparados a lo grande –ya sean paellas gigantescas, turrones descomunales o pizzas kilométricas– pero es inevitable no sentir curiosidad por esos vegetales enormes que ganan concursos por todo el mundo. ¿Pero, qué hay detrás de las verduras más grandes del mundo? ¿Por qué esa locura?
Hace unos meses comentábamos aquí cómo las competiciones por las calabazas más grandes levantan pasiones en diferentes campeonatos. En algunos lugares están ya expectantes con los preparativos de las nuevas ediciones de este otoño, y es que la calabaza es la reina de los concursos por el tamaño descomunal que puede alcanzar. Pero no es la única que se somete al peso y al ojo del jurado, detrás hay todo un mundo competitivo de verdaderos fanáticos de las verduras gigantes.
¿En qué consisten los concursos de verduras gigantes?
Es cierto que se pueden encontrar este tipo de concursos por todo el planeta, pero en general el mundo anglosajón parece mucho más aficionado al arte de cultivar verduras gigantes. Sumando algunas citas europeas, es en Reino Unido y en Estados Unidos donde se organizan las mayores competiciones de este tipo, algunas ya con una larga tradición y muchas ediciones a sus espaldas.
En ocasiones son actividades incluidas dentro del programa de algún festival, sobre todo los que se organizan en localidades más pequeñas con motivo de cosechas o fiestas del calendario. En las regiones donde todavía el mundo agrario es el sostén de la comunidad acostumbran a celebrarse ferias y fiestas en torno a los productos locales, tal y como hemos visto muchas veces en la televisión y cine estadounidenses. Pero otras veces es un evento en sí mismo donde las verduras se llevan todo el protagonismo, como sucede en Reino Unido con el Giant Vegetable Championship.
La mecánica de estos concursos es muy simple. Los interesados en participar deben inscribirse en las diferentes categorías, acudir con sus productos en las fechas estipuladas y someterse a la evaluación del jurado. El sistema de evaluación puede basarse únicamente en el peso, pero a veces se mide también la longitud y en ocasiones se evalúa el aspecto general o la estética, dejándolo al criterio de los jueces. Pero el peso total sigue siendo el parámetro más usado y el que más interesa al gran público, que busca sobre todo ver vegetales de proporciones desmesuradas.
Una verdadera pasión que une en comunidad
¿Qué lleva a los participantes a presentar sus enormes verduras? ¿Ha sido la casualidad de una cosecha aleatoria? En contadas ocasiones así puede ser, pero lo cierto es que cuando hablamos de estas competiciones los concursantes son en realidad verdaderos apasionados de este arte que han convertido su afición en casi una obsesión. Muchos de ellos han sido agricultores toda su vida que comenzaron a probar el mundo de los giant vegetables, mientras que otros son jubilados que ahora dedican toda su atención a este particular mundo. En general provienen de familias con larga tradición del mundo del cultivo, y viven por y para sus enormes verduras.
La mayoría coinciden en que es un trabajo que engancha, porque no es fácil pero te acaba absorbiendo por el nivel de cuidados y atención que requieren estos cultivos. Kevin Fortey, poseedor de varios récords y autor de la conocida web del mundillo Giant Vegetables, cuenta cómo fue su padre el que comenzó la tradición varias décadas atrás junto con algunos amigos en Gales, hasta que el evento fue haciéndose más grande. Su padre en concreto mostraba otro de los perfiles típicos de estos productores de verduras monstruosas: son científicos además de agricultores.
Y es que conseguir verduras de récord no es nada fácil, ni fruto de la casualidad. Hay mucha investigación detrás, selección de semillas y muchos fracasos fruto del método prueba y error. En los últimos años también este sector se ha beneficiado del poder de las redes, ya que hoy hay una gran comunidad virtual de aficionados y semiprofesionales que se dedican a compartir consejos, trucos y guías para lograr las verduras más grandes.
Al final el objetivo es competir, pero eso no evita que se haya creado una atmósfera de camaradería y cierta amistad entre los participantes, sobre todo porque muchos repiten cada año y vuelven a encontrarse en diferentes concursos. Hoy en día se vive un grado de especialización tal que incluso son muchos los semilleros y tiendas especializadas en jardinería y cultivos que ofrecen semillas especiales para verduras gigantes y todo tipo de equipamiento, productos y accesorios para tener éxito.
¿Cómo se consiguen cultivar las verduras gigantes?
La naturaleza es caprichosa y de vez en cuando las cosechas dan alguna sorpresa con ejemplares de formas curiosas o tamaños excepcionalmente grandes, pero son raras excepciones. Quienes se dedican en cuerpo y alma a cultivar verduras gigantes saben que no es fruto de la casualidad, requiere muchos meses de trabajo continuo, cuidados y pruebas en el campo o en los invernaderos. Y también un poco de suerte.
Todo empieza con las semillas, que tras meticulosos trabajos de laboratorio e investigación son seleccionadas genéticamente para unos cultivos muy específicos, y algunas pertenecen a linajes de varias generaciones de las que incluso se guardan registros. El mercado de compraventa de semillas de vegetales grandes es otro mundo aparte, pero los aficionados no suelen dudar en compartirlas ya que la mayor parte del trabajo viene después de la germinación. Este es un deporte en el que se juega a largo plazo para el que hay que invertir muchos meses de cuidados diarios. Primero hay que preparar bien la tierra y después dedicar varias horas cada jornada para evitar plagas y enfermedades, asegurar las mejores condiciones de temperatura y agua, controlar la nutrición, la poda, etc.
Dependiendo del tipo de verdura los cuidados necesarios para que se conviertan en ejemplares lozanos y gigantescos serán diferentes, y al final cada maestrillo tiene su librillo. Los grandes especialistas consiguen facilmente verduras descomunales en sus huertos, pero al final de la temporada solo de vez en cuando algunas de ellas crecen para ser auténticas vencedoras capaces de romper todos los récords.
¿Qué se hace después con estas monstruosidades?
Está claro que el sabor y la calidad gastronómica no es el objetivo que buscan los productores de las verduras gigantes. De hecho, no importa prácticamente nada, ya que aquí lo que importa es el tamaño por encima de todo. Tienen que ser verduras sanas y lozanas, dentro de su deformidad monstruosa, pero en general las variedades utilizadas no son las más recomendables para el uso culinario, y normalmente cuanto más grandes menos sabor tendrán.
En competiciones más pequeñas en las que suelen participar agricultores que lo hacen de casualidad sí se comparten a veces degustaciones de los vegetales presentados, sobre todo si es una feria que gira en torno a un solo producto –por ejemplo, al melón-. Sin embargo, en los grandes concursos la mayoría de verduras terminan estropeándose por la mera exhibición o tras varias jornadas de traslados y exposición al aire libre, y más en el caso de las ganadoras.
A veces se organizan subastas con los mejores ejemplares, pero con un fin benéfico y no como competición entre restauradores por hacerse con piezas valiosas -como sí sucede con, por ejemplo, subastas de quesos o atunes-. Hay premios jugosos en algunas competiciones que pueden superar los 1000€ en premios, pero no es un negocio con el que lucrarse. La inversión y el trabajo que se pone en estos cultivos es tal que rara vez se consiguen beneficios una vez cubiertos los gastos.
Algunos cultivadores vuelven con sus piezas para usarlas de decoración en sus plantaciones o invernaderos, mientras que otros se dedican a buscar usos más creativos. Son populares los juegos de destrozar calabazas a golpes, aunque a mí me gusta más esta idea de transformarlas en pequeños barcos para hacer carreras en el agua después de la competición. Sea como sea, su valor gastronómico es más bien nulo, todo el beneficio que se aspira a conseguir con ellas es el de los premios.
No se puede negar que todo este mundo de las verduras gigantes tiene algo de frikismo, a su manera. Quizá es una pasión que nos puede resultar muy extraña a quienes somos ajenos a todo ello, pero el público general siempre sentiremos atracción por las imágenes de esas enormidades vegetales que de vez en cuando aparecen en la prensa. En el fondo nos encantan las rarezas y las exageraciones, y es inevitable sorprenderse al leer cifras como la cebolla de 8,5 kg o la calabaza que supera la tonelada de peso.
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