Como cada primer miércoles de agosto (y el día anterior), ayer se celebró Firagost, una feria y exposición agroalimentaria que se realiza en Valls (Tarragona) y que acoge expositores de frutas, verduras, vinos, cavas, maquinaria agrícola, cerámicas, etc., todos ellos de Catalunya.
No nos sorprende la noticia que leemos en La Vanguardia, donde Carod Rovira, vicepresidente de la Generalitat de Catalunya, durante la presentación de Firagost 2007 hace un llamamiento al sector de la hostelería con estas palabras: “Nuestros vinos y aceites son de los mejores que hay. No puede ser que en restaurantes de Barcelona no estén representados nuestros productos en la carta”.
Cierto es, tanto los productos de la uva como los aceites de Catalunya son excelentes, igual que lo son los de otras comunidades, pero en las cartas de los restaurantes lo que reina es lo que más vende, y de momento en cuanto a vinos (sobre todo hablando de tintos), los Rioja y Ribera de Duero entre otros, se llevan la palma. De esto no tienen culpa los restauradores, bueno no todos, son muchos los clientes que se dejan llevar por las tendencias. También hay que tener en cuenta el precio de compra de la materia prima para elaborar los platos de la carta, posiblemente los productos catalanes les resulten más caros, lo que también encarecería el precio del plato y en consecuencia, se reducirían los comensales.
Tal vez ese sea parte del problema lo que hace que no sean productos catalanes los que predominen en los restaurantes. Aunque más bien diríamos que lo que este señor quiere, no es que predominen, si no que lo abarquen todo.
Con la presunta intención de ganarse el favor de los expositores y asistentes al evento, Carod reconoció que "seguramente las administraciones tienen que revisar alguna cosa en políticas agrarias" y que espera que "el contrato global de explotación mejore y acabe de arrancar como herramienta importante de las explotaciones agrícolas en el campo catalán. Hay mucho que hacer".
Bonitas palabras para las que los agricultores seguro que tienen respuesta. En fin, no entramos en política, pero hacer un discurso es muy fácil, cumplir las promesas, no tanto.
Vía | La Vanguardia