Empezar una tableta de chocolate y terminar devorando más de la mitad; abrir una caja de galletas y sin darse cuenta dejarla medio vacía; acabar de una sentada con una bolsa de patatas fritas; seguro que todo el mundo se ha visto en una situación parecida en más de una ocasión. Hay determinados productos que parecen irresistibles, especialmente los dulces y sobre todo el chocolate. ¿Por qué son adictivos? Un reciente estudio parece haber dado con nuevas respuestas en este tema.
Un grupo de científicos de la Universidad de Michigan (EEUU), ha llevado a cabo un estudio de investigación en el que se planteaban por qué el cerebro parece rendirse con más facilidad ante la tentación de ciertos alimentos que considera placenteros. Los resultados obtenidos, tras experimentar con ratas de laboratorio, parecen indicar nuevas respuestas en el funcionamiento del cerebro humano, según la publicación Current Biology.
El equipo partió de la base de que los sujetos tienden a no ser capaces de reprimir sus impulsos ante determinadas sustancias, aunque su cuerpo no las necesite. Es una reacción que se aplica en el ámbito de la alimentación, pero también se puede asociar a adicciones más fuertes, como el alcohol o las drogas. Pero, ¿realmente podemos manifestar una conducta de adicción ante ciertos alimentos? La clave está en la zona del cerebro llamada cuerpo estriado, y la producción de encefalina, un tipo de endorfina relacionada con los opiáceos.
Los investigadores se centraron en ofrecer a las ratas M&M’s, un dulce entre chocolatina y caramelo, y estudiar las diferentes reacciones. Al estimular el cuerpo estriado cerebral e inyectar a los animales una dosis extra de encefalina, las ratas demostraron devorar una cantidad mucho mayor de caramelos, y a más velocidad, pero no parecían obtener más placer al hacerlo.
Las conclusiones extraídas de este estudio indican por tanto que el cerebro, al enfrentarse a aquellas sustancias que considera placenteras, libera sustancias químicas que le incitan a ingerir más y más rápido. Así, se explicaría esa necesidad por tomar más chocolate o terminar la bolsa de patatas aunque no tengamos nada de hambre. Estos resultados abren un nuevo camino en la comprensión del cerebro y quizá una solución futura para combatir las adicciones.
Imagen | How I See Life
Vía | Smithsonian
Más información | Current Biology
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