Hace unos días nos preguntábamos si es correcto que el colegio de nuestros hijos nos cobre por llevar estos su propio tupper de comida. Los padres que hayamos decidido afrontar esa cantidad, más o menos significativa según el lugar, en concepto de servicio de comedor, nos enfrentamos ahora con otra cuestión, no menos importante ¿qué le pongo a mi hijo en la tartera para comer en el colegio?.
La mayoría de nosotros no somos expertos en nutrición, y aunque actualmente existen muchas fuentes en las que podemos informarnos para intentar, tanto en casa como fuera de ella, conseguir un menú lo más nutritivo y equilibrado posible, hay otras muchas preguntas que se nos pueden plantear si hemos optado porque nuestros hijos lleven su propia comida a la escuela: qué cantidad de alimentos ponerles, cuál es la temperatura a la que deben comerse, cuáles son los menús más adecuados a su edad, etc.
Creo que en toda esta cuestión es fundamental una buena organización. Tenemos que intentar que la dieta de nuestros hijos sea lo más variada y equilibrada posible y, para que sea así, no podemos dejar sus menús a la improvisación. Como muchas otras madres, trabajo fuera de casa y cuando llega el jueves ya casi ni recuerdo lo que cenamos el lunes. A mí me funciona muy bien realizar un menú semanal, además de ahorrar tiempo porque no tengo que estar pensando cada día lo que tendré que cocinar, me permite evitar repeticiones y ausencias de alimentos básicos.
Sería conveniente también, que los padres nos cercioráramos de que el colegio de nuestros hijos está equipado con los electrodomésticos adecuados, que permitan conservar los alimentos hasta el momento de ser consumidos y que puedan calentarlos correctamente si es necesario. Los recipientes donde esté la comida de nuestros pequeños tendrían que ser de un material resistente al microondas u horno, así como ser lo suficientemente higiénicos para evitar infecciones e intoxicaciones.
Cada uno de nosotros conoce perfectamente a sus propios hijos. Muchas veces, sin nuestra vigilante presencia, pueden no terminarse la comida o “intercambiar” algún ingrediente más apetecible con un compañero de mesa, por eso es importante complementar los alimentos que lleven a la escuela ocupándonos de que los desayunos, las meriendas y las cenas sean también equilibrados.
Precisamente por lo que acabo de comentar, deberemos intentar que el contenido de la tartera que preparemos a nuestros hijos sea lo más atractiva posible. Las verduras tendrán que estar presentes, pero las podemos cortar, por ejemplo, en forma de palitos para que resulten más fáciles de comer. Dos veces por semana es aconsejable que coman también legumbres, guisadas o ensaladas, por ejemplo.
Debemos procurar no abusar de los fritos o rebozados, vigilando siempre la calidad del aceite que usemos. Aunque sean más difíciles de transportar, los líquidos son más fáciles de calentar. Una sopa o una salsa es algo que a los niños, por lo general, les suele gustar. Mejor dejar los purés y las cremas de verduras para la noche, así podemos controlar que se los terminan bien.
El pescado, eterno enemigo de todo niño, tendría que comerse tres veces por semana. Las croquetas son una buena opción pues además de estar buenas también frías, nos permiten “enmascarar” ingredientes poco deseables. En cuanto al postre, nada mejor que una fruta. Como mis hijos odian la fruta pelada y troceada con antelación, pues se oxida y no les resulta atractiva, suelo prepararla en compota para que la acompañen con un yogur.
Estoy segura de que todos tenemos nuestros propios trucos para conseguir que la comida que nuestros hijos se llevan al colegio sea sana y variada, ya sabemos que a los niños la monotonía les resulta del todo insoportable. Me gustaría que compartierais con nosotros cómo lo hacéis para decidir qué poner en la tartera de vuestros hijos para comer en el colegio.
Fotos | USDAgov, ignote y woodleywonderworks
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