Cuando algo transpira por sus poros lo que se siente observando este aceite, Señorío de Jaén, podemos decir que estamos ante un producto de primera calidad. Algo que se merece el sello de gourmet sin ninguna duda.
Por un lado tienen historia. La historia de una familia y por lo tanto de una tradición en torno a la oliva y el aceite. También es sinónimo de respeto por la materia prima que generación tras generación han visto crecer con sus ojos y han recogido con sus manos.
Por otro lado y se ve a simple vista. El envasado del aceite se realiza en una botella serigrafiada en oro, todo un lujo a tener en cuenta por fanáticos de este tipo de colecciones. Pero es que dentro de oculta un número mágico, 667.
667 son el número de olivas de las variedades Picual y Royal, que lo convierten en un aceite que en cata da notas de fruta madura en macedonia, frutos secos como la almendra, con toques amargos y picante en su paso final por boca.
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